El camino del Sol: derechos para todos



Por
Enrico Turrini*

Con el compromiso
de adelantar juntos
por ese camino.

 

En Cuba hay una Revolución hija del Sol.

En efecto, esta maravillosa Revolución aprendió de su primer padre, el Sol, que vive desde hace 5 000 millones de años, a brindar vida digna y saludable a todos los seres, incluyendo a todos los hombres de hoy y de mañana, sin privilegiar a nadie.
Para vivir, el hombre necesita dos tipos de alimentos: para nutrirse (comidas) y para la sociedad (fuentes de energía para la industria, la agricultura, el transporte, la construcción de viviendas, etcétera).

Desgraciadamente, el hombre a menudo se siente superior al Sol y se pone en un camino equivocado, el del poder y el egoísmo, que en este período histórico se puede llamar camino del capitalismo o del neoliberalismo.

En el campo de la alimentación del hombre el camino energético equivocado destruye forestas y zonas naturales donde hay biodiversidad para desarrollar monocultivos utilizando, además, productos químicos dañinos; gasta cantidad de agua con el resultado de que hoy ya mil millones de personas en el mundo no tienen agua potable; se hacen crías de animales sin darles espacio vital y dándoles alimentos artificiales para que crezcan rápido, y así sufren y se enferman; se utiliza a menudo la ingeniería genética de manera equivocada, por ejemplo, produciendo plantas que soportan grandes cantidades de sustancias tóxicas (como herbicidas, plaguicidas, etc.), que después son ingeridas.

En el campo de las energías para la sociedad, se queman grandes cantidades de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas), y por eso las condiciones de salud del planeta se están deteriorando a gran velocidad (efecto invernadero con la subida de la temperatura media de la atmósfera, que provoca sequías, huracanes, subida del nivel de los mares por el deshielo en las regiones Árticas y Antárticas —si se sigue así en el 2030 desaparecerá totalmente el hielo—; y las lluvias ácidas con la consiguiente muerte de los bosques y la fauna acuática). Soluciones como la de capturar las grandes cantidades de CO2 producidas por quemar los fósiles almacenándolas en cavernas subterráneas, son totalmente equivocadas, porque pueden liberarse con facilidad por terremotos o por otras causas. La utilización correcta del petróleo es en la petroquímica, donde no se quema y sirve para la construcción de viviendas, etc.

Otro peligro muy grave se encuentra en el aumento de la construcción de centrales nucleares en varios países, ya que, sin mencionar los posibles accidentes y la conexión entre lo nuclear civil y lo nuclear militar, también con un funcionamiento normal se acumulan desechos que quedan radioactivos durante decenas de miles de años y que es imposible almacenar de manera segura por la posibilidad de terremotos, etc., y pueden perder la vida millones de personas; y, además, los mineros que extraen el uranio se enferman con facilidad de cáncer en los pulmones, como los que viven sobre todo alrededor de las estaciones de reprocesamiento de combustible nuclear apagado.

Serios estudios científicos a nivel mundial muestran que si se siguen utilizando en gran cantidad fuentes fósiles y nucleares, para el final de este siglo se acabará la vida del planeta.

El camino energético equivocado, utilizando fuentes energéticas concentradas en unos pocos lugares del planeta, exige transportar los combustibles a distancias muy grandes para utilizarlos, por lo que no se puede lograr un verdadero ahorro de energía. Además, el poder está concentrado, se hacen siempre más difíciles las condiciones de vida de los países del Sur, aumentan los peligros de guerras, ya que se agudizan los problemas sociales y políticos. En fin, las fuentes convencionales de energía se acabarán en unas decenas o a lo mejor en 100-200 años.

Se trata en definitiva de un camino de muerte. En este sentido son muy actuales las palabras de José Martí: «El Mundo sangra sin cesar por los crímenes que se cometen en él contra la naturaleza». Por lo tanto, tenemos que abandonar lo más pronto posible ese camino.

Ahora vamos a ver qué nos sugiere el Sol, para tomar el camino de la vida.
Por lo que concierne a la alimentación del hombre, es muy importante cuidar la naturaleza eligiendo la biodiversidad en los cultivos, como también expresó José Martí: «La tierra debe cultivarse con varios cultivos, jamás con uno solo».

Se deben proteger las plantas de las plagas con medios naturales (por ejemplo, la protección de los cultivos con árboles del Nim). Es importante ahorrar el agua utilizando, cuando sea posible, el riego localizado y recogiendo el agua de los techos, para utilizarla como riego en tiempo de sequía. Se deben criar los animales con alimentación natural, dejándoles un espacio vital suficiente, y tener las abejas cerca de los cultivos, pues uno de sus grandes beneficios es la polinización, que permite la transmisión de la vida entre las plantas de forma natural. No se deben botar los alimentos, por lo que deberíamos llevar a los platos lo que realmente vamos a ingerir, y acostumbrarnos a comer muchos vegetales y frutas ricos en vitaminas y minerales.


El Sol nos enseña a utilizar, para la alimentación
de la sociedad humana, sus fuentes de energía.

El Sol también nos ayuda a alimentar a la sociedad. Ante todo, nos sugiere el ahorro de energía. Es suficiente pensar cómo todos los procesos en la naturaleza, que acontecen por ciclos, son alimentados por la energía del Sol, de manera tal que no se pierde nada. Se pueden construir lámparas, motores y otros equipos de bajo consumo; se puede desarrollar cada vez más el transporte comunitario con guaguas y ferrocarriles, que tienen también claras ventajas sociales; se puede desarrollar la recogida diferenciada de los desechos (papel, vidrio, plástico, metal, material orgánico…), con el consiguiente reciclaje y la posibilidad de ahorrar hasta 90% de la energía.

El Sol nos enseña a utilizar, para la alimentación de la sociedad, sus fuentes de energía (solar directa, térmica y fotoeléctrica, e indirectas como agua, viento y biomasa), fuentes totalmente limpias, inagotables hasta que exista el Sol; también nos enseña a emplearlas de manera correcta (inaceptable, por ejemplo, utilizar plantas alimenticias para producir energía), de forma descentralizada y diversificada, como él las envía a los diferentes lugares del planeta, de manera tal que los hombres de hoy y de mañana tengan vida digna y saludable. Mirando al Sol podemos aprender a desarrollar técnicas solares diferentes en armonía con las condiciones medioambientales y culturales de cada país, logrando así verdadera independencia, también por el hecho de que las fuentes solares de energía, es decir, las fuentes renovables, se encuentran en todos los países en cantidades muy superiores a lo que cada país necesita. Además, por el hecho de que las fuentes solares se encuentran en todos los lugares, el pueblo aprende a participar activamente en la utilización de esas fuentes, por lo que el poder está en sus manos, como quiere la Revolución, y no en las de unos pocos poderosos, como las transnacionales.

El Sol —que almacena su energía con el calentamiento de los mares, el proceso de fotosíntesis en las plantas, etc.—, nos enseña a almacenar sus fuentes produciendo hidrógeno solar, comprimiendo aire en pequeñas cuevas subterráneas, bombeando agua de pequeños embalses a otros más altos, utilizando, en caso de pequeñas cantidades de energía, acumuladores eléctricos y condensadores.

Es importante desarrollar en los pueblos, en particular en los jóvenes, una verdadera cultura solar para lograr que todos se sientan llenos de alegría, compartiendo la vida con los demás.

Por lo tanto, es importante apoyar con fuerza la Revolución Energética que se está desarrollando en Cuba, y proyectos como el de la solarización del municipio de Bartolomé Masó, en Granma, donde existe la Ciudad Escolar Camilo Cienfuegos, con un Centro de Estudio Solar, que ahora está alimentado 100% con fuentes solares de energía. De esta manera, Cuba puede hacerse en unas decenas de años 100% solar, haciendo la Revolución siempre más bella y siendo un ejemplo para los países del ALBA, que son la esperanza de un mundo mejor, substituyendo poco a poco el empleo de los fósiles por las fuentes renovables y, por supuesto, no cayendo en el grave error de construir centrales nucleares.

Por lo expuesto, podemos afirmar que el camino del Sol es verdaderamente un camino en acuerdo con los derechos para todos.

* Cient ífico y pensador humanista italo-cubano. Autor de los libros El camino del Sol, Energía y democracia, Ideología solar: hacia la vida y El camino del Sol para niños y jóvenes. Miembro de Honor de CUBASOLAR.