Historia de la energía
eólica en Cuba

Por
Alejandro Montesinos Larrosa


El rastreo en la historia
de la energía eólica en Cuba,
en tanto herencia tecnológica
e intelectual, puede incorporarse
a la cotidianidad con
un sentido creador y autóctono.

 

Eolo, el dios griego de los vientos y morador de la isla flotante de Eolia, nacido del conjuro de Zeus y la ninfa Menalipa (con mejor suerte que Aumatex, deidad indocubana de los vientos, entre otros colegas de disímiles latitudes), de tanto aplacar y provocar tempestades y huracanes terminó cediendo su nombre a la cultura energética universal,
en la que se designa como energía eólica a la energía cinética del viento que puede transformarse y utilizarse en otras formas de energía aprovechables, como la eléctrica (aerogeneración) y la mecánica (navegación a vela, bombeo de agua, molienda de granos).
Como casi todos los grandes inventos del hombre, la autoría de la vela se pierde entre su omnipresencia en mares y océanos, y su historia se enaltece desde que los sumerios la izaron por primera vez hacia el año 4500 a.C. Algo similar ocurrió con los molinos de viento. Con más referencias documentales nos llega la generación de electricidad a partir del viento, desde finales del siglo XIX.

La herencia de Aumatex
Aumatex, el Rey de los Vientos, figuraba como el cacique que gobernaba un país mítico entre los antillanos prehispánicos. Junto a él vivían Guabancex, deidad femenina de los vientos en torbellino, y los poderosos pregoneros Coatrisquie y Guatahubá, la pluviosa deidad encargada de recoger las aguas de las nubes durante las tormentas y el señor
de los relámpagos y los truenos, respectivamente.

La sagrada trilogía de Guabancex, Guatahubá y Coatrisquie aportaba la explicación mitológica en relación con la fuerza que desbastaba la tierra y destrozaba los caneyes
y bohíos de las aldeas, con recurrencia entre junio y noviembre de cada año.

La tríada cedía su omnipotencia ciclónica, una y otra vez, al reinado perenne de Aumatex. El Rey de los Vientos apaciguaba los ánimos y restituía el orden benigno, y desde entonces convoca a conocerle sus poderes para que podamos surcar los mares encima
de los veleros, bombear agua desde las oquedades del subsuelo y mover los artefactos eléctricos de nuestra contemporaneidad.

El griego Eolo se diluye y renace con los poderes de Aumatex en la imaginería antillana.
El Dios caribeño también aporta su herencia para que las aspas del tercer milenio nos acerquen la necesaria sostenibilidad.

Hitos eólicos en Cuba
La periodización propuesta del desarrollo de la energía eólica en Cuba responde a hitos, tanto desde el punto de vista del estado del arte como desde los acontecimientos sociohistóricos y económicos que definen saltos visibles en la historia de la ciencia y la sociedad en su conjunto.

La naturaleza inacabada de esta investigación exige nuevas pesquisas para precisar los ineludibles vacíos informativos visibles en algunos temas importantes, como el estudio de los molinos de viento en el siglo xix y la primera mitad del xx, y la búsqueda de información precisa sobre las fábricas cubanas de molinos de viento.

Período precolombino
Los estudios sobre la cultura indocubana no evidencian la presencia de tecnologías que aprovechen la energía del agua y el viento.

La práctica agroalfarera en el oriente de la Isla, y mucho menos la vida seminómada de los grupos indígenas en la región occidental, recurría sólo a la fuerza muscular de los primeros moradores del archipiélago cubano y la utilización del fuego. No obstante, los historiadores de los pueblos caribe y arahuaco refieren su destreza en el uso de canoas, llegando a conformar flotas de hasta cien piraguas dotadas de velas. Y los indocubanos, incluidos los taínos y siboneyes, descienden de grupos de lengua arawak, por lo que pudieron conocer la tecnología de la vela para la navegación marítima, que fue empleada presumiblemente en las migraciones desde las costas caribeñas de Suramérica hacia las islas antillanas.

Período de 1492 a 1898
El 27 de octubre de 1492 llegaron a las costas cubanas las carabelas la Niña, la Pinta y la Santa María, comandadas por Cristóbal Colón en su primer viaje al Nuevo Mundo, a las que le siguieron galeones, galeras, fragatas, corbetas, bergantines, goletas, cúteres, clíperes y buques afines. Sobre sus puentes también arribaron personajes de variopinto linaje, como Diego de Velázquez, Hernán Cortés, Pánfilo de Narváez, Hernando de Soto y Bartolomé de las Casas. Desde entonces, los mares cubanos (y algunos ríos) han sido testigos del paso de las más disímiles velas, desde todos los puntos cardinales y hacia ellos.

Inicialmente se llamó Puerto de Carena a la bahía habanera, porque en 1509 Sebastián de Ocampo necesitó carenar allí sus naves cuando realizaba el primer bojeo a Cuba, lo que puede considerarse la génesis de la actividad fabril de barcos de diverso calado y velamen en puertos y astilleros cubanos.

Mucho más activo fue el trasiego marítimo en las aguas habaneras, potenciado por decretos regios en relación con la institución del famoso sistema de flotas, en virtud del cual algunas decenas de barcos realizaban cada año la Carrera de Indias, como se denominaba la ruta comercial entre la Península y América, durante la segunda mitad del siglo XVI y todo el XVII.

Los puertos y estuarios del Archipiélago cobijaron naves con velas, en cuyos mástiles ondearon los pabellones del mundo, incluida la negra bandera pirática; y todavía hoy los periódicos reseñan la llegada de algún barco de vela como una singularidad en el ámbito contemporáneo signado por naves transatlánticas y cruceros, y por aviones supersónicos y de carga.

Al final de este período se incorpora la práctica del bombeo de agua con molinos de viento, pero nadie ha precisado la fecha de su introducción en Cuba. Esta tecnología se desarrolla en los últimos cincuenta años del siglo XIX en Norteamérica, lo que permite suponer que en el entorno de esa época se instalaron las primeras máquinas, debido a la ya fuerte influencia norteamericana en la economía cubana decimonónica.

Período de 1899 a 1958
Otro panorama ofrece la primera mitad del siglo XX, cuando las llanuras camagüeyanas alcanzaron su esplendor ganadero con los molinos de viento como tecnología energética eficiente y eficaz. En otras zonas, principalmente la oriental, también proliferaron las máquinas eólicas para el abasto de agua a la ganadería, el riego a pequeñas parcelas y el suministro de agua potable a bateyes y comunidades.

Probablemente en Camagüey funcionó la primera fábrica de estos equipos, a imagen y semejanza de los afamados molinos de viento americanos (American Farm Windpump), que afianzó una tradición fabril hasta los años noventa. El éxito de estos molinos fue tal que entre los hacendados y ganaderos camagüeyanos su presencia en las fincas y haciendas constituía símbolo de prosperidad.


Molino de viento multipala tradicional.

Por otro lado, el auge alcanzado por los aerogeneradores tipo Windcharger facilitó la instalación de algunos equipos en fincas y residencias cubanas, pero han quedado muy pocas huellas de su existencia. Estas máquinas formaron parte del relativo desarrollo alcanzado por la energía eólica en el mundo después de la Segunda Guerra Mundial y estaban constituidas por un rotor de dos palas y un sistema de regulación mediante freno aerodinámico.

Las nuevas instalaciones generadoras de electricidad respondían a iniciativas privadas y no lograron alcanzar una repercusión nacional capaz de interesar a un amplio sector de la población con posibilidades financieras para asumir esa tecnología. Los gobiernos republicanos, ocupados en los vaivenes de la zafra y los sobresaltos de la política doméstica, tampoco asumieron proyectos de desarrollo eólico, con excepción del uso de molinos de viento.

En cuanto a la práctica meteorológica, el propio Diario de Navegación de Colón y posteriores documentos de los conquistadores y cronistas de Indias aportan referencias sobre fenómenos atmosféricos. Entre los siglos XVI, XVII y casi todo el XVIII continúan las descripciones y se hacen valoraciones generales sobre el clima. Le sucede un período de transición hacia la Meteorología científica, entre 1791 y 1860, con el auxilio de algunos instrumentos y la intención de descubrir regularidades en la ocurrencia de los fenómenos meteorológicos. Desde entonces y hasta la década de los sesenta del siglo XX se establecen los observatorios, se crea el servicio meteorológico oficial y se inician estudios sobre el tiempo y el clima, que aportan datos de interés sobre el viento.

Período de 1959 a 1989
El triunfo revolucionario de 1959 subvierte la dinámica social, económica y política del país. En relación con la generación eléctrica comienza un proceso tendente a revertir el panorama descrito por Fidel Castro en su alegato de defensa La historia me absolverá, que también se conoce como Programa del Moncada: «…llevar la corriente eléctrica hasta el último rincón de la Isla».

En 1958 la Compañía Cubana de Electricidad tenía una capacidad instalada de 430 MW y contaba con poco más de diez mil kilómetros de líneas de todos los voltajes, y treinta años después, en 1989, el Sistema Electroenergético Nacional (SEN) —inaugurado en 1973— generaba 37,2 GWh/día, con una cobertura de 95% del servicio eléctrico en todo el Archipiélago.

Junto a las acciones prácticas de electrificación, se crearon importantes bases científico-técnicas que han permitido asimilar la explotación de las fuentes nacionales de energía.
A la Campaña de Alfabetización le suceden la apertura de nuevos espacios y métodos para todos los niveles de enseñanza y la creación de la Academia de Ciencias de Cuba
en 1962.

Las nuevas relaciones de intercambio que se establecen con la Unión Soviética y el campo socialista aseguran el suministro de portadores energéticos y la transferencia de tecnología, que facilitan al país sortear la crisis energética mundial de 1973. Hasta el final de este período la generación de electricidad se sustentaba sobre la combustión de petróleo en centrales termoeléctricas, con excepción de la industria azucarera, que comenzó a autosustentarse de energía eléctrica a partir de la biomasa y tributaba la producción excedente al SEN.

En ese esquema energético quedaban pocas oportunidades para el aprovechamiento de la energía solar, y en el caso particular de la energía eólica comienza a declinar la práctica del bombeo con molinos de viento. No obstante, Cuba ingresa en 1981 al Programa de Energía Solar del CAME y se crean la Comisión Nacional de Energía y el Centro de Investigaciones de Energía Solar (CIES) en 1983 y 1984, respectivamente.

Desde la Comisión Nacional de Energía se impulsan importantes programas y proyectos en los que se incluye la energía eólica, y en el CIES continúan algunas investigaciones sobre el viento, lideradas por Fernando Boytel Jambú, quien había publicado en 1972 su singular y útil Geografía eólica de Oriente, obra pionera sobre el estudio regional del recurso eólico.

Desde el Primer Fórum de Piezas de Repuesto y Tecnologías de Avanzada, celebrado en 1987 y que después se denominó Fórum de Ciencia y Técnica, se impulsó el desarrollo de la energía eólica, principalmente en la recuperación del uso tradicional de los molinos de viento.

En este período se desarrolla la Meteorología científica, a partir de la fundación del Instituto de Meteorología en 1965, con la asunción del pronóstico del tiempo como un encargo social indispensable para las actividades cotidianas y el desarrollo económico del país.

La red de estaciones meteorológicas que se fue conformando en todo el territorio nacional resultó de mucha utilidad para posteriores estudios del potencial eólico cubano.
A finales de los años ochenta desaparece el campo socialista y se recrudece el bloqueo económico impuesto a Cuba por Estados Unidos. Ante el pueblo cubano y su Gobierno aparece un desafío inusitado: reconvertir sus relaciones económicas y de intercambio comercial. La crisis previsible se manifestará en el sector energético de una manera dramática. Aparecía la necesidad histórica de apostar por un esquema diferente y un nuevo paradigma.

Período de 1990 a 2004
La década de los años noventa se inicia con el denominado Período Especial, caracterizado por una profunda crisis económica que incide directamente en la capacidad energética del país. También comienza un proceso de estudio y desarrollo de las fuentes nacionales de energía, con énfasis particular en la prospección eólica y la utilización del viento como fuente primaria para la generación de electricidad.

En ese contexto, el 20 de mayo de 1993 el Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros aprueba el Programa de Desarrollo de las Fuentes Nacionales de Energía, ratificado por la Asamblea Nacional del Poder Popular en junio del propio año, en el Primer Período Ordinario de Sesiones de la Cuarta Legislatura, en el que se convocó a todas las instituciones del país y a la población a participar en su perfeccionamiento progresivo y su materialización.

El Programa, aún vigente, identificaba la eficacia, confiabilidad y durabilidad de los molinos de viento para el bombeo de agua y señalaba la insuficiente prospección eólica para la determinación del potencial energético del viento en Cuba.

Los objetivos expresados en el Programa en relación con la energía eólica fueron aprovechar las capacidades productivas de la industria mecánica para aumentar el uso de las tecnologías eólicas, contribuir al aseguramiento del Programa Alimentario y en particular al abasto de agua para la ganadería y otras soluciones locales, y concretar las posibilidades de la generación eolo-eléctrica.

Entre las tareas que entonces se formularon se destacan la reparación y mantenimiento de los molinos de viento instalados, la continuidad de la producción en las fábricas de molinos de viento existentes, la evaluación técnica y económica de varios modelos de aerobombas, la adquisición de un sistema avanzado de bombeo eolo-eléctrico como instalación demostrativa, la puesta en operación de los aerogeneradores existentes y la instalación de un parque eólico de 1 MW en Santa Cruz del Norte.

En este período las fuentes renovables de energía aumentan su participación en el balance energético nacional, fundamentalmente en la solución de problemas sociales mediante sistemas fotovoltaicos o híbridos eólico-fotovoltaicos.

Al iniciarse la década de los noventa Cuba participó en el Consejo de Expertos de Coordinación Científica de los países miembros del CAME en el tema «Conversión de la energía del viento», del Comité del CAME para el trabajo de la ciencia y la técnica, celebrado en mayo de 1990 en la ciudad de Rostov.

Ese mismo año el Instituto de Meteorología concluyó el proyecto «Evaluación del potencial eólico de Cuba» y al año siguiente comenzó un proceso de prospección eólica de cinco sitios de Cuba (Santa Cruz del Norte, Loma Colorada, cayo Sabinal, Tumbadero y punta de Maisí), que se prolongó hasta 1993. Este Proyecto obtuvo Premio Destacado en el VIII Fórum de Ciencia y Técnica, en 1994, con la participación de especialistas del Centro de Estudio de Tecnologías Energéticas Renovables (CETER), el Instituto de Meteorología (INSMET) y el Ministerio de la Industria Básica (MINBAS).

El estudio del viento con fines energéticos continuó durante el resto de los años noventa, cuyos resultados se integraron al proyecto «Mapa del potencial eólico de Cuba. Aplicación de un modelo de microescala (WAsP)», realizado en el 2004 por el INSMET, el Centro de Gerencia de Programas y Proyectos Priorizados (GEPROP), el CETER y el Centro Nacional de Áreas Protegidas, con el apoyo de CUBASOLAR.


Parque eólico demostrativo de la isla de Turiguanó.

A partir de las prospecciones eólicas realizadas y un conjunto de factores sinérgicos se concibe el proyecto más significativo del período: la creación del primer parque eólico demostrativo en la isla de Turiguanó, en el Norte de la provincia de Ciego de Ávila, con una potencia instalada de 0,45 MW. El 16 de abril de 1999 se realiza la primera conexión a la red eléctrica de los dos aerogeneradores de ese parque, que se inauguró oficialmente el
5 de junio del propio año, en celebración del Día Mundial del Medio Ambiente. El sitio se seleccionó después de dos años de estudios del viento local, como parte del proyecto de prospección eólica ejecutado por la Empresa de Ingeniería para la Electricidad (INEL) y CUBASOLAR. Este parque se concibió con el objetivo de aportar 1 000 MWh/año al SEN, lo que significa 40% del consumo anual de la isla de Turiguanó, además de ahorrar 430 toneladas de combustible y evitar la emisión a la atmósfera de 215 toneladas anuales de contaminantes.

Con anterioridad a la puesta en marcha del parque eólico de Turiguanó, se realizaron algunas acciones que conforman la experiencia cubana en la generación eolo-eléctrica, como la fabricación e instalación de pequeños aerogeneradores por parte de especialistas del CIES, la puesta en marcha en Cabo Cruz del único aerogenerador fabricado en Cuba con potencia nominal mayor de 1 kW y la instalación de varios sistemas híbridos por la empresa EcoSol Solar desde 1996.

Mención especial merece la concepción del aerogenerador Tornado T7-10 kW, instalado al Este del poblado de Cabo Cruz, en la provincia de Granma. El proyecto surge como resultado de la transferencia de tecnología del FOLKCENTER de Dinamarca, ofrecida a Cuba a través del CETER, y la responsabilidad de la ejecución del proyecto la asumió la Empresa Mecánica de Bayamo (EMBA), del Ministerio de la Industria Sideromecánica (SIME), con la asesoría técnica de especialistas del CETER.

Desde 1996 la empresa EcoSol Solar ha instalado más de dos decenas de sistemas híbridos con la inclusión de pequeños aerogeneradores, entre los que significan las instalaciones realizadas en los cayos Sabinal y Guajaba y en la Isla de la Juventud, además del sistema ubicado en el Centro de RadioCuba en La Cana, Guantánamo.
Otra realización importante es el sistema híbrido eólico-diésel en cayo Romano, Camagüey, que constituye la primera demostración de energización comunitaria autónoma con esta tecnología.

Existen otras experiencias, como la instalación de un pequeño aerogenerador experimental de fabricación alemana en el Centro Integrado de Tecnología Apropiada (CITA) en 1998.
Por su parte, la desaparecida Comisión Nacional de Energía adquirió una decena de aerogeneradores chinos que se instalaron en varios sitios, pero actualmente ninguno se encuentra funcionando. Otra instalación de algún interés es el sistema híbrido eólico-fotovoltaico ubicado en el CETER, con fines docentes. También se tienen noticias de algunos pequeños aerogeneradores de fabricación artesanal, que denotan el interés creciente en el aprovechamiento de la energía eólica para la generación de electricidad.


Parque eólico en Los Canarreos, Isla de la Juventud.

En el caso de los molinos de viento, la Dirección de Ganadería del Ministerio de la Agricultura (MINAGRI) ha realizado un trabajo sostenido para la recuperación de antiguos molinos y la instalación de nuevos equipos, que en su conjunto ya superan las ocho mil unidades.

La industria continuó fabricando molinos de viento, con intermitencia y sin un mercado asegurado, fundamentalmente en Camagüey, Bayamo, Ciego de Ávila y Pinar del Río.
A principios de la década de los noventa la Fábrica de Bombas de Agua Alejandro Arias, de Camagüey, produjo centenares de molinos de viento de segunda generación, de pocos álabes (de tres a ocho para cargas bajas), de marca Taíno. Y en la propia ciudad de Camagüey, a través del CITA, se investigan varios modelos de molinos de viento con aletas en forma de delta que se ubican en el perímetro del rotor, en un número mayor que los molinos americanos tradicionales.

El período se caracteriza por la creación o fundación de varios centros, organizaciones e instituciones que participan directa o indirectamente en las investigaciones o desarrollo del aprovechamiento de la energía eólica en Cuba, como el CETER en el Instituto Superior Politécnico José Antonio Echeverría (CUJAE), en 1992; la Sociedad Cubana para la Promoción de las Fuentes Renovables de Energía y el Respeto Ambiental (CUBASOLAR), en 1994; la empresa EcoSol de COPEXTEL S.A., en 1994; el CITA, del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH), en 1995 en Camagüey; el Centro de Gestión de la Información y Desarrollo de la Energía (CUBAENERGÍA), del CITMA, en el 2001, y el Centro de Formación de Energía Eólica (Aumatex), en el Centro de Investigaciones de Ecosistemas Costeros (CIEC), en cayo Coco, Ciego de Ávila, en el 2004.

Otra característica del período es la celebración de numerosos talleres y eventos de carácter local, nacional e internacional, entre los que se significan los talleres internacionales de CUBASOLAR, con edición bienal desde 1994; las conferencias internacionales de energía renovable, ahorro de energía y educación energética (CIER), organizadas por la Universidad Técnica de Energía Renovable (UTER) con frecuencia bienal desde 1999, y tres talleres nacionales de energía eólica, en 1993, 1997 y 1999, organizado los dos últimos por el CITA.

La capacitación y la formación de técnicos y especialistas constituyeron uno de los temas transversales en esos años, con una presencia creciente en los currículos tanto de pregrado como de postgrado. Como elemento singular se creó en 1994 la Universidad Técnica de Energía Renovable, que agrupa a doce universidades cubanas, lideradas por la CUJAE.

También aumentó considerablemente la producción de obras científicas y de divulgación. En ese sentido se destaca el trabajo realizado por la Editorial CUBASOLAR, con la edición de la revista Energía y tú, publicación trimestral de divulgación científico-popular creada en 1997, y la revista científica electrónica trimestral Eco Solar, editada desde el 2002.

Revolución Energética en Cuba
El 17 de enero de 2006 Fidel Castro pronunció un discurso que acercaba a la cotidianidad la necesaria utopía del desarrollo energético sostenible, en ocasión del aniversario 47 de su entrada en Pinar del Río, en el acto por la culminación del montaje de los grupos electrógenos en esa provincia: «Como se conoce, la energía eólica es la fuente de energía renovable que mayor auge ha tenido en el mundo en los últimos años. Su costo de instalación es ya competitivo respecto a las fuentes tradicionales de energía. Como línea estratégica de este desarrollo —el eólico— se someterán a prueba diversas tecnologías, incluyendo aquellas diseñadas para soportar los frecuentes huracanes que nos azotan».

A mediados del 2005 comienza a formularse un nuevo paradigma energético que ya exhibe algunas realizaciones, y en septiembre de ese año comienza a funcionar el Grupo de Trabajo para el Impulso de la Energía Eólica, creado por el Consejo de Estado de la República de Cuba. Al concluir el 2006 el país contaba con un mapa eólico nacional, impresionante por su nivel de detalles, la relativa brevedad con se realizó y la participación exclusiva de especialistas nacionales.

Un elemento estratégico del programa eólico cubano es el subprograma de capacitación y preparación de personal técnico y de operación. Además de cubrir más de 10% de la necesidad energética de la Isla de la Juventud, también para esos fines se destina el parque eólico de Los Canarreos, inaugurado el 24 de febrero de 2007, con seis aerogeneradores abatibles y una potencia instalada de 1,65 MW, lo que permite al país alcanzar más de 2 MW de potencia instalada total. Y ya se anuncian nuevos parques, sobre los que soplará el espíritu de Aumatex.

* Escritor y periodista. Máster en Ciencias. Autor de los libros Matrimonio solar y Hacia la cultura solar. Director de la Editorial CUBASOLAR y de la revista Energía y tú.
tel.: (537) 2059949.
e-mail:amonte@cubaenergia.cu