La isla de calor:
un efecto urbano



Por
Bruno Henríquez Pérez*


No piense el lector que la isla de calor es Cuba, o cualquier otra situada en el trópico, o una llena de volcanes.

Tal y como indica el título, la
isla de calor es un efecto urbano.
Se llama así al aumento de la temperatura en la superficie de áreas urbanas debido a la presencia de concreto, asfalto, piedra, falta de vegetación y presencia de industrias e instalaciones que desprenden calor.

 

Cuando sobre el mapa de un área urbana se dibujan las líneas con valores iguales de temperatura, se advierte que éstas forman curvas concéntricas, como las curvas de nivel en una elevación del terreno, o la topografía de una isla. Pero no se trata de una isla, sino de zonas en la ciudad donde la temperatura superficial es más alta.

Todas las ciudades, grandes o pequeñas, manifiestan las islas de calor, y también aparecen en áreas urbanas de tipo industrial, como fábricas, complejos de almacenes, aeropuertos, etcétera.

Estudios internacionales muestran que la concentración de concreto, grandes edificios
y otras realizaciones humanas elevan artificialmente las temperaturas urbanas. Por ejemplo, en las ciudades de Atlanta y Houston la temperatura aumenta un promedio de
10 °C en verano, y ha mostrado entre 1987 y 1999 un incremento en promedio de más de 1 °C.
De ahí que en Estados Unidos este fenómeno ha empezado a ser monitoreado en las ciudades, como un indicador del cambio climático, aunque por lo general se ha tratado en la prensa como si fuera una fantasía.

El efecto de isla de calor está presente y ha sido medido en La Habana y en otras ciudades de nuestro país. Las líneas de igual temperatura muestran aumentos en las zonas con menos vegetación y un descenso cerca de los ríos que atraviesan las ciudades y en las áreas con vegetación. También se verifica una diferencia entre las aceras de sol
y de sombra, que como promedio en verano puede ser entre 6 y 7 °C.

Las afectaciones causadas por este efecto se manifiestan en el aumento de la temperatura del aire para ventilar los edificios y alimentar los sistemas de aire acondicionado. También la falta de vegetación en la ciudad contribuye a que el asfalto de las calles se caliente más y se deteriore más pronto, a la vez que desprende vapores contaminantes y mantiene el calor aún mucho después de haberse puesto el Sol.
Por ejemplo, en mediciones efectuadas alrededor de un mediodía despejado, sobre diferentes superficies en las que incidía el Sol directamente, se encontró que el asfalto alcanzaba 75 °C y el hormigón de las aceras 65 °C, mientras que el césped alcanzaba sólo 42 °C.

Cuando entramos a la ciudad encontramos que la temperatura del aire es más alta que cuando nos dirigimos a los barrios periféricos donde abunda la vegetación. Si usted se preguntaba por qué, la respuesta está en este fenómeno que se llama isla de calor.

Miembro de la Junta Directiva Nacional de CUBASOLAR.
e-mail: bruno@cubaenergia.cu