La sinergia de Roberto Manzano

Por Alejandro Montecinos Larrosa
e-mail: editora@cubasolar.cu

   

Cuando el poeta canta con voz gustosa, el objeto de su canto adquiere una vibración que enamora. Eso sostiene con su obra Roberto Manzano Díaz, «soldado de una milicia invisible» que, según él, no desertará jamás.

Al poeta lo hemos tenido entre nosotros, con las herramientas de la edición para impulsar Eco Solar (revista científica electrónica), con la paciencia –y sabiduría– para engrandecer algunos libros de divulgación científico-popular, con los dibujos suyos que enaltecen Germinal (publicación de educación alimentaria), con sus textos diseminados en la diversa producción de la Editorial CUBASOLAR...

Al poeta le conocemos su sinceridad creadora, el cariño para compartir saberes, la provocación útil de su verbo. Él sabe que nuestra suerte discurre por los vasos comunicantes entre la poesía y la ciencia, entre el rocío y la tecnología, entre el amor
y la técnica. Juntos, todos, sostenemos la vida. Y el hombre, juntador por vocación y destino, crece cuando encamina.

Crece y junta Roberto Manzano en su silencio creador, y ya se le reconoce su andadura: recientemente obtuvo el Premio Nicolás Guillén de Poesía 2005, «el concurso de mayor significación en el sistema literario cubano entre los dedicados a reconocer un libro de este género», dicen los organizadores del certamen. La Editorial CUBASOLAR saluda con orgullo al poeta, quien colaboró (y aún lo hace) con su trabajo.

De Synergos, el poemario premiado, Energía y tú reproduce un texto que alerta y aupa con sus interrogantes (responsables todos de las respuestas).

A Manzano agradecemos esta cosmogonía del hombre, desde el prístino caos de las esdrújulas hacia la diafanidad de las noticias enviadas, desde el vitoreo de los «cánticos adánicos» hacia los mensajes que adelantan el «estrellerío insomne».

 

V

Así a dónde vamos a ir, si necesitamos tanto? Si todo se gasta un jolongo de algo,
un tranvía de eso y de aquello, un triste diapasón de utensilios;

porque no hay manera, no basta con las manos, no basta con añadir los pies, las rodillas, los codos, los hombros, la cabeza;

no basta: siempre urge una prolongación, un abarque mayor o menor, una hendidura más larga, una extensión casi planetaria;

en cuanto se viene desnudos y desnudos nos marchamos, debíamos tener una desnudez intermedia, pero no es posible;

nos vamos entretejiendo, envolviéndonos, esposándonos, hilándonos y deshilándonos, oh Penélope;

y nos vamos alargando, demorando, sucediéndonos repletos de botones, bocinas, barrenas, oh Odiseo;

grandes son las alforjas de nuestro destino, crecen como los gajos de un milagro, pues vivimos de adminículos;

dependemos de los artesanos que se especializan, de las industrias que se especializan, de los países que se especializan;

toda nuestra libertad radica en el aceite, la sal, la tinta, el petróleo, el papel, el fósforo, el antibiótico;

toda nuestra existencia pasa como un hilo por el que trae el ajo, el distribuidor hidráulico,
el mecánico de las imágenes y los dientes;

oh Edison, cómo es posible? hacia dónde vamos a ir si ya necesitamos de este modo? hacia dónde, si somos tantos, y demandamos tanto?;

cuántas cucharitas de diversos tipos, cuántos cuchillitos para los pies, los panes, los pescados;

cuántos espejos y cremas, cuántas tenazas y esmeriles, cuántos títulos y expedientes, cuántos galones y planillas;

cuántas sogas y diademas, detectores y lentes, armas y bebidas, aviones y peinetas, espátulas y misiles;

y hemos olvidado los matices simbólicos del cielo, el sabor del rocío o de la yerba macerada bajo las caderas del amor;

a qué olían las costas de los ríos vírgenes, los langostinos de los arroyuelos, las manos de la amada dentro de las hojasdel sasafrás solemne?;

fíjate bien, Tersites, que todo es agotable, insostenible, deleznable, expulsable, pero goza de un acabado perfecto;

fíjate que todo fosforece en líneas puras, pero es para un sólo golpe de boca
o para el paréntesis fugitivo del mes;

qué se fizieron los ebanistas que levantaban aquellos muebles sólidos, aquellas mesas que atravesaban como barcos las aguas de los siglos?;

qué se fizieron los artefactos solos, que no formaban cadenas de cadenas, que eran inderivables unos de otros como zafados eslabones?;

oh Plutón, vivir para tantas cosas grandes y chiquitas, urgentes y bellas, frágiles y mancomunadas, terminables y extensas;

con cuántos racimos vive el hombre, dentro de qué férulas, árbol que nunca acaba
de gajear hacia la totalidad del viento.