Crecí como una autómata delante del televisor y durante
años alcanzaba las más altas calificaciones de cualquier
jueguito banal de Brady Bunch; era un haz en ese tipo de juegos con
la televisión. Pero cuando arribé a la edad de veinte
años abandoné para siempre toda esta inmovilidad frente
a la pantalla.
Boté mi televisor y decidí dedicarme a dos cosas: leer
libros y salvar el mundo. Aunque no he logrado lo segundo, me satisface
mucho no tener ese aparato. Pero por ironías
de la vida, ahora me encuentro nuevamente atrapada por la cultura
televisiva.
Televisión revolucionaria
El Programa de Salas de Televisión, organizado después
de la Revolución, ha llevado
la televisión solar a medio millón de personas que
viven en zonas rurales y no están conectados a la red nacional
de electricidad. Antes de detenerse a pensar en programas norteamericanos,
como ¿Quién quiere ser millonario? o Los Osbornes,
se debe reflexionar sobre el hecho de que los programas de la televisión
en Cuba educan a la población rural en muchos temas culturales
y sociales.
Este Programa comenzó en mayo de 2001. Ya Cuba hacía
más de un decenio que había electrificado con módulos
fotovoltaicos las comunidades rurales. Después de 1959, año
en que triunfó la Revolución, Cuba tenía un
intercambio justo de azúcar por petróleo en términos
de precio con la antigua URSS; al desmoronarse el campo socialista
la Isla tuvo que salir a comprar petróleo al mercado mundial
a precios inalcanzables, y fue entonces que comenzó con gran
empuje el uso de las fuentes renovables de energía.
CUBASOLAR, una organización no gubernamental cubana, en 1989
electrificó con módulos fotovoltaicos la primera clínica
rural de salud. Desde entonces CUBASOLAR
y EcoSol, una compañía de energía
renovable, electrificaron conjuntamente casi todas las clínicas
rurales de salud en el país.
Cada clínica de salud (llamada y conocida como la casita
del médico de la familia, por vivir el galeno en el piso
de arriba), estuvo dotada de un televisor y una vídeocasetera
para ver vídeos de educación para la salud. Desafortunadamente,
como ésta fue la única televisión disponible
en esa localidad, el médico no descansaba, pues era mucha
la gente que iba a ver el aparato. Es por esa razón que el
Estado cubano decide poner un centro de TV/Vídeo para todos
los pobladores de la comunidad; nació así el Programa
de Salas de Televisión.
Electrificación solar
Después de localizar las comunidades rurales que no estaban
conectadas al sistema Electroenergético Nacional, y de evaluar
cuál sería la mejor forma de crear las salas,
se inició la construcción. En la primera etapa se
construyeron 790 salas en aquellos lugares no conectados a la red
nacional y cuya población era numerosa. En la segunda etapa
fueron incluidas las comunidades con minihidroeléctricas
que operan durante la temporada de seca y comunidades con pobre
servicio eléctrico dentro de la red nacional. Los paneles
fotovoltaicos fabricados en Cuba brindan energía a todas
esas salas de vídeo.
Este nuevo proceso de electrificación fue similar al que
Cuba realizó en el caso de las más de dos mil escuelas
rurales dotadas con módulos fotovoltaicos. Las mismas brigadas
de trabajadores que instalaron los sistemas en las escuelas, lo
hicieron también en las salas. Los empleados de las salas
recibieron cursos sobre el mantenimiento de los sistemas. Cada tres
meses, un técnico de la empresa EcoSol visita cada comunidad
para chequear los sistemas, en la casa del médico de la familia,
en la escuela y en la sala de vídeo.
Ahora todas las salas de vídeo de las comunidades rurales
operan con la energía generada por estos módulos;
de ellos, 1 157 disponen de una capacidad para treinta personas
y 728 para cincuenta. Cada sala emplea a cuatro personas, seleccionadas
por los miembros de la comunidad. De esta forma, el programa ha
creado 7 540 nuevos empleos, proporcionados por el Estado, en su
mayoría para mujeres y jóvenes.
El sistema está diseñado para funcionar durante diez
horas al día sin la vídeocasetera y durante ocho horas
al día con la vídeocasetera, con tres días
de autonomía en cada caso. Las salas funcionan día
y noche, en dependencia del interés de la comunidad.
Contenido de la comunidad
La gente mira programas de distintos temas: infantiles, recreativos,
educacionales, políticos e informativos. Las salas también
reciben programas con temas educativos para los médicos,
maestros y educadores de la comunidad. Cada sala recibe ocho bloques
de materiales educativos, cada uno con seis horas de vídeo.
Conjuntamente, cada sala tiene 165 programas educacionales.

Cerca de dos mil salas de video y TV contribuyen
a la elevación de la calidad de vida de los habitantes
en igual cantidad de comunidades.
Los temas tratados son: la salud, el impacto social y la adicción
al alcohol, las enfermedades de transmisión sexual, las consecuencias
de la violencia en el hogar, la necesidad de la mamografía
como examen periódico en las mujeres, el SIDA, el riesgo
del embarazo en la adolescencia, la promoción de un estilo
de vida sano, los beneficios de la lactancia materna, los beneficios
de comer vegetales, la identidad y tradición del campesino
cubano y la historia de Cuba, entre otros.
Algunas de las comunidades están también comenzando
a organizar bibliotecas en las salas con la ayuda del Gobierno local.
En el momento de escribir este artículo, había veinticinco
libros en cada una; también están comenzando a disponer
de tableros de ajedrez. Según Amado Calzadilla, uno de los
directores del Programa de CUBASOLAR, en la provincia oriental de
Granma, «el objetivo central es tener cuatro tableros de ajedrez
en cada sala, como otra forma de aprender algo nuevo, y a la vez
contar con una distracción sana en esos remotos parajes».
Herramienta para cambiar
Además de ser una fuente de empleo, las salas se han convertido
en importantes lugares de reunión, lo cual contribuye a elevar
el conocimiento de la población de la localidad. Según
Calzadilla, el médico de la familia, los maestros y los miembros
de las organizaciones que trabajan con mujeres, niños, jóvenes
y campesinos, usan los vídeos educacionales e instructivos
para «aumentar el conocimiento de la población en asuntos
vitales como la cultura, la salud, la creación de hábitos
saludables de vida, etcétera».
Resulta una paradoja para mí ver que en estas comunidades
la gente ha vivido sin televisión por más de diez
años, y que mi hijo haya crecido entre los televisados muñequitos
del conejo Bugs y su pasión por la lectura; me resulta difícil,
por lo tanto, trabajar por la electrificación para que la
gente se cautive con la pequeña pantalla en cuanto tiene
un minuto, pero es obvio que la televisión como medio ocasiona
impactos en dependencia de cómo se utilice. Cuba ha demostrado
que con la electrificación mediante módulos fotovoltaicos
se puede cambiar la vida de los habitantes de las zonas rurales
para su mejoría.
(Artículo publicado en Home Power
No. 102, en agosto-septiembre 2004).
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