Noticias solares

Por
Eduardo Lorenzo*


Comentarios sobre el uso temprano
de la energía solar en América Latina.

 

El anuncio que aquí se reproduce apareció en la prensa cubana en la década de los treinta del pasado siglo y constituye, probablemente, el primer anuncio en prensa de un dispositivo comercial de energía solar publicado en lengua española (Fig. 1).

 

Fig. 1. Anuncio publicado en
Cuba sobre un calentador solar.

Este anuncio fue recogido en un precioso libro, titulado Un hilo dorado: 2 500 años de arquitectura y tecnología solar, de la autoría de Ken Tutti y John Perlin.

La edición original data de 1980. La edición española, a cargo de ediciones Blume, es de 1985. El anuncio aparece en el contexto de un capítulo que describe el florecimiento de una industria solar que tuvo lugar en el sur de Florida durante los años veinte y treinta.
La causa fue el enorme crecimiento de la población de Miami, asociado a las dificultades para obtener agua caliente de manera barata; puesto que entonces no llegaba allí gas natural (los grandes yacimientos estaban en California) y el artificial, obtenido del carbón de hulla, no podía suministrarse directamente a los hogares y habitaciones de hoteles debido a las dificultades para llevar las conducciones por el subsuelo pantanoso. Quedaba el recurso de los calentadores eléctricos, pero la electricidad era entonces muy cara:
7 centavos de dólar por kWh que, teniendo en cuenta la inflación, representaba casi ocho veces su precio actual.

En ese contexto económico, un calentador solar de agua ahorraba tanto dinero que podía amortizarse en poco más de dos años. Y ello facilitó el surgimiento de una industria que subsistió hasta que la Segunda Guerra Mundial hizo que el gobierno de los Estados Unidos congelara los usos no militares del cobre, que era uno de los componentes principales de los sistemas para calentamiento solar de agua. Después, la caída de los precios de la electricidad supuso la puntilla para esa industria.

Del anuncio que nos ocupa no hay más noticia en el libro que una frase en el texto:
«El agua caliente solar interesó también fuera de los límites de Florida. A finales de los años treinta su uso se extendería a las Islas Vírgenes, donde se utilizó en hospitales,
y a Puerto Rico, Cuba y América Central». También está acompañado de un pie que reza:
«El calentador solar de agua viajó incluso a Cuba. El anuncio resulta lo suficientemente explícito como para necesitar comentario de ninguna clase».

La falta de información adicional sobre estos equipos solares se puede compensar con una breve descripción del contexto general en el que surgieron las primeras experiencias con energía solar que llegaron a tener cierta relevancia. No fue hasta la Segunda Guerra Mundial que el petróleo se convirtió en el primer recurso energético de la humanidad. Justo antes, y desde el comienzo del siglo xx, lo había sido el carbón, sobre el que Inglaterra, primero, y Alemania, después, habían construido auténticos imperios industriales, cuyas diferencias de intereses estuvieron en la raíz de varias guerras, entre ellas la Primera Guerra Mundial. El carbón es más incómodo de manejar que el petróleo porque es sólido (un sólido se trasiega con mayor dificultad que un líquido) y porque su contenido energético por unidad de masa es 30% menor (lo que obliga a transportar más peso para la misma cantidad de energía). Esto, unido a la relativamente baja eficiencia de las máquinas características de la Revolución Industrial (la eficiencia de las justamente famosas máquinas de Watt era inferior a 5%) suponía enormes dificultades al suministro energético de los lugares alejados de las minas de carbón. Para paliar estas dificultades algunos pensaron en desarrollar otras alternativas basadas en la energía solar.

Un capítulo particularmente interesante tuvo lugar en Chile, en Las Salinas, provincia de Antofagasta, cuando en 1874 Charles Wilson diseñó e instaló el primer destilador solar de la historia (Fig. 2). El destilador estaba constituido por piscinas con el fondo pintado de negro y cubiertas por un tejadillo de vidrio (Fig. 3). Las piscinas se llenaban con agua salada, y el calor del Sol se utilizaba para evaporar el agua que se recuperaba, ahora en forma de agua dulce, por condensación en los tejadillos de vidrio, dispuestos en ligera pendiente para provocar el escurrimiento de las gotas de agua hasta los canalillos del extremo de las piscinas (Fig. 4).


Fig. 2. Charles Wilson.


Fig. 3. Primer destilador de la historia, construido en Las Salinas.


Fig. 4. Corte esquemático del destilador solar que funcionó en Las Salinas.


El destilador de Las Salinas suministró agua potable para los mineros que explotaban las minas de salitre (nitrato potásico), que es un constituyente de la pólvora, y su demanda se disparó a finales del siglo xix, porque los ejércitos afilaban sus dientes preparándose para lo que poco después sería la Primera Guerra Mundial. El destilador de Las Salinas funcionó impecablemente desde 1874 hasta 1914, cuando se completó la primera traída de agua desde los Andes hasta Antofagasta, que hizo innecesaria la destilación. Tenía una superficie de 4 757 m2 y suministraba 22,5 m3 de agua al día. Suponiendo que la radiación solar fuese de 6 kWh/m2 al día, es fácil calcular que la eficiencia de este destilador, entendiendo como energía útil la empleada en la evaporación del agua, era de 50 %. ¡Bravo por Charles Wilson! Su destilador constituye un buen ejemplo de lo lejos que puede llegar la seriedad y la voluntad.

* Instituto de Energía Solar, Universidad Politécnica de Madrid, España.