Mi
corazón tiene
el ritmo cubano
Micol Racchetti
«El
deseo más grande de mi vida es un día vivir y trabajar
en Cuba»,
expresa una joven médica italiana, Micol Racchetti,
en una carta a Fidel Castro, leída por su autora en
la clausura del Taller CUBASOLAR 2002.
E-mail: micolita@katamail.com
Santiago de Cuba, 28 de febrero de 2002
Año de los Héroes Prisioneros del Imperio
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Querido
Comandante Fidel Castro Ruz:
Deseo
escribirle esta carta para decirle la importancia que tiene usted para
mí y para el mundo entero. Usted ha luchado junto con el pueblo
cubano en contra de Batista y sigue luchando en contra del capitalismo
que los Estados Unidos lograron imponer al mundo entero.
Cuba, una islita tan pequeña, es hoy el corazón del mundo.
Desde ustedes nace el ejemplo que da la fuerza para quien cree en la utopía
de un mundo mejor, un mundo sin tiranos, un mundo sin pobres, ni miseria.
Un mundo donde los pueblos sean hermanos, sin guerras, donde todos tengan
derecho a trabajar, a tener la mejor atención de salud, a tener
una instrucción... Es decir: un mundo que crezca sobre el ejemplo
de la Revolución cubana.
Yo soy una joven médica italiana, porque nací en Italia,
pero el latido de mi corazón tiene el ritmo cubano (ya sea conga,
salsa o merengue, en dependencia de los momentos).
He tenido, gracias a los compañeros de CUBASOLAR y a las autoridades
cubanas que lo han permitido, la oportunidad de vivir y trabajar durante
nueve meses como médico de la familia en Mayarí Arriba,
municipio II Frente. Esta experiencia me cambió la vida. En Cuba
he aprendido que es mucho mejor vivir con sencillez, no hace falta tener
las cosas que cada familia tiene en Europa, porque si falta el calor humano
no hay vida. ¡Y los cubanos están ricos en calor humano!
Cuando decidí hacer mis prácticas en Cuba sabía que
iba a vivir una experiencia muy importante, quería aprender un
poco de la habilidad que tienen los óptimos médicos cubanos,
quería conocer desde más cerca los ideales de la Revolución,
y quería compartir con el pueblo un poco de su lucha contra el
bloqueo y el sistema capitalista. Pero nunca hubiera podido imaginar que
mi alma se iba a revolver tanto, que ahora se me hace imposible vivir
en Europa.
Esta experiencia me abrió los ojos: Cuba es la libertad, Europa
es la cárcel. Yo, simplemente, no estoy dispuesta a aceptar los
compromisos que impone el Estado italiano, que en definitiva no es otra
cosa que un pequeño apéndice de los Estados Unidos.
Un ejemplo de solidaridad que me impresionó mucho es el amor con
el que los médicos cubanos cumplen misiones internacionalistas.
Yo empezaré en abril la especialidad de Medicina General en Italia,
pero en realidad esto no es lo que yo quisiera hacer. El deseo más
grande de mi vida es un día vivir y trabajar en Cuba, junto con
el pueblo que yo siento hermano y que mis hijos puedan nacer, crecer,
estudiar y hacerse hombres en esta sociedad de ideales humanos y solidarios.
Siento mucha admiración por los médicos internacionalistas
cubanos y quisiera yo también cumplir misión en Haití,
que es el país más pobre o en cualquier otro país
de América Latina o de África que me necesite.
El Ministerio de Salud de Italia no permite hacer esto, y, además,
yo quisiera ser parte de los compañeros cubanos. Por esto, si fuera
necesario, estoy dispuesta a comprobar mi título de médico,
y que me examine cualquier Facultad de Medicina de Cuba. Porque mi sueño
es, ahora, cumplir una misión con los médicos cubanos y,
al regresar, hacerme especialista en Cuba.
Yo no sé si todo esto será posible, pero he aprendido que
usted escucha al pueblo, y le pido que, por favor, aunque soy ciudadana
italiana, me considere miembro de su maravilloso pueblo.
Gracias por existir, gracias por luchar, gracias por su ejemplo.
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