Cuba y la sustentabilidad energética
Por
Wilhelm Gómez Jiménez* y Ángel Bu Wong**
Indicadores para el estudio de la evolución, actualidad y perspectivas del sector energético cubano. |
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La revolución industrial llegó a Cuba a mediados del siglo XIX e introdujo profundos cambios en la Isla, algunos de ellos favorables y otros nocivos. Así, entró en contradicción insalvable con el régimen esclavista de la oligarquía criolla. El pujante capital norteamericano irrumpió en las principales producciones y servicios, socavando la autoridad de la metrópoli española, y creándose las condiciones socioeconómicas que condujeron a la intervención militar de la nación norteña, dando origen a la seudorepública.
Evolución
La revolución industrial agotó la etapa de la leña y el trabajo animal, y trajo aparejado un desarrollo dependiente de las fuentes de energía primarias importadas como base energética: primero del carbón mineral y posteriormente del petróleo y sus derivados.
El predominio inicial del carbón mineral esclarece el origen de la Cláusula 7 de la Enmienda Platt sobre la instalación de Bases Navales Carboneras para abastecer la flota de guerra norteamericana, siendo la Base de Guantánamo su secuela de triste connotación.
Los cambios que aportó la revolución industrial a Cuba mejoraron la calidad de vida de algunos estratos de la población, pero incrementaron las desigualdades sociales; provocaron una desaceleración de la deforestación, pero iniciaron la agresión al medio ambiente con el aporte masivo de gases de efecto climático.
La dependencia energética se acentuó con el transcurso del siglo XX, influida por factores internos y externos al país, como la introducción de modernas tecnologías (los motores de combustión interna, los motores eléctricos y los equipos electrodomésticos, que introdujeron cambios cualitativos en los servicios energéticos), el desarrollo de nuevas producciones y servicios, así como el rápido crecimiento de la población. Esto trajo como consecuencia para Cuba una base energética muy poco sustentable, que se puso de manifiesto con la Segunda Guerra Mundial cuando el país recurrió al incremento de la producción de alcohol para compensar el déficit de gasolina (Tabla 1).
Tabla 1
Número de destilerías y producción de alcohol en Cuba
Fuente: Wolf, B. Anuario azucarero de Cuba, 1946.
Nota: La producción y exportación de alcohol durante la Segunda Guerra Mundial se incrementó con el fin de compensar las demandas de la maquinaria bélica norteamericana y el déficit nacional de gasolina. Para esto, en tres años (1942-1945) se multiplicó por tres el número de destilerías, por ocho la producción y por 185 la exportación de alcohol.
Hasta 1958 los cambios continuaron hacia el aumento del consumo y la dependencia del exterior, y se produjeron como resultado de acciones dispersas movidas fundamentalmente por los intereses de la nueva metrópoli o de grupos sociales minoritarios dominantes, agudizando la falta de sustentabilidad energética (Tabla 2).
Tabla 2
Procesamiento de petróleo crudo, miles de toneladas
Nota: El incremento nacional de la demanda de los
derivados del petróleo y las facilidades otorgadas
por el último gobierno de la seudorrepública, llevaron
a las transnacionales a ampliar sus capacidades
de refinación y procesar en 1959 casi ocho veces
el crudo procesado en 1957.
Las transnacionales norteamericanas, propietarias del petróleo importado y de las instalaciones procesadoras, manipularon políticamente los recursos energéticos cuando intentaron destruir la Revolución en sus primeros meses, creando una crisis de desabastecimiento. Como contramedida, el Gobierno revolucionario nacionalizó toda la infraestructura energética y comenzó a importar el petróleo desde la Unión Soviética (URSS), origen más seguro en aquel momento.
No obstante la garantía en el suministro de petróleo soviético, y con el objetivo de disminuir la dependencia de la importación, se dio inicio a la construcción, en colaboración con la URSS, de una central electronuclear (CEN) y de los proyectos de al menos dos más, propósitos que se vieron malogrados por los atrasos acumulados en la construcción de la CEN y finalmente por la desintegración de ese país, en 1990. Desde el punto de vista de la autonomía energética nacional, eso solo hubiese significado trasladar la dependencia externa del combustible fósil por la nuclear.
La desaparición de la URSS produjo un impacto adverso en el desarrollo cubano y una de sus expresiones fue el cese abrupto de los intercambios mutuamente ventajosos de petróleo por azúcar. Cuba pasó a depender de la compra de petróleo, limitada por la liquidez en divisas, a firmas intermediarias privadas o «traders», a los precios de clientes de riesgo. Como una de las vías para hacer frente a la situación confrontada, el país enfatizó en la prospección y extracción de los hidrocarburos propios, por su cuenta o en asociaciones mixtas, mejorando así su capacidad de autarquía en este ámbito (Tablas 3 y 4).
Tabla 3
Extracción de petróleo crudo nacional y gas acompañante, miles de toneladas
Fuente: CUPET, Series históricas.
Nota: La extracción de crudo nacional y gas acompañante recibió un impulso importante al cesar el abastecimiento de combustibles desde la Unión Soviética en 1990. Esto se observa con más detalle en la tabla 4 para los años 1990-1998.
Actualidad
Al concluir el 2004, el petróleo y sus derivados continúan predominando por mucho en la base energética de Cuba (Fig. 1, donde 49,5% son fuentes importadas; y 50,5%, nacionales. Desde otro punto de vista: 86,5% procede de fuentes fósiles y solo 13,7% de fuentes renovables.

Fig. 1. Estructura de la oferta
de fuentes de energía en el 2004.
El 42,6% del total de las fuentes se utilizó para generar energía eléctrica, donde predominaron el crudo nacional, el gas natural y el combustible diésel, uno de los derivados del petróleo). Solo una parte pequeña del bagazo se utilizó en la generación de electricidad; la mayor parte se usó, con muy baja eficiencia, en la producción de azúcar. En esos momentos una parte importante del petróleo —incluyendo el gas natural— es de extracción nacional y el resto se recibe desde áreas cercanas por medio de los acuerdos intergubernamentales cubano-venezolanos en el marco del ALBA (posteriormente instrumentados con PETROCARIBE). No obstante, todavía la sustentabilidad de la energética nacional no alcanza el máximo en los indicadores que formula OLADE (Para más información véase «Energía y desarrollo sustentable en América Latina y el Caribe», OLADE/CEPAL/GTZ).
Tabla 4
Disponibilidad de petróleo crudo y derivados, miles de toneladas
Nota: A partir de 1990 las importaciones de petróleo
crudo y sus derivados se vieron reducidas de forma
drástica al tener que comprarlos a los «traders»
a precios altos sin disponer de las divisas necesarias,
por eso se estimuló la producción nacional
de hidrocarburos (petróleo y gas natural).
Para cuantificar la sustentabilidad energética, OLADE establece indicadores que sirven para comparar la situación de los países del área o para evaluar la evolución temporal de un mismo país. Esta Organización aclara que «cuando se escoge un número limitado de indicadores se corre el riesgo de simplificar en demasía la caracterización de la complejidad propia de cada situación», y que «es por ello que hay que considerar este tipo de análisis tan solo como una primera aproximación a la caracterización de situaciones concretas». Esta advertencia es aún más válida en el caso de Cuba, donde los fundamentos político-sociales del desarrollo imparten otros aspectos a la sustentabilidad, como se observará seguidamente.
Los ocho indicadores de sustentabilidad energética que propone OLADE son (Tabla 5):
Tabla 5
Indicadores de sustentabilidad, según definición de OLADE/CEPAL/GTZ
* Eficiencias de transformación que se aplican al consumo de la población:
• Electricidad = 0,8 • Carbón mineral = 0,2
• GLP = 0,4 • Leña y carbón vegetal = 0,1
• Gasolina, keroseno, diésel, y fuel oil = 0,35 • Otras primarias = 0,07
• Gas natural y otros gases, excepto GLP = 0,5
1 Anuario Estadístico Nacional
2 Cálculos INIE
3 Estimaciones INIE
CUBASOLAR, de conjunto con otras instituciones cubanas, elabora una propuesta de indicadores para medir la sustentabilidad de forma más acorde con los criterios que prevalecen en las instituciones cubanas. No obstante, en el presente trabajo se aplican los de OLADE/CEPAL/GTZ por ser los que utilizan esas organizaciones para comparar la sustentabilidad entre los países de la región y los disponibles actualmente.
1. Robustez energética frente a los cambios externos: Está determinado por la relación entre la cantidad física de energéticos exportados y el monto del PIB en valor; se relaciona con la dimensión económica del desarrollo y tiene como objetivo medir la estabilidad, el peso y los riesgos de desequilibrio de los ingresos por exportación de energéticos en él. Es importante solo para los países exportadores de energéticos; de momento no es relevante en el análisis de la sustentabilidad energética cubana.
2. Productividad energética: Es el inverso de la intensidad energética del PIB. En su resultado a nivel agregado intervienen múltiples factores que requieren de un análisis ulterior para arribar a conclusiones correctas; está relacionado con la dimensión económica del desarrollo y tiene como objetivo fundamental medir la eficiencia productiva y energética, aunque se relaciona también con el costo de la energía en la producción y las afectaciones al medio ambiente.
3. Cobertura eléctrica: Mide la relación entre el número de hogares electrificados y el número total de hogares. Está relacionado con la dimensión social del desarrollo y tiene como objetivo evaluar el nivel de acceso de la población a este energético moderno y productivo, que permite disponer de una gran variedad de servicios en el hogar.
4. Cobertura de necesidades energéticas básicas: Parte del consumo de energía útil de la población, medida en bep por habitante. Está relacionado con la dimensión social del desarrollo y tiene como objetivo medir el grado de satisfacción de cada individuo de sus necesidades básicas, así como la diversificación del mix energético y, más indirectamente, el manejo sostenible de la leña. Para calcularlo, a los portadores energéticos expresados en bep (electricidad, GLP, gasolina, queroseno, diésel, fuel oil, gas natural y otros gases, carbón mineral, carbón vegetal, leña y otros) se les aplican índices de eficiencia de conversión (Tabla 6). Este es uno de los indicadores más cuestionables, ya que incluye combustibles para el transporte individual, solución a la que no aspira la sociedad socialista que construye Cuba.
Tabla 6
Magnitud que asumen los indicadores de sustentabilidad energética de Cuba en el 2004
Nota: Interesa el análisis de pureza ambiental, uso de fuentes renovables y autarquía
energética, ya que se pueden mejorar con medidas comunes para los tres.
5. Pureza relativa al uso de la energía: Establece la relación entre las emisiones de CO2, en toneladas, y el consumo de recursos energéticos, en bep. Es un indicador eminentemente ambiental, aunque tiene implicaciones económicas y sociales. Busca mejorar la calidad del aire por la reducción de las emisiones locales y regionales, sobre todo las de efecto climático. Su cálculo parte de disponer del valor de las emisiones de CO2 que son, a su vez, calculados.
6. Uso de las fuentes renovables de energía: Este indicador está determinado por la relación entre la oferta de energía renovable y la oferta total de energía. Se prevé para estimular la participación de las fuentes renovables de energía. Es un indicador eminentemente ambiental, aunque tiene implicaciones económicas y sociales; busca mejorar la calidad del aire por la reducción de las emisiones locales y regionales, sobre todo las de efecto climático. Hace una consideración específica con respecto a la leña: la incluye entre las fuentes renovables solo si la reforestación es igual o mayor que la deforestación del territorio. En caso contrario la considera como fuente fósil. En algunos círculos cubanos especializados este indicador se considera poco exigente al tomar su máximo cuando alcanza solo 50% de la oferta de fuentes renovables. No obstante, aún como está definido, este indicador asume una magnitud muy baja al aplicarlo a Cuba actualmente.
7. Uso de recursos fósiles: Establece la relación entre la reserva de combustibles fósiles (carbón mineral, petróleo y gas natural) y la extracción anual de esos combustibles, dando como resultado la cantidad de años previsibles de explotación de las reservas. Tiene como objetivo conocer la seguridad del suministro a largo plazo, la extensión, el alcance y el mantenimiento de un mínimo de patrimonio natural.
8. Autarquía energética: Se basa en la relación entre la importación y la oferta total de recursos energéticos. Tiene entre sus objetivos medir el grado de dependencia de los energéticos importados e, indirectamente, la vulnerabilidad del abastecimiento energético ante cambios externos adversos (como el incremento de los precios), reducir el riesgo de desequilibrio en la balanza de pagos y sostener el espacio de maniobra política.
Al aplicar estos indicadores al análisis de la sustentabilidad energética que presentó Cuba en el 2004, se obtienen los resultados que se exponen en la tabla 6. La representación en coordenadas polares de estas magnitudes se muestra en la figura 2.
Perspectivas
Asumiendo que los indicadores necesitados de atención más inmediata son aquellos que se encuentran por debajo de 0,75, destacan los de productividad energética, cobertura de necesidades básicas, pureza ambiental, uso de fuentes renovables y autarquía energética. El indicador «productividad energética» requiere un análisis de estructuras productivas, de consumo de portadores energéticos y de otros factores que se salen del marco de este artículo. El indicador de «cobertura de necesidades básicas», como se advirtió, está lastrado por criterios que se no aplican a nuestro sistema social y, por lo tanto, tampoco se someterá al análisis.
Quedan por atender entonces los de «pureza ambiental», «uso de fuentes renovables» y «autarquía energética». Para lograr la sustentabilidad energética resulta imprescindible lograr el incremento de estos tres indicadores, tomando como punto de partida los avances alcanzados por la Revolución Energética, y como guía un programa basado en resultados técnico-económicos y vinculado con el desarrollo del resto del país.

Fig. 2. Magnitudes que alcanzan los indicadores
de sustentabilidad energética de Cuba en el 2004.
Los más significativos por sus bajos valores son:
productividad, pureza ambiental, uso de fuentes
renovables y autarquía.
El incremento de esos tres indicadores se logra con la ampliación del uso de las fuentes renovables de energía. Las que más oportunidades muestran en estos momentos para el aprovechamiento a gran escala en el país son la biomasa de la caña de azúcar, la eólica, la fotovoltaica y la hidráulica. El aprovechamiento energético masivo de estas fuentes se logra fundamentalmente a través de su transformación en electricidad. La caña de azúcar puede ofrecer, además, la posibilidad de producir cantidades importantes de alcohol etílico para usar como combustible y contribuir también a la sustentabilidad por esta vía.
Si se toma como base la demanda de recursos energéticos del 2004 y se supone que esa demanda se duplica en un horizonte de más de 20 años, la demanda que pudiera ocurrir entre los años 2030 y 2040 aparece en la figura 3. Teniendo en cuenta las limitaciones previsibles que impondrán la tecnología y las finanzas para el aprovechamiento de cada una de las fuentes renovables mencionadas, ese contexto requerirá el desarrollo balanceado, coherente y simultáneo de todas ellas para lograr el máximo de sustentabilidad (Fig. 4).
Fig. 3. Oferta de fuentes energéticas reales en el lustro 2000-2004
y la que resulta del contexto donde esa oferta se duplica por necesidades del desarrollo.

Fig. 4. Estructura de la oferta de energía al duplicarse la demanda con respecto al 2004.
La sustentabilidad energética, como elemento fundamental del desarrollo sustentable del ser humano y su sociedad, representa un reto que el país no puede soslayar y que requiere trazar desde ahora el camino para alcanzarla, dando continuación y culminación a la Revolución Energética.
* Ingeniero Electricista.
Investigador Agregado del Instituto Nacional de Investigaciones Económicas (INIE),
La Habana.
** Ingeniero Economista. Investigador Agregado
y Profesor Auxiliar Adjunto del Instituto Nacional de Investigaciones Económicas (INIE), La Habana.
Tel.: (537) 2091294.
e-mail: wilhelm@inie.cu
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