Aguas personales
Por
Alejandro Montecinos Larrosa
Alguna vez intenté regalarnos una enciclopedia popular, con el título Las aguas del Sol. Después de tantos años sin añadir verbo y gracia a aquel empeño, comparto dos de sus viñetas acuosas.
Mudez y virtud de las jicoteas
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Conozco las jicoteas desde la infancia. Recuerdo que ni ladraban ni maullaban; sólo asomaban su cabecita cuando alguien las sacaba en un cubo con agua de lluvia desde el aljibe, que entonces constituía nuestro más entrañable misterio (y la mejor fuente de abasto de la familia).
En Nuevitas, a las mujeres de la casa les gustaba lavarse la cabeza con esa agua.
Me preguntaba si las mudas jicoteas se metían en los cubos para salir del aljibe y hacer pipi y caca. Lo cierto es que los cabellos de nuestras mujeres relucían. Desde entonces he querido investigar si la solución de orine de jicotea en agua de lluvia es un buen acondicionador de pelo.
El rocío agrícola
Un conocido me toma por hereje al querer utilizar el rocío para el riego. No me cree capaz de llenar un vaso con agua, gota a gota.
Como sé que los incrédulos suelen dar crédito a las «verdades» fijadas por la retórica de algún parlanchín de su agrado, por la moda, por la tradición más ortodoxa o por los cánones ancestrales, recurrí a las sagradas escrituras como evidencia de que no era herejía mi propuesta.
Resulta que los pueblos bíblicos concedían gran importancia al rocío para el riego de sus tierras (cuando el profeta Elías predijo una sequía proverbial, dijo: «no caerá rocío ni lluvia»).
En la etapa seca, en verano, a la tierra prometida llegan los vientos húmedos del Mediterráneo, que se precipitan al suelo en forma de rocío por la noche, al enfriarse. Este rocío aportaba una cuarta parte de la humedad que necesitaban las tierras de cultivo en algunas de las costas de Israel, en los tiempos cuando Jesús caminaba sobre las aguas.
—¡Ah, bueno, si lo dicen los hijos de Yahvéh, entonces te creo! –me dijo el conocido de marras.
Comprendo que no basta con el rocío (y sé que necesitamos todas las aguas terrenales y celestiales), pero nunca he entendido muy bien a los incrédulos.
* Escritor y periodista. Máster en Ciencias. Autor de los libros Matrimonio Solar y Hacia la cultura Solar. Director de la Editorial CUBASOLAR y de la Revista Energía y tú.
tel.: (537) 2059949 e-mail: editora@cubasolar.cu amonte@cubaenergia.cu
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