Hacia el despegue de la energía eólica en Cuba

 

Por
Manuel Menéndez Castellanos*

Fragmentos del prólogo al libro
Diez preguntas y respuestas
sobre energía eólica,
recientemente publicado
por el Consejo de Estado
de la República de Cuba.

 

Una madrugada del 2004 en las oficinas del Consejo de Estado, al calor de los análisis y discusiones en torno a la crítica situación que entonces enfrentaba el sector energético nacional y el interés que despertaban las noticias de muchos lugares del mundo sobre el ritmo de crecimiento acelerado que estaba experimentando la utilización del viento para
la producción de energía limpia y barata, el Comandante en Jefe Fidel Castro planteó a
un grupo de compañeros la necesidad de buscar toda la información sobre esa industria e impulsar investigaciones al respecto.

En realidad, el país no hacía sino retornar a los cauces trazados por el Jefe de la Revolución y por el Partido desde mucho antes, que reclamaban la necesidad de promover el sector energético renovable, no solo por razones ambientalistas —que hubieran sido suficientes—, sino porque aprovecharlo fortalecería nuestra economía y reduciría su dependencia de los combustibles fósiles importados, así como los altos costos de producción de la energía que Cuba requería emplear para su desarrollo.

La Resolución Económica del V Congreso del Partido, en 1997, nos indicaba además el rumbo: «En los portadores energéticos, a los que el país dedica alrededor de la tercera parte de sus ingresos totales en divisas, será necesario, de una parte, concentrar los esfuerzos en el ahorro de los tradicionales en toda la cadena de su utilización; y de la otra, el desarrollo de las fuentes nacionales, en particular las renovables (…) El empleo de la energía renovable confirma cada vez más sus extraordinarias potencialidades y la variedad en la obtención (…) El examen de la economía energética deberá tener una alta prioridad, tanto en las nuevas inversiones como en las instalaciones existentes, teniendo en cuenta el indisoluble nexo entre eficiencia económica y energética y los adelantos de la ciencia y la técnica…».

A la noche siguiente, acompañado de un colectivo de especialistas —varios de ellos con determinados conocimientos en la materia y consagrados con abnegación durante muchos años a las fuentes renovables de energía, en especial la eólica, y otros que debimos aprender sobre la marcha—, comenzamos a trabajar en la tarea.

Así, en julio de 2005, tras visitar el parque eólico de Wigton, en Jamaica, después del paso del huracán Dennis, pudimos poner en manos de la dirección del país un conjunto de herramientas conceptuales preliminares que permitieron organizar los pasos siguientes y trazar con posterioridad una estrategia de asimilación de estas tecnologías y de realización de pruebas en escala reducida para aprender a dominar la técnica de la generación eólica.

Todo lo ocurrido a partir de ese momento, y de la constitución —dos meses después— del Grupo de Trabajo para el Impulso de la Energía Eólica, forma parte del camino delineado para impulsar la Revolución Energética en la nación.

Entre sus resultados parciales más significativos está la culminación de la primera versión del mapa eólico de Cuba, instrumento de valor científico capital para poder orientar la prospección de los lugares más idóneos donde ubicar este tipo de obras energéticas. Debe decirse que las primeras mediciones realizadas a cincuenta metros de altura van arrojando resultados promisorios, sobre todo en la región oriental del territorio, en una faja costera que se extiende desde el norte de Camagüey hasta Maisí, con lugares como Gibara, donde los valores de potencia eólica acumulados son equiparables con los conocidos internacionalmente.

Y el otro resultado parcial significativo fue la inauguración, en febrero de 2007, del parque eólico experimental de Los Canarreos, en la Isla de la Juventud, con tecnología de paso variable y torre abatible (Vergnet), que eleva la capacidad nacional a 2,1 MW, al que se añadirán otros con tecnología de paso variable (Gamesa) y de paso fijo (Goldwind), que sumados a los ya existentes, como el de Turiguanó, de paso fijo (Ecotècnia), totalizarán a finales de este mismo año algo más de 12 MW de potencia instalada para esta primera fase experimental, aunque el valor real estará en poder confrontar y aprender diferentes tecnologías.

En los últimos meses, y de forma acelerada, un número considerable de profesionales y técnicos ha recibido cursos y realizado estudios de postgrado, tanto en Cuba como en el exterior (…). De ahí que, inspirados en todas esas ideas, nos propusimos reunir en un libro las nociones elementales sobre la generación de electricidad a partir de la energía eólica, que es actualmente en el mundo la fuente energética con el crecimiento más dinámico (…).

El libro, por tanto, está dirigido a un amplio universo de lectores, con particular énfasis
en los estudiantes, técnicos, profesores, especialistas y a todos los que tienen responsabilidades en la adopción de decisiones referidas a la energía eólica.

(…) Todo este esfuerzo por desarrollar la energía eólica en Cuba tiene un inspirador, como estratega de la Revolución Energética: nuestro Comandante en Jefe, quien permanentemente se ha mantenido al tanto de la marcha del programa, aun durante su más reciente período de convalecencia. Las maquetas de aerogeneradores que lo acompañan en su oficina son testigos del interés del Jefe de nuestra Revolución por ese propósito.

(…) Como nos ha enseñado Fidel, no nos detendremos aquí. Avanzaremos por esta senda y aprenderemos a utilizar el viento, que si bien soplará mientras el planeta gire sobre su eje, siempre será cambiante, sorprendente, caprichoso y altamente energético.


* Coordinador del Equipo de Coordinación y Apoyo del Comandante en Jefe, Consejo de Estado de la República de Cuba.