Dos sabias decisiones

Por
Daniel Stolik Novygrod*

 

Determinaciones que abrieron
las puertas a las fuentes renovables de energía en Cuba

 

La opinión pública

Desde mediados de la década de los 50, del pasado siglo, quienes tienen edad para ello podemos recordar que se pudo crear una opinión pública, en la mayoría de los países, favorable al uso pacífico de la energía nuclear. Aunque ya se conocían sus efectos devastadores de exterminio masivo (Hiroshima y Nagasaki), se le hizo dar a entender a la población que esta gigantesca densidad de energía liberada era perfectamente controlable en los reactores. Se creó una gran expectativa sobre la solución energética de la humanidad en un mediano plazo.

Años después, en la medida en que el conocimiento sobre la energía nuclear se incrementó, dicha opinión pública fue cambiando, inclusive desde antes de suceder los accidentes más conocidos. Por ejemplo, en los Estados Unidos, en la década de los 60 y parte de los 70, se mantuvo una mayoría a favor. Aún en 1975 la población contraria a los reactores nucleares era sólo de 19%, pero en 1979, inclusive antes de producirse ese mismo año el accidente de Three Miles Island, la oposición había crecido a 40%. En 1986, antes de producirse la catástrofe de Chernóbil, más de 70% de la opinión pública norteamericana estaba en contra de la utilización de los reactores nucleares.

Actualmente, es conocida la masiva oposición al respecto. Algunos países, como Francia, Taiwán, Corea del Sur y otros pocos más, que tienen una parte importante de su generación eléctrica sobre base nuclear, evidentemente no pueden realizar cambios sustanciales en su política energética. Por otro lado, muchos países desarrollados aprobaron moratorias y suspensiones de construcción de plantas nucleares.

Lo cierto es que en los años 50 se pensaba que en la década de los 90 iba a existir el predominio de lo nuclear, pero con los años esta cuestión se volvió sumamente controvertida. Muchos científicos, ingenieros y profesionales que anteriormente laboraron en la esfera de la energía o plantas nucleares, se han convertido en enemigos de la alternativa nuclear. No es cierto que haya sido la falta de conocimiento o cultura sobre ese tema el motivo de la oposición creciente al uso de la energía nuclear.


Lo atractivo y la primera sabia decisión

Aunque discutible, era extremadamente atractivo solucionar una gran parte del problema de la generación eléctrica de Cuba sobre la base de un plan perspectivo de una red de plantas y reactores electronucleares, a partir de la presencia de una contraparte segura brindada por la ex URSS, que garantizaba la tecnología, el entrenamiento del personal, el montaje, la puesta en marcha, el combustible nuclear y la eliminación de los desechos radioactivos, entre otros aspectos. Pero al dejar de existir la URSS cambió la situación y cambió todo el panorama. En definitiva, la dirección del país, en 1999, tomó la sabia decisión de suspender la política de desarrollar un programa electronuclear en Cuba, y la Central Electronuclear (CEN) de Juraguá fue definitivamente cerrada. Abundaremos en algunos elementos al respecto.


Lo económico

Uno de los aspectos que desde hace más de cincuenta años se argumentaba a favor de la energética nuclear, era su relativo bajo costo. En realidad, el costo medio de un watt de potencia instalada en una central electronuclear nueva era aparentemente de unos $0,15 (quince centavos de dólar), en 1970. Los costos fueron lentamente aumentando y comenzaron a dispararse a partir de 1982, año en que era de unos $0,80/W. Ya en 1984 se acercaba a los $2,00/W, y en 1987 a $3,60/W, y aún continúa la tendencia de incremento.

Este aumento se debe a varios factores, entre los que están el incremento del costo de la tecnología, el cumplimiento de medidas de seguridad y la inclusión del costo del «enterramiento» de la planta (desactivación) una vez terminado el tiempo de funcionamiento previsto en su diseño. En el caso de los reactores de Juraguá era de unos 25 años. En realidad la tecnología nuclear dejó de ser barata, a pesar de los esfuerzos por disminuir sus costos en diseños de plantas de nueva generación, y su comparación con otras alternativas depende de las condiciones específicas de cada país.

Los costos de construcción de las centrales nucleares han sido tradicionalmente mucho más altos que lo estimado. En Estados Unidos, un estudio de 75 de sus reactores nucleares muestra que sus costes de construcción fueron más de 322% de lo presupuestado. También en la India, el país con la experiencia más reciente en construcción de reactores nucleares, sus últimas diez instalaciones han sobrepasado su presupuesto en una media de 300%, según fuentes de Greenpeace.

El costo de desmantelamiento de las centrales nucleares ha demostrado ser mucho más elevado de lo previsto. Por ejemplo, el desmantelamiento de la central de Yankee Rowe (Massachusetts, EE.UU.), costó unos 450 millones de dólares, en comparación con los 120 millones previstos inicialmente. Aunque hasta ahora han sido pocas las plantas desmanteladas, en los próximos años muchas alcanzarán el final de sus vidas previstas y deberán ser desmanteladas.


Los subsidios

Según el Consejo Mundial para las Energías Renovables, la energía nuclear sólo ha sido capaz de sobrevivir gracias a los subsidios públicos, estimando que la industria nuclear ha recibido alrededor de un trillón de dólares, o sea, un uno con 18 ceros a continuación (convertidos al valor actual) de dinero público en todo el mundo. En cambio, se considera que el conjunto de las fuentes renovables de energía ha recibido no más que unos 50 000 millones de dólares, según informaciones dadas a conocer por el eurodiputado Herman Scheer en el 2004.


¡Que lástima perder lo invertido!


¿Detener la construcción de la CEN de Juraguá? Era por supuesto un planteamiento lógico que podía primar con relación a la planta de Juraguá. Pero un enfoque más real era cuestionarse, de haberse continuado en el empeño, si íbamos a recuperar o a perder más de lo perdido hasta el momento, y si existían a la larga otras alternativas más económicas y recomendables para el desarrollo energético del país.


La segunda sabia decisión

Cuando se produjo la crisis que condujo a los apagones eléctricos, la Dirección del país exigió buscar soluciones rápidas, no sólo mediante la construcción de unas pocas plantas termoeléctricas que durarían muchos años en culminar. La solución fue la conocida introducción de grandes cantidades de generadores electrógenos, primero de diésel y posteriormente de fuel oil. Pero esta decisión no sólo constituyó una rápida solución, sino que trajo aparejado pasar a una concepción menos centralizada de la generación eléctrica del país.

Desde mi punto de vista, este factor, o sea, pasar a una generación eléctrica más distribuida, constituye uno de los principales pilares de la Revolución Energética planteada en el país, ya que abre las puertas a la introducción de las fuentes renovables de energía, las que por su propia naturaleza exigen la existencia de una concepción distribuida de la generación eléctrica.


La independencia energética

Cuando se analiza cualquier programa de desarrollo energético de algún país, un elemento constante que aparece en los objetivos a largo plazo es el logro de la independencia energética, o sea, depender lo menos posible de las decisiones de otro país, que afecten la producción nacional de energía. De ello depende hasta la independencia político-económica. Inclusive, es bien conocido que ha sido constante el uso de la fuerza militar para controlar esta situación por parte de los países capitalistas desarrollados.

En el caso del combustible fósil, Cuba depende en gran parte de su importación, pero por la diversidad de los países productores, esa dependencia obliga a tener las divisas para comprarlo. Un análisis sencillo nos lleva al convencimiento de que para un país no productor de tecnología y combustible nucleares, es específicamente la energía nuclear la que condiciona la mayor dependencia, inclusive política. Además, pudieran formularse a Cuba algunas exigencias que, aunque no se acepten por principio, acarrearían dificultades adicionales.

Cuba, en cualquier variante, lamentablemente seguirá dependiendo durante muchos años de los combustibles fósiles. Pero a largo plazo, si el país se prepara con tiempo, y paulatinamente para ello, pudiera depender cada vez más de las fuentes renovables de energía, de acceso nacional, como la biomasa, eólica, fotovoltaica, termosolar y otras.
Mientras tanto, se puede hacer mucho en lo concerniente al ahorro de energía y al aumento de la eficiencia de las termoeléctricas (fuel oil, gas) y de los electrógenos existentes, antes de que en el término de pocas decenas de años se haga insostenible el uso de los combustibles fósiles, debido a la escasez inevitable por su paulatino agotamiento. Esa sería una política conducente a la independencia energética.


La accesibilidad tecnológica

Para lograr mayor independencia energética existen dos factores a tener en cuenta. Primero, explotar las fuentes de energía con que cuenta el país; y segundo, contar con producciones tecnológicas propias para explotar las fuentes primarias de energía.
Cuba no cuenta con la posibilidad de producir tecnología energética nuclear. No es fatalismo lo que planteamos. Cuba debe prepararse en toda tecnología de punta que le pueda ser posible desarrollar, como lo hace desde hace tiempo con la biotecnología; ha sido inteligente hacerlo, aunque complejo, ha sido posible, alcanzable y accesible.

 
La Central Electronuclear de Juraguá fue definitivamente
cerrada en 1999 por el Estado Cubano.
 

Es decir, la accesibilidad a una tecnología debe ser un factor de primerísimo orden a tener en cuenta a la hora de las decisiones. Para ejemplificar tecnologías a mi entender no accesibles, podríamos citar dispositivos electrónicos de muy alta integración, de millones de transistores equivalentes por centímetro cuadrado, cohetes espaciales modernos, reactores nucleares de última generación aún por venir, entre otras. Sin embargo, existen otras tecnologías, incluyendo las de fuentes renovables de energía, que aunque también pueden ser complejas, son accesibles y posibles de desarrollar. Pero si además se cuenta con las fuentes primarias, por ejemplo el Sol, entonces aumenta sensiblemente la conveniencia de apostar por esa decisión.


El riesgo

Es cierto que la probabilidad de accidente con escape radioactivo en una planta electronuclear es extremadamente pequeña, debido a los costosos sistemas de seguridad; no obstante, nadie puede decir que es igual a cero, al igual que en cualquier otra tecnología. La diferencia está en que de producirse, el daño de la nuclear sería incomparablemente mayor desde todo punto de vista, comparado con otros accidentes tecnológicos. Y en el caso de nuestro país, podría poner en juego hasta su propia existencia. Además, en el caso de accidentes menores, la propaganda dirigida podría hacer estragos en nuestra creciente industria turística. Inclusive, aunque no se produjeran accidentes, la existencia de la planta pudiera traer afectaciones en tal sentido. Por ejemplo, Juraguá está relativamente cerca de lugares como Varadero y Cayo Largo.


Lo ecológico

Pero existen más riesgos. Es cierto que la energía nuclear no produce el mismo tipo de contaminación que los combustibles fósiles; no obstante, sería un error considerarla como una energía limpia. En el caso de accidentes, aunque poco probables, puede ocasionar contaminaciones «limpias» mortales. Otro problema lo constituyen los desechos radioactivos, que hay que enterrarlos en algún lugar; esto, además de aumentar los costos, ha sido motivo de protestas crecientes, inclusive actualmente, como conocemos por las noticias cotidianas.

Después de «enterrada» (desmantelada) la planta electronuclear, el lugar queda limitado en su utilización. Dicho sea de paso, el litoral en que está enclavado Juraguá se presta mucho para el desarrollo turístico, por su belleza y posibilidades. Muchas organizaciones ecologistas ven con simpatía las posiciones ambientalistas de Cuba, la atención que se le presta a esta esfera y su relación con el progreso social, en lo que nuestro país tiene un reconocido prestigio.

Hay batallas en la arena internacional por el carácter que debe tener el desarrollo del planeta. Organismos internacionales ofrecen ayuda a países que emprenden proyectos de fuentes energéticas renovables y limpias. Muchos especialistas consideran a Cuba como un país donde confluyen una serie de condiciones naturales y sociales que lo hacen idóneo para un desarrollo energético solar. Eso la hace muy atractiva para brindarle apoyos concretos en el desarrollo de estos tipos de generación de energía. La continuación de Juraguá tampoco hubiera ayudado en tal sentido.

Conclusión

Por muchos años seguiremos dependiendo de los fósiles para la generación eléctrica, aunque estos irán desapareciendo, aumentando
el costo y complicando la situación. La problemática fundamental está en el cómo y cuándo, paulatinamente durante decenas de años iremos disminuyendo el peso de esos fósiles, mediante el aumento de otras alternativas.

Este es un problema que tiene carácter mundial, que depende de las características y fuentes primarias concretas de cada país: carbón, petróleo, gas, hidráulica, viento, sol, biomasa y desarrollo
y accesibilidad tecnológicos, por ejemplo, nuclear, entre otros factores.

Las fuentes renovables de energía se complementan, todas son válidas y la suma de ellas constituye una gran fortaleza.
Son enormes los recientes y sostenidos incrementos mundiales anuales, sobre todo eólicos y fotovoltaicos, pero es tan colosal la generación eléctrica fósil mundial (75%), que las variantes renovables irán sustituyéndolas paulatinamente durante muchos años a lo largo de este siglo.

 
Vista aérea de las instalaciones nucleares
en Juraguá, a pocos metros
de la costa sur en Cienfuegos.

Por ello, a pesar de las prohibiciones y moratorias de construcciones de plantas electronucleares y de otros problemas de variado carácter, en muchos países se plantea la necesidad de recurrir a plantas nucleares de nueva generación, por lo que volverán temporalmente a crecer; no obstante, con el paso del tiempo dejarán de competir definitivamente con las renovables.

El Consejo Mundial de Energías pronostica que para el 2080 la producción mundial de energía eléctrica, la que habrá crecido mucho, se basará en 85% en fuentes renovables, quedando el 15% restante para las fósiles y nucleares.

Otros muchos países, como el claro ejemplo de aquellos que poseen una mayor radiación solar y poco desarrollo nuclear propio, tienen la recomendable posibilidad de no tener que recurrir a la alternativa temporal nuclear, sino afrontar una estrategia basada en el desarrollo de diversas fuentes renovables, que serían más viables y económicas. Este es el caso de Cuba, propiciado por las dos sabias decisiones antes mencionadas, que marcaron una pauta en el desarrollo energético cubano.

* Doctor en Ciencias y Profesor Titular de la Facultad de Física y el Instituto de Materiales y Reactivos (IMRE), Universidad de La Habana, Cuba.
e-mail: dstolik@fisica.uh.cu