Adecuación climática
en la vivienda cubana
Por
Dania González Couret*
Clima, vivienda y tradición: elementos interrelacionados hacia la calidad de vida.
|
|
Fig. 1. Vivienda rural típica. |
El clima resulta un factor determinante en la forma arquitectónica, cuando ésta se adecua al medio y favorece el ambiente interior por medios pasivos, es decir, con un mínimo consumo de energía convencional. Por tanto, la mejor solución arquitectónica es siempre específica y adecuada a su medio, y es por ello que el clima ha condicionado tradicionalmente la solución arquitectónica en la vivienda cubana.
Clasificación volumétrica de la vivienda
Tan importante es el lugar para la vivienda que una posible forma de clasificarla es de acuerdo con su ubicación, lo cual determina diferencias esenciales en las soluciones arquitectónicas (volumétricas), por lo que podría hablarse de las viviendas rurales, urbanas o costeras.
La vivienda rural originaria es la que construían los aborígenes, con sus diferentes variantes volumétricas y formales, pero en todos los casos son ligeras y ejecutadas con materiales naturales que, por tanto, no transmitían ni almacenaban el calor recibido del sol, eran permeables al viento y estaban protegidas de las lluvias mediante cubiertas inclinadas con pequeños «aleros» (Fig. 1).
La continuidad de esa vivienda aborigen es el tradicional bohío cubano, que también presenta diversas manifestaciones regionales en cuanto a su solución volumétrica y espacial, la presencia o no de portal y la forma de éste, y los materiales de construcción empleados. No obstante, un factor común en todos los casos ha sido el empleo de materiales naturales disponibles localmente, aunque recientemente se ha generalizado el empleo de cubiertas ligeras de acero galvanizado o de asbesto cemento, o incluso de techos planos de hormigón armado como expresión de estatus económico o signo de «modernidad» .
Lamentablemente, en ocasiones el bohío se ha asociado como expresión de pobreza y condiciones precarias de vida, a partir de lo cual se han desarrollado políticas «bien intencionadas» encaminadas a su «erradicación» (se refiere a políticas del Gobierno cubano dirigidas a la sustitución de los bohíos por viviendas hechas con materiales más duraderos y supuestamente de mayor calidad que, sin embargo, casi nunca ofrecen mejores condiciones ambientales interiores. Tal vez, estas acciones deberían ir encaminadas a mejorar las condiciones de habitabilidad de los bohíos; por ejemplo, aquellos que aún hoy presentan pisos de tierra, pero sin transformar su esencia positiva).
Otra manifestación de la vivienda rural la constituye la «casa quinta», generalmente asociada a una finca, como única o segunda residencia de la familia propietaria. Este tipo de vivienda también presenta diversas manifestaciones territoriales, e incluso alternativas en cuanto a materiales de construcción, predominando las cubiertas de acero galvanizado en zonas sísmicas de la región oriental y la teja cerámica en las zonas central y occidental (Fig. 2). Se trata, por supuesto, de una vivienda de mayor estándar que el tradicional bohío, pero su rasgo más característico, a pesar de sus diferencias, es la presencia de un portal o galería perimetral corrida que ocupa, al menos, el frente de la casa y parte de los laterales.

Fig. 2. Casa quinta.
La vivienda urbana, por el contrario, desde sus inicios se inserta en un contexto compacto al estilo del modelo urbano mediterráneo traído por los colonizadores españoles a Cuba.
Se caracteriza por la presencia de paredes medianeras, de gran espesor y, por tanto, con alta inercia térmica, de manera que la necesaria relación con el exterior de los espacios interiores (para iluminación y ventilación) se lograba a través de un patio interior que, a pesar de sus diferentes formas, proporciones y dimensiones, constituye el rasgo esencial de este tipo de vivienda (Fig. 3).
Esta vivienda fue evolucionando. Mediante la división del patio en dos, a través del eje de simetría axial, surge la «casa gemela», que dio origen al modelo más repetido de la vivienda tradicional republicana, que es la casa lineal constituida por una secuencia de espacios conectados a un patio lateral que garantiza su relación con el exterior. Puede o no existir un patio posterior o de fondo. |
|

Fig. 3. Vivienda urbana. |
Con independencia de las diferencias, sobre todo formales, que puedan existir entre una vivienda y otra, su solución volumétrico-espacial fue condicionada por la presencia de un patio lateral, que constituye su rasgo esencial (Fig. 4).

Fig. 4. Patio lateral.
En los contextos compactos esta vivienda evolucionó con el crecimiento en altura hacia el edificio multifamiliar, primero de patio interior y posteriormente de corredor lateral y central. La especulación del suelo transformó los patios en los llamados «patinejos» o «cajas de aire», que garantizan la relación de las viviendas o apartamentos con el exterior, pero que generan conflictos ambientales y de privacidad.
La otra transformación o evolución de la vivienda urbana ocurrió cuando ésta se separó de la medianería, bien porque las regulaciones urbanas de otros contextos semicompactos, como El Vedado, lo permitían o lo exigían, o incluso porque respondían a los nuevos modelos modernos, aun en contextos compactos (Fig. 5).

Fig. 5. Separación de la medianería.
Las separaciones entre viviendas, que podían ir desde pequeños pasillos o corredores lineales descubiertos entre ellas, hasta grandes jardines perimetrales, en dependencia de la zona urbana, el lote y el estándar de la vivienda, condujeron a la desaparición del patio interior, que ya no era necesario, pues la relación interior-exterior se producía a través del perímetro exterior del volumen arquitectónico (Fig. 6).

Fig. 6. Jardín perimetral.
Así, el espacio del patio fue ocupado en las nuevas soluciones volumétricas por el hall y la escalera, aunque posteriormente, en los años cincuenta, algunas viviendas modernas retomaron el patio como reinterpretación de la tradición.
El otro tipo, de acuerdo con su contexto, es la vivienda costera, que con independencia de su estándar es por lo general ligera, permeable al viento y está protegida del sol mediante portales, aleros y galerías, y en ocasiones son apoyadas en pilotes sobre el agua (Fig. 7).

Fig. 7. Vivienda costera.
Elementos de adecuación climática
Una vez establecida una posible clasificación de la tipología volumétrica de la vivienda en función de las características del lugar donde se ubica, es posible identificar los elementos de cierre que, además de la volumetría, favorecen su adecuación climática al lugar del cual son «propias». Los elementos de cierre, a su vez, pueden ser clasificados en horizontales (techos) y verticales (macizos y vanos).
Los techos de la vivienda tradicional fueron, por lo general, inclinados, lo cual favorecía la evacuación pluvial, y eran ejecutados con materiales ligeros: estructura de madera y cubierta de guano, tejas cerámicas o tejas metálicas de acero galvanizado. No obstante, la cubierta horizontal, inicialmente de viga y tablazón, luego de losa por tabla, transitando por la viga y losa, para llegar al hormigón armado, se fue imponiendo por diversas razones, al punto de que es hoy el rasgo más distintivo de la vivienda popular construida por «esfuerzo propio».
El proceso de transición de los techos inclinados a los horizontales fue también acompañado de una reducción de los puntales, por diversas razones, entre las cuales pueden referirse indiscutibles ventajas económicas (ahorro de materiales al construir paredes más bajas) y la horizontalidad de las proporciones modernas que conducen a puntales más bajos (Fig. 8).

Fig. 8. Transición de los techos verticales a los horizontales.
Lo cierto es que a pesar de que los techos horizontales de hormigón armado con bajos puntales se han ido imponiendo de manera general por sus ventajas prácticas (por ejemplo, además, se facilita el futuro crecimiento en altura de la vivienda), ambos rasgos constituyen una involución en el sentido de los requerimientos climáticos en las condiciones de Cuba.
Los techos horizontales no favorecen la evacuación pluvial, por lo cual su impermeabilización se dificulta. Por otra parte, el hormigón armado, generalmente de poco espesor, tiene un coeficiente global de transferencia térmica mayor que otras soluciones constructivas precedentes, y los puntales menores ocasionan una mayor afectación en la sensación térmica por la radiación de calor proveniente del techo, que se encuentra más cerca de las personas y, por tanto, genera un ángulo sólido y un factor de forma mayor. Finalmente, los techos inclinados con altos puntales favorecen, además, la evacuación convectiva del aire caliente, sobre todo si se procuran aberturas en sus planos superiores, o la reducción del calor transmitido al interior si se usan dobles cubiertas ventiladas, como sucede en muchas viviendas tradicionales (Fig. 9).

Fig. 9. Techo inclinado.
En cuanto a los cierres verticales, resulta esencial en el desempeño climático la relación macizo-vano y su permeabilidad. La mejor arquitectura cubana de todos los tiempos se caracteriza por una fluida relación interior-exterior, mediante cierres ligeros, permeables al paso de la luz, el viento y las visuales deseables, a la vez que protegen los espacios interiores del sol y de las visuales indeseables (Fig. 10).

Fig. 10. Fluida relación interior-exterior.
Esto es consustancial a la arquitectura ligera costera y rural, pero también ha estado presente en la arquitectura urbana, a pesar del predominio en ésta de los elementos macizos de pared, fundamentalmente hacia la calle, por razones inherentes al contexto y la protección física necesaria. La transicionalidad, apertura y permeabilidad se da, fundamentalmente, hacia el patio interior en los contextos compactos.
La gama de elementos de cierre empleados para el logro de esta adecuación climática, es amplia y variada, y ha ido evolucionando en su expresión formal temporal, a la vez que mantiene sus esencias. Tal es el caso de los vitrales, lucetas y persianas para favorecer la iluminación y ventilación natural, las visuales y la privacidad, así como de los balcones, aleros, cornisas, guardapolvos, celosías y ventanas para la protección solar y de lluvias (Fig. 11).

Fig. 11. Diversos elementos de cierre (vitrales, lucetas, persianas...).
Otros elementos que no se derivan directamente de una adecuación climática, pero que también contribuyen al logro de soluciones apropiadas al lugar, son aquellos que garantizan la protección física, como rejas, guardavecinos y barandas, cuyos variados diseños también han ido evolucionando según los materiales y el repertorio formal de cada época.
Por último, en las condiciones de Cuba la vegetación constituye un elemento esencial en la adecuación climática de la arquitectura y es, por tanto, inseparable de ella. El tradicional patio mediterráneo se llenó de vegetación al llegar a Cuba, y ésta, luego, salió de los patios hacia el contexto urbano, en jardines y parques, produciendo, mediante el efecto de la sombra viva, una reducción de las temperaturas radiantes, tanto en los interiores arquitectónicos como en los exteriores urbanos.
Sin embargo, muchos de esos elementos que caracterizan la buena arquitectura cubana de todas las épocas, cuya forma ha ido evolucionando a partir de una esencialidad permanente, se han ido perdiendo en gran parte de la vivienda contemporánea.
Tanto las persianas como los vitrales y lucetas se sustituyen frecuentemente por vidrios transparentes expuestos al sol sin protección, ya que, además, se prescinde de aleros, portales, galerías, e incluso balcones u otros elementos de protección, como guardapolvos, cornisas o celosías. La transparencia y permeabilidad mediante tramas de luz y sombra que caracterizaba a la buena arquitectura, queda reducida a pequeños vanos, generalmente cuadrados, en el centro de las paredes. A esto se suma un mal gusto bastante generalizado en el diseño y selección de los detalles, o incluso la ausencia de ellos y la mala calidad de los materiales y de la mano de obra y, por tanto, de la ejecución en general.
Incluso, la vegetación escasea cada vez más, pues tiene muchos enemigos que van desde el ciudadano que se queja de la suciedad de las hojas que caen, del riesgo de rotura de la infraestructura o pavimento, o también de destrucción de la propia vivienda en caso de ciclones, hasta los encargados del mantenimiento de las redes aéreas urbanas.
La vivienda cubana de hoy debe retomar lo mejor de la tradición que ha ido evolucionando, pero que se está perdiendo de manera general y específicamente en lo relativo a las soluciones y elementos de diseño que favorecen la adecuación al clima.
Para ello será necesario promover el conocimiento de esos recursos y la necesidad de su rescate, tanto entre la población que hoy construye por esfuerzo propio, como entre los decisores que subvaloran el impacto de la vivienda, no sólo en el consumo de energía y en la calidad de vida de la población, sino también en la cultura y la identidad cubanas.
* Arquitecta. Doctora en Ciencias Técnicas.
Vicedecana de la Facultad de Arquitectura,
del Instituto Superior Politécnico José Antonio Echeverría.
Miembro de la Junta Directiva de CUBASOLAR.
Tel.: (537) 2671108.
e-mail: dania@arquitectura.cujae.edu.cu
|