Decálogo de la sobriedad
Enrico Turrini
Pensador y científico nacido en Italia.
Autor de los libros
El camino del Sol y Energía y democracia,
entre otros títulos y artículos.
Miembro de Honor de CUBASOLAR.
El digno pueblo cubano, con su Revolución Solar
en incesante desarrollo, nos ayuda a comprender que sin sobriedad nuestro planeta no tiene futuro. Siguiendo el ejemplo de este pueblo podemos proponer el «decálogo de la sobriedad», resumido
en diez pequeñas reglas: |
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1. Por la mañana me dejo despertar por el Sol calentico (a veces escondido detrás de las nubes), el cual me incita a no gastar mis energías un poco dormidas y arrojándome de cabeza con ánimo y vida, sino a dejarme acariciar por sus rayos, respirar intensamente
y hacer ejercicios físicos sencillos, cargándome así de su energía, que envía a todos con cariño, y que entonces me da aliento para entregarme con gratitud a la construcción de un mundo nuevo.
2. Ha llegado el momento de abrir el grifo del agua para lavarme. Me acuerdo que el 2003 fue declarado por Naciones Unidas «Año Internacional del Agua», pero al mismo tiempo
no puedo olvidar que los países más ricos gastan casi 90 % del agua disponible del planeta y dejan morir de sed anualmente a dos millones de hombres en los países pobres del Sur. Por lo tanto, me entrego a dar una señal en la dirección contraria al utilizar el agua con sobriedad, evitar cualquier despilfarro y sensibilizar a parientes y amigos sobre el tema.
3. Ahora tengo que ir a un lugar lejano de mi casa por el trabajo o por el descanso.
Cuando tengo la posibilidad de utilizar los medios de transporte público, como el tren o el bus, ¿por qué no dejo mi carro en el garaje? Así contribuyo con el ahorro de energía y la disminución de la polución. ¡Esa sí es una señal de amor hacia los demás! También puedo darme cuenta de que, a pesar de utilizar un poco más de tiempo, evito el stress por manejar, tendré la oportunidad de relacionarme con otras personas, y promuevo el nacimiento de pensamientos positivos e irradiar a los demás.
4. Es el momento de dar la cara para preguntarme qué debo hacer en el día que comienza. En relación con la alimentación, busco nutrirme de manera equilibrada con productos naturales sin tratamientos químicos, elijo una dieta preferiblemente vegetariana, que permita una drástica reducción de lo que se necesita de la superficie agrícola per cápita, por la razón de que cerca de 10 % del contenido energético de los productos vegetales ingeridos por los animales se transforma en carne comestible y el otro 90 % en desechos.
Además, evito comprar productos de las transnacionales que explotan a los pueblos del Sur del mundo. En relación con las enfermedades, elijo la prevención, y si me enfermo procuro curarme con los medicamentos que me ofrece la naturaleza. En la actividad laboral y de descanso busco estar lejos de la mentalidad del «usar y botar», elijo el camino del reciclaje cerca de la naturaleza. En relación con las necesidades de energía, busco utilizar bombillas y otros equipos de bajo gasto y me convierto en promotor de la energía solar.
En fin, en las relaciones con otras personas procuro expresar la importancia de traducir en vida los ideales de justicia, de paz y del compartir, y evito el lujo y el despilfarro.
5. A la puesta del Sol hago un balance crítico de mi conducta en relación con la sobriedad, para poder hacer al día siguiente otro paso adelante en la dirección correcta.
Quiero ahora completar el decálogo con un examen más penetrante de todo el arco de mi vida, tomando en cuenta las palabras del apóstol cubano José Martí «Vengo del Sol y al Sol voy».
6. Desde niño, en las primeras luces de mi vida, el Sol me ayuda a comprender la belleza de una flor que brota y se introduce en la naturaleza sin ruido y sin despilfarro de energía. Por lo tanto, el Sol me invita a abrirme así como una flor, expresando mi alegría de vivir de manera sencilla, sin transformar mi vitalidad en agresividad, jugando suavecito con mis amiguitos, sin peleas y golpes.
7. Creciendo, el Sol, como mismo trasmite al animalito la energía para desarrollarse de acuerdo con su estructura peculiar, me aconseja, hablándome con sus rayos, elegir el tipo de estudio y después la actividad laboral que más se acercan a mi conformación psicofísica, de manera que pueda brindar a los demás lo mejor de mí mismo, sin gastar de forma superflua mis energías y elegir entonces el camino de la sobriedad.
8. Llega después el momento de los encuentros muchachas-muchachos. También en estas circunstancias el Sol me propone la sobriedad en la búsqueda de la compañera o compañero de la vida con la cual o con el cual compartir los mismos ideales y caminar juntos ayudándose uno al otro. Así los resultados no se doblan, sino se logra cien veces más.
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8. Llega después el momento de los encuentros muchachas-muchachos. También en estas circunstancias el Sol me propone la sobriedad en la búsqueda de la compañera o compañero de la vida con la cual o con el cual compartir los mismos ideales y caminar juntos ayudándose uno al otro. Así los resultados no se doblan, sino se logra cien veces más.
9. Cuando me nace un niño, volviéndome mamá o papá, ¿qué hacer? Hace falta no considerarlo mi propiedad, como si quisiera de manera egoísta que él envíe todas sus energías hacia mí, sino ayudar a ese niño a convertirse en un rayito de Sol que brinda energía positiva a quien se encuentre en el camino de su vida.
10. Al fin llega el final de la vida. No debo considerarlo un acontecimiento triste. En ese caso el Sol no me deja solo, sino me brinda su ejemplo. De hecho, a su puesta él envía sus rayos con los colores más lindos y más alegres, y así me sugiere que a través de la muerte, entendida como ofrecimiento de la propia vida, surgirán nuevas alboradas, nuevas vidas. Si en aquel momento logro, como el Sol, tener alegría, significa que he comprendido en su corazón el sentido de la sobriedad.
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