La bomba vaquera



 

Por
Alejandro Montecinos Larrosa*

Singular equipo para abrevar
el ganado, con el concurso
de los propios animales.

 

¿Bomba vaquera? A cualquiera le asalta la duda o recurre a una indagación perspicaz en relación con esta denominación. El asunto se complica si se visita el Centro Integrado de Tecnología Apropiada (CITA), de Camagüey, donde con la mayor naturalidad se refieren a los más diversos equipos para el abastecimiento de agua alternativo, entre ellos las bombas de soga (de cuerda o mecate) y la vaquera.

Sin profundizar en los asuntos etimológicos, la palabra bomba generalmente se asocia con enfrentamientos bélicos (o en los últimos tiempos con acciones terroristas en cualquier coordenada terrestre), pero en este caso el término se vincula, según la sapiencia de la Real Academia Española, con la máquina o artefacto para elevar el agua u otro líquido y darle impulso en una dirección determinada.

Al final, la perspicacia de los cubanos motiva que casi todos formulen la misma pregunta cuando alguien explica el principio de funcionamiento de la bomba vaquera: «¿Cómo las vacas adivinan que deben empujar con la nariz la palanca o balancín del equipo?». Los especialistas responden con mejor gracejo: «Ya se organiza un curso de postgrado para los toros, que a su vez enseñarán a las vacas y sus crías».

Del catauro de bombas
Los ingenieros les complican la vida a los lingüistas con sus artefactos y su pertinaz tendencia a la clasificación («con fines científicos y comunicacionales», aseguran).
Según el ruso Nekrasov, las bombas son «máquinas para crear un flujo (corriente) energizado de un medio líquido», y especifica que se entiende como tal el líquido de gotas que puede contener fases sólida y gaseosa. Por su parte un cubano, el Dr. Pérez Franco, las denomina como «equipos mecánicos que sirven para elevar los líquidos y conducirlos de un lugar a otro, o lo que es lo mismo, comunicarles cierta cantidad de energía (carga) que les permita vencer la resistencia de las tuberías a la circulación, así como la carga que representa la diferencia de nivel entre el lugar de donde se toma el líquido y el lugar a donde se pretende llevar».

En dependencia de las características del accionamiento sobre el líquido, las bombas se clasifican en dos grandes grupos: dinámicas y volumétricas. En las primeras, la cámara de trabajo se comunica constantemente con la entrada y la salida de la bomba; en las segundas, la cámara de trabajo cambia periódicamente su volumen, alternando su comunicación con la entrada y la salida de la bomba.

Dentro de las bombas dinámicas se incluyen las de paletas (centrífugas y axiales), las electromagnéticas y las de rozamiento (de tornillo sin fin, de discos, de chorro, etc.). Y las bombas cuyo órgano impulsor realiza un movimiento rectilíneo alternativo (de pistón, de diafragma, etc.); las de aletas y las rotatorias se consideran volumétricas.

Otra clasificación las agrupa en bombas de desplazamiento positivo, de desplazamiento no positivo (o roto-dinámicas) y de fluido impelente.

En la bomba vaquera se recurre a la bomba de diafragma por ser la adecuada para gastos relativamente elevados de líquidos limpios o que contengan sólidos en suspensión y, sobre todo, porque su instalación no tiene que realizarse justo encima de la fuente de abasto, aunque ésta no debe hallarse a mucha profundidad (teóricamente inferior a 5 m). Por lo tanto, la fuente de abasto puede ser un tranque, un río, un lago, un canal o acequia, o un pozo, sin necesidad de emplear petróleo o energía eléctrica generada por el Sistema Electroenergético Nacional (SEN). La bomba tampoco exige acciones complejas o costosas de mantenimiento, ya que sólo requiere protección contra la corrosión (pintura) y el engrase de la bisagra de la palanca.

Esta bomba se considera volumétrica porque su cámara de trabajo cambia periódicamente de volumen, alternando su comunicación con la entrada y la salida del líquido mediante válvulas. Su órgano impulsor, el diafragma, realiza un movimiento rectilíneo alternativo (reciprocante), y a una velocidad determinada la descarga (gasto o caudal) es fija (constante).

¿Cómo funciona la bomba vaquera?
En principio, la bomba vaquera o bomba de nariz (nose pump, en inglés) es una bomba de diafragma para abrevar el ganado, accionada por la fuerza de empuje que ejerce el animal con su nariz sobre una palanca cuando bebe de la escudilla o bebedero que posee (Fig. 1).



Leyenda: 1. Base de anclaje o asiento. 2. Escudilla o bebedero.
3. Orificio de derrame. 4. Palanca-balancín.
5. Cuerpo de ola bomba. 6. Diafragma de goma.
7. Codo. 8. Válvula de retención de salida o derrame.
9. Bisagra de la palanca.

La bomba se instala mediante su base de anclaje o asiento (1) y la conexión al codo (7) de una tubería o manguera con su correspondiente válvula de retención del cheque, que se ubica en la fuente de abasto (no se representa en la figura).

Inicialmente se llena la escudilla o bebedero (2) con agua para que funcione como cebo para los animales. Al beber esa agua, el animal acciona la palanca (4) con su nariz, hasta que lo permita la deformación elástica del diafragma de goma (6), tirado por la varilla que se une a la palanca (4) mediante una bisagra (9), lo que provoca la apertura de la válvula de retención o derrame (8), ubicada dentro del cuerpo de la bomba (5), y el cierre de la válvula de retención del cheque. Esto provoca que pase agua hacia la parte superior de la bomba, que a su vez se derrama en la escudilla a través del orificio de derrame (3). Cuando el animal deja de accionar con la nariz, la palanca (4) regresa a su lugar de origen y provoca el cierre de la válvula de retención de la bomba (8) y la apertura de la válvula del cheque en la fuente de abasto, lo que permite la continuidad del ciclo.

Bomba vaquera cubana
Desde hace varios años especialistas del CITA diseñan y desarrollan un modelo de bomba vaquera que se obtuvo por ingeniería inversa a partir de dos modelos de producción extranjera. Actualmente se valida y se determinan los valores límite de la longitud de la tubería y la altura de succión, como parámetros fundamentales que caracterizan la carga de la bomba y definen su campo de explotación. También se trabaja en la obtención de modelos adaptados a nuestras posibilidades tecnológicas de fabricación (Fig. 2).
La práctica nacional e internacional avala como satisfactorio el empleo de este tipo de bomba para el abrevadero del ganado vacuno y caballar, y cada equipo, con una vida útil entre dos y cinco años, logra satisfacer el abasto de veinte a treinta animales.


Fig. 2. Modelo de bomba vaquera cubana.

Se suele cuestionar la asunción de esta tecnología por la demora en el aprendizaje del ganado, pero la posición inclinada del fondo de la escudilla o bebedero del equipo obliga al animal sediento a accionar la palanca o balancín, ayudado por el personal de pastoreo. Algunos refieren que en pocas semanas los animales ya utilizan sus narices con destreza como herramientas para el bombeo. Otros aseguran que las vacas ponen su nariz en el medio de la escudilla y con empujones cortos en la palanca logran una alimentación continua del agua, que brota cuando beben.

Al final, las vacas suelen mover el rabo junto a las bombas vaqueras, satisfechas por el consumo de agua y orgullosas por su capacidad para apropiarse de los más elementales principios de la hidráulica, incluso sin recurrir a los toros, que ya se superan en los institutos pecuarios del país o en fincas como la de un agroecólogo que vive a pocos kilómetros de Taguasco, en Sancti Spíritus, donde todos se alfabetizan, sin distinción de raza y sexo.

La pasión de Casimiro
No le pregunté si padecía sed cuando soñó con tener un pozo encima de una loma. Sediento sigue José Antonio Casimiro, con la vigilia puesta en su Finca del Medio, a escasos metros de la Autopista Nacional, cerca del kilómetro 350. Allí, con su tribu buena, acumula sabiduría para defender su tierra y su agua.

Remendó un molino de viento y desde el Centro Integrado de Tecnología Apropiada (CITA) le llegó uno nuevo; y con tenacidad salva de la sequía un estanque que en los temporales puede acumular cincuenta mil metros cúbicos, para elevar el agua, con ayuda de dos arietes hidráulicos, hasta la lomita donde crece con su familia, tan apasionada como él, cómplice en la tenacidad y la búsqueda. Con esos arreos tecnológicos pretende, este guajiro de pensamiento lúcido, llevar toda el agua posible junto al bohío, hacia otro estanque que cava, para desde ahí, por gravedad, nutrir los sembradíos que mima.

No quiso seguir la batalla convencional del campesino contra la mala hierba o las adversidades meteorológicas, con el azadón sempiterno o los tractores y turbinas golosas de hidrocarburos. Se inventó un equipo multiuso para que el sudor de la faena diaria le fuera más llevadero y eficaz. Desde hace años le concedió crédito a su instinto y a unos colegas que le ganaron hacia las bondades de la agroecología.

Allí sigue, aupando a todos con su credo y su trabajo. Cuida con celo su patrimonio: la familia, la tierra y el agua. Y no le basta con el pozo y un nuevo estanque, encima de su loma, porque desde hace meses puso a sus vacas, terneros y bueyes a buscarse el agua con ayuda de una bomba vaquera, que ya les resulta imprescindible y familiar.

Hasta donde sé, en el Archipiélago nuestro nadie demuestra como Casimiro las bondades de la bomba vaquera; y en el siglo que ya nos envuelve, este hombre se significa por su pasión por la vida.

* Escritor y periodista. Máster en Ciencias. Autor de los libros Matrimonio solar y Hacia la cultura solar. Director de la Editorial CUBASOLAR y de la revista Energía y tú.
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