Situación de los recursos
hídricos en América Latina
y el Caribe
Introducción
Como parte del Año Internacional del Agua Dulce se celebró en La Paz, Bolivia, el Foro de las Américas, el encuentro de mayor alcance en el continente dedicado
a la concertación como instrumento para la gestión sostenible del agua dulce en el siglo XXI.
El objetivo principal fue conformar un espacio de análisis e intercambio sobre experiencias relevantes de concertación social que contribuyeran a la consolidación de políticas y estrategias
de gestión y conservación en el continente. |
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También, durante el Tercer Foro Mundial del Agua realizado en Kyoto, Japón, se celebró el Día de las Américas, donde ejecutivos y representantes de la sociedad civil del continente reflexionaron sobre la precaria situación existente, examinaron numerosos estudios de casos, se presentaron experiencias sobre la gestión general de los recursos hídricos y se llegó a consenso sobre algunas iniciativas para enfrentar los problemas existentes y exponer futuras soluciones.
Crisis
La región de América Latina y el Caribe posee un enorme potencial hídrico (40 % del agua dulce del mundo y menos de 10 % de la población), pero se encuentra muy mal distribuido: un alto porcentaje de la población no tiene acceso adecuado al agua y muchas más personas viven con pésimas condiciones de saneamiento; la infraestructura es vieja y se explota intensivamente; el agua es vital para el desarrollo de la región, pero es aguda la falta de financiamiento e inversiones; las nuevas inversiones son muy costosas y con largos plazos de ejecución, y las políticas aplicadas hasta el presente en la gestión de los recursos hídricos han resultado muy sensibles a la población.
Mucha gente en Latinoamérica y el Caribe aún carece de servicios básicos: 75 millones sin acceso al agua potable, 116 millones sin acceso al saneamiento adecuado, más
de 87 % de las aguas negras domésticas no son tratadas, 56 millones no tienen servicio de electricidad, 96 millones utilizan biomasa para cocinar y calentarse, 203 millones viven en condiciones de viviendas inadecuadas. Los desastres naturales vinculados al agua –inundaciones y sequías– han tenido un impacto letal en la región y constituyen fenómenos que se harán más frecuentes en el futuro, como fue ocurriendo en 2004.
El crecimiento poblacional en la región fue de 100 a 520 millones de personas desde 1930 a 2002, tendencia que se mantiene en la actualidad, y resulta también la región del Sur con más alto grado de urbanización (75 %). Estas características, sumadas al desarrollo del turismo y a la inseguridad alimentaria, hacen que se prevea un aumento de 70 % en la demanda hídrica para el 2015.
Viejos y nuevos problemas que provocan y mantienen la crisis
–El agua en la región es algo más que lluvia, escorrentía e infiltración. Va más allá del ciclo hidrológico y de sus estadísticas. En materia de agua se adoptan paradigmas y sin haberlos cumplido se establecen otros nuevos, de modo que a los viejos problemas se les unen nuevos retos para desdicha de la población y los tomadores de decisiones conscientes.
–A los ecosistemas costeros está vinculado el 60 % de la población en la región, y la estabilidad de estos ecosistemas, así como la de los océanos, está directamente relacionada con las actividades en las cuencas, de donde proviene 80 % de la contaminación marina.
–Falta de institucionalidad hídrica, de desarrollo del conocimiento y de la innovación tecnológica, y no se practica la democracia participativa de todos los sectores en la toma de decisiones vinculadas con el agua.
–Urge calmar la sed de los pobres y salvar el ambiente para salvar vidas.
–La sobreexplotación de acuíferos y la carencia de fuentes superficiales constituyen desafíos que requieren atención inmediata.
–Uno de los problemas más acuciantes que enfrentan las ciudades en América Latina y el Caribe es la necesidad de incrementar el tratamiento de sus aguas residuales, que hoy sólo alcanzan menos de 25 %. Se calcula que diariamente son descargadas más de veinte mil toneladas de materia orgánica a los cursos de agua.
–La acelerada urbanización ha traído también importantes efectos negativos sobre el medio ambiente y el deterioro de patrimonios naturales en las zonas vecinas, lo que limita aún más la disponibilidad de agua, tanto de las fuentes subterráneas como de las superficiales. Hay que encontrar maneras de restablecer este balance, de trasladar recursos del sector urbano al rural para conservar las cuencas, así como las funciones y servicios de los ecosistemas.
–Con el desarrollo de los acuerdos internacionales de comercio y la inversión extranjera, debe tenerse cuidado de que en el marco internacional se comprenda bien y se reflejen completamente sus vínculos con la gestión y conservación del agua como elemento sustentador de la vida, y tomar medidas para prevenir la pérdida de control local, sobre todo para mantener a la vez el atractivo de este recurso para las negociaciones.
Hacia el 2015
Para enfrentar la crisis antes descrita hay que brindar solución a muchos problemas. Para ello se necesita establecer un nuevo y más completo enfoque sobre los recursos hídricos que facilite la relación entre los ecosistemas y las actividades socioeconómicas en las cuencas fluviales.
El arreglo institucional del sector agua en América Latina y el Caribe no puede ser analizado, ni estructurado, independientemente de la estructura organizativa política, social, económica y administrativa prevaleciente, y de las características culturales y las necesidades de los diferentes sectores usuarios, sobre todo de la población que carece
de los servicios de agua y saneamiento. La lucha contra la pobreza necesita un nuevo enfoque en cuanto a los servicios del agua.
Hay que cambiar el injusto orden económico que impone la Organización Mundial del Comercio (OMC), los inversionistas de países desarrollados y de organizaciones multilaterales, pues resulta incongruente, negativo y comprometedor que los negocios y tratados comerciales y la privatización se ejecuten sin tener en cuenta ni darle prioridad
al agua. A lo anterior hay que añadir que hoy los fondos de cooperación se reducen drásticamente, sólo por excepción los países del Norte cumplen el aporte de 0,7 %
de su PIB como ayuda oficial al desarrollo, la inversión privada se retrae y los bancos
dan marcha atrás a los créditos a largo plazo, además de imponer nuevas y más variadas restricciones que resultan muy adversas para los países del Sur.
Para el 2015 se aumentará en 70 % la demanda de agua, y la meta es reducir en 50 %
las personas que hoy no la poseen, para lo cual se necesitaría incrementar anualmente entre 35 y 40 % la cobertura de agua y saneamiento durante los próximos quince años.
Para ello se tendrían que duplicar las tasas de conexión que se alcanzaron en los últimos diez años, para servir aproximadamente a más de 150 millones de personas en un escenario donde las fuentes de agua cercanas prácticamente han sido agotadas y se necesitan sistemas más costosos de conducción, transporte y tratamiento del agua
y de los desechos.
Todo esto requiere de grandes esfuerzos de inversión, pero más aún de innovación de las soluciones tradicionales, acompañadas de la concreción de cambios estructurales, para poder remover los principales obstáculos institucionales, financieros y sociales que se han opuesto a un desarrollo más consecuente, tanto del sector agua como del agrícola y del energético. Esto será improbable si persisten los esquemas tradicionales de inequidad
y las agresiones que impone la globalización neoliberal. |