La
próxima
crisis mundial del petróleo
Angelo
Baracca
Doctor en Ciencias.
Profesor de la Facultad de Física de la Universidad de La
Habana.
La taza
de extracción de petróleo
en el ámbito mundial debe alcanzar su nivel máximo
en la presente década y luego empezará a bajar dramáticamente.
El problema
de los recursos petroleros está determinando desarrollos
sumamente negativos e inquietantes en los acontecimientos mundiales.
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Vale la pena analizar
en detalle este problema, que es de vital importancia para todos, y actualizar
los conocimientos y los puntos de vista generales, para que se puedan
tener criterios más conscientes. El desarrollo mundial se basa
en la «economía del petróleo»: las economías
industrializadas extraen 80 % de la energía que necesitan de los
combustibles fósiles, extraídos naturalmente en países
más pobres.
Parece dominar todavía un punto de vista común que se afirmó
en las últimas décadas en las investigaciones, sobre todo
de las multinacionales petroleras, según el cual los depósitos
naturales de petróleo y de gas natural del planeta son tan grandes
que durante muchas décadas, a lo largo del siglo, no habrá
que preocuparse por el suministro de estos combustibles fósiles.
En realidad, aparece cada día más claro que las cosas no
están absolutamente de esta manera. Pero, aún antes de entrar
en este tema, vale la pena subrayar cómo dicha actitud conlleva
a varios disparates y absurdos. En primer lugar, hace falta recordar que
la humanidad, a lo largo de una historia de miles de años de civilización,
está acabando totalmente con estos recursos naturales en menos
de dos siglos. Y, no menos grave, los está literalmente derrochando
por el modo en que los emplea. En efecto, estas moléculas naturales
complejas han incorporado un alto nivel de organización y de información
(en términos físicos, de entropía negativa), en procesos
que se han dado en condiciones muy particulares de la superficie del planeta,
que no se van a repetir fácilmente y que en cualquier caso necesitarían
millones de años para reproducir estos recursos.

La tasa de extracción de los nuevos depósitos de petróleo
crece rápidamente
porque se extrae el petróleo superficial, hasta que alcanza un
nivel que exige
más energía para su extracción que la contenida en
el propio yacimiento.
No sólo, pues,
se trata de recursos no renovables, sino que las utilizaciones principales
que se hacen de ellos consisten en quemarlos: no es necesario tener conocimientos
profundos de termodinámica para darse cuenta de que la combustión
descompone estas moléculas altamente organizadas y degrada su orden
en el movimiento caótico que constituye la energía térmica.
No sólo cuando se queman estos combustibles en las centrales termoeléctricas
se obtiene una cantidad de energía eléctrica que es de 30
a 40 % de la energía térmica producida en su combustión
(y mucho menos en los motores de los carros), sino que también
se produce una grave contaminación del medio ambiente (baste mencionar,
entre otras, la cantidad de CO2 producida en la
combustión, principal responsable del efecto invernadero y del
calentamiento global); y además (y quizá sobre todo) muchas
de las utilizaciones, tanto de estos combustibles como de la electricidad,
podrían obtenerse con procesos más eficientes y ahorradores,
de fuentes primarias renovables, con una menor degradación de la
energía y menos contaminantes. La «economía del petróleo»,
entonces, es un absurdo en sí misma, y contradice cualquier lógica
de desarrollo sostenible.
Todo
esto es agravado por el hecho, subrayado por los análisis y
los datos más actualizados, de que esta economía no
podrá sostenerse por mucho tiempo, y debe explicarse el porqué.
El punto de vista que se sustenta en la alta consistencia de los depósitos
naturales de combustibles fósiles (se habla principalmente
del petróleo, pero consideraciones parecidas se aplican también
al gas natural), aparece muy distorsionado y engañador: el
parámetro relevante que se considera, más que la cantidad
de petróleo, es su «tasa de extracción»,
o sea, el número de barriles que se extraen anualmente.
El hecho fundamental es que durante la explotación de un pozo
o de un área petrolera después de su descubrimiento,
la tasa de extracción crece rápidamente, puesto que
se extrae el petróleo más superficial y abundante, con
una necesidad relativamente limitada de recursos técnicos y
energéticos.
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La estrategia de las trasnacionales
del petróleo es destinar los escasos hidrocarburos para quemarlo
en las centrales termoeléctricas,
en lugar de preservar ese valioso
recurso para la producción
de medicamentos.
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Pero a medida que
su explotación procede, la tasa de extracción empieza a
disminuir hasta que alcanza un máximo cuando el depósito
está alrededor de la mitad de su consistencia total, y luego empieza
a bajar: el motivo es que gradualmente queda el petróleo más
profundo, o más difícil para extraer, así que son
necesarios más recursos técnicos, económicos y energéticos.
¡Mucho antes de que el pozo o el área se agote, sucede que
para extraer un barril de petróleo es necesaria una energía
superior a la que él contiene! Así, en el depósito
natural queda una cantidad considerable de petróleo que no se puede
extraer. Y no se trata sólo de un aumento de los costos económicos
de extracción: cuando se llega a este límite sería
absurdo continuar en la extracción aunque el petróleo se
vendiera a muy altos precios, porque contiene menos energía que
la necesaria para su extracción.
Estos hechos se conocen en realidad desde hace mucho tiempo. En 1956 el
geólogo Hubbert, investigador de la Shell, al desarrollar estos
razonamientos predijo que la extracción de petróleo en Estados
Unidos (con la exclusión de Alaska) habría alcanzado el
máximo en 1970, y luego habría empezado a bajar: esta predicción
fue entonces ridiculizada, pero en realidad ¡este máximo
realmente se alcanzó en el año 1971! Desde entonces la extracción
en esta área ha ido bajando rápidamente, y las predicciones
actuales son que, aunque su depósito se halle lejos aún
de agotarse, dejará de dar petróleo dentro de pocos años
(sobre la explotación de los depósitos de Alaska hay una
fuerte polémica y una oposición de los ambientalistas).
Sobre la base de estas consideraciones (que han sido confirmadas en muchos
casos concretos) y de un análisis detallado de todos los depósitos
naturales mundiales, las predicciones más actualizadas prevén
que la tasa de extracción del petróleo en el ámbito
mundial se está acercando rápidamente al máximo que
debería alcanzarse alrededor del final de esta década, y
luego empezará a bajar: Alrededor de la mitad del siglo la tasa
mundial de extracción deberá reducirse más o menos
a la mitad del actual. Como confirmación de esta previsión,
la tasa de extracción en los países no-OPEP ya ha alcanzado
el máximo en los últimos años.
Es evidente
el dramatismo de esta previsión. La demanda de petróleo
sigue aumentando: el Annual Energy Outlook del Departamento de Energía
de Estados Unidos prevé que la demanda mundial de crudo se
incrementará 61 % en los próximos 25 años,
con relación al año 2003.
Las grandes
compañías multinacionales del petróleo fingen
ignorar estas conclusiones. Y la mayoría de sus economistas
hacen lo mismo (así como parecen insensibles a los problemas
del medio ambiente). Pero en agosto pasado Shell ha admitido que
«podríamos ver escasez de petróleo desde el
2025».
Además, conclusiones análogas pueden obtenerse con
un razonamiento aún más intuitivo. El máximo
del ritmo de descubrimiento de nuevos depósitos de petróleo
se alcanzó en 1965: el petróleo que se extrae ha superado
rápidamente lo que se va descubriendo.
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La utilización del petróleo
y la fusión nuclear como fuentes energéticas es la
principal causa del deterioro ambiental del planeta.
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Actualmente el petróleo
total que queda por descubrir se evalúa en alrededor de 163 Gb
(Gigabarril = mil millones de barriles), y se prevé un aumento
de extracción de 6 Gb/año. Mientras, las reservas totales
ciertas y probables se evalúan en 821 Gb, y las posibles, alrededor
de 150 Gb, proveyendo una extracción actual de 23 Gb/año.
Resulta claro que los nuevos descubrimientos no pueden reconstituir el
petróleo que se extrae, así que el ritmo de extracción
deberá disminuir inevitablemente.
Para el gas natural las previsiones no son diferentes, sólo que
el límite máximo resultaría ligeramente atrasado,
alrededor del año 2030, pero con una baja sensible e indetenible
hacia el 2050. Hace falta notar que existen ingentes depósitos,
tanto de petróleo como de gases «no-convencionales»
(arenas bituminosas, aceites pesados o en aguas profundas, gas polar,
metano en cama de carbón); pero su extracción requiere una
tecnología sofisticada y en parte no todavía disponible
por sus costos adicionales; además, suelen contener menos energía,
así que nuevamente la energía necesaria para extraerlos
va a poner un límite determinante. Quedan grandes depósitos
mundiales de carbón, pero este combustible es mucho más
contaminante, y su uso conlleva problemas y costos adicionales (económicos,
ambientales, sanitarios).

En las próximas décadas no habrá petróleo
para todos,
aunque se le busque en las profundidades del océano
o en el desierto
Las consecuencias
de esta situación y de estas perspectivas pueden ser dramáticas:
¡no habrá petróleo para todos! Los gobiernos lo ocultan,
pero deben conocerlo muy bien: sobre todo el gobierno de Estados Unidos,
cuyo actual presidente pertenece a una de las familias de los mayores
petroleros de Texas, y muchos de sus colaboradores están vinculados
con el petróleo. Aproximadamente 64 % de las reservas ciertas se
encuentran en el Oriente Medio, y 73 % en países musulmanes. Es
evidente que las guerras pasadas y futuras de Estados Unidos son en buena
parte motivadas por el objetivo de controlar las áreas petroleras
más importantes (Oriente Medio, repúblicas de Asia Central,
así como Venezuela, mientras se agudiza el interés de Estados
Unidos por África), y las áreas estratégicas, en
particular las que son necesarias para el transporte del petróleo
y del gas natural (Balcanes, Afganistán, Pakistán, Cáucaso).
El objetivo inmediato fue Irak: ¿cuáles serán los
próximos? ¡Esta es la economía del petróleo!
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