El agua como traza: ¿cambio climático o variabilidad climática?


Por
Luis Manuel Batista Tamayo y Jorge Antonio Calvera Rosés*

 

Enfoque y evidencias de un arqueólogo y un meteorólogo

 

Los períodos de sequía en Cuba se han manifestado de forma cíclica desde épocas prehistóricas, durante la época precolombina y la colonización, y aún mucho después. Los fenómenos que se manifiestan como variabilidad climática, sin lugar a duda, han acortado estos ciclos y de manera muy particular convocan a reflexionar sobre el origen del discutido problema del cambio climático. No se niega que durante la evolución histórica éstos tuvieron un origen natural, pero las evidencias actuales aseguran la presencia indiscutible de un cambio climático de origen antrópico.


El enfoque del problema y las evidencias

Un arqueólogo y un meteorólogo con una vieja amistad de más de treinta años, y la indiscutible razón científica, debaten sobre temas de actualidad, como la necesidad innegable del uso de las fuentes de energías renovables, la variabilidad de las precipitaciones, las rogativas para la lluvia, en fin: ¿variabilidad climática o cambio climático?

El primero manifiesta que los estudios arqueológicos realizados demuestran que los períodos de sequía se han manifestado de forma cíclica a través del tiempo, inclusive antes de que existiera la especie humana, citando algunos antecedentes que datan del Pleistoceno, como una de las épocas inestables en que se alteraron los regímenes térmicos de la Tierra, y que posteriormente, en los inicios del Holoceno, el hombre afectó muy poco el entorno y, sin embargo, los problemas de la variabilidad climática ya existían.

Algunos autores sostienen que hace unos 18 000 años hubo una situación de máxima intensidad glacial, lo cual hizo que el nivel del mar descendiera algo más de 100 m por debajo del nivel actual… A partir de esa fecha la glaciación comienza a ceder de manera gradual… Por esta razón y de acuerdo con los datos de Muller-Bech, hace 8 000 años el mar estuvo 18 m por debajo de los niveles actuales. A tal razón, Ernesto Tabío Palma asume que con esa misma intensidad de fenómenos eustáticos, Cuba fue afectada, al extremo de que todo el archipiélago cubano se unió formando una isla grande, y que la gran isla que se formó en Bahamas estaba separada de nuestro territorio por solo 18 km de mar. Esto puede explicar la actual existencia del Canal Viejo de Bahamas entre Cuba y Bahamas, con un ancho aproximado al citado y profundidades de 800 m y más en algunos lugares, puntualiza el meteorólogo.

El profesor Rhodes Fairbridge sostiene que ya desde esa época las oscilaciones del mar tienen fluctuaciones periódicas, las cuales motivaron que en momentos de subida, unidos a fenómenos isostáticos que se presentan en Cuba, de forma general, en el litoral sur, se perdieran tierras cultivables por invasión de las aguas marinas que, además, salinizan los suelos y el manto freático. Esto evidencia que sitios arqueológicos ubicados por el arqueólogo español Miguel Rodríguez Ferrer en tierra seca en 1874, hoy se encuentren bajo las aguas pantanosas del sur de Camagüey. Este movimiento pendular explica cierta elevación de la costa norte y la formación de humedales, sin que medie la acción antrópica.

Resulta conveniente señalar que este descenso en el sur, y la elevación en la costa norte, no se produce de forma lineal, ni uniforme, y una evidencia de ello lo constituye el área arqueológica Los Buchillones (hasta ahora la más extensa de Las Antillas, con casi 1 500 m de longitud), en Chambas, al norte de Ciego de Ávila, donde estos fenómenos han provocado que esa enorme aldea taína se localice bajo las aguas.

Otro hecho que evidencia el origen no antrópico de la sequía (al menos en Cuba), es la presencia de una exuberante vegetación al inicio de la colonización; según los cronistas, encontraron canoas de gran tamaño construidas de un solo tronco, y todo hace suponer que eran fenómenos cíclicos, pues según Pichardo Moya, en abril de 1514 Diego Velázquez, en carta dirigida al Rey, le informa que en Guamuhaya (en la región de Sancti Spíritus), los indios pasaban hambre «…a causa que no abía (sic) llovido el año pasado. Por esa misma época, los indios de Bayamo que, huyendo de los españoles, llegaron hasta el cacicazgo de Camagüey, no pudieron ser recibidos por no tener éstos suficientes alimentos».

 


En 1771, según documento existente en el legajo 1080 (Papeles de Cuba. Sección Undécima. Cartas escritas por varios individuos de la Jurisdicción de Cuba, años 1770-1771. Archivo de las Indias, España), el Teniente Gobernador de Holguín (costa norte de la región oriental de Cuba), Bartolomé de Morales, le comunicó a Antonio María Bucarely, Capitán General de la Isla, que hay una epidemia que ha causado 54 muertos y 200 enfermos, además de mucha mortandad en el ganado, debido a que «….no llueve en esta jurisdicción formalmente en tres años…». En 1883 (Fondo 1700-1767, Archivo Museo Provincial La Periquera, Holguín), existe una comunicación que se refiere a una Circular del Arzobispo para que hagan rogativas para que llueva y el Señor «…nos mande la suficiente agua para que emanen los manantiales». Expresa que las autoridades deben asistir a la Rogativa.

José Martí, el 13 de mayo de 1895, escribió en su Diario (solo seis días antes de morir en Dos Ríos): «Holguín, tierra seca que se bebe la lluvia…».
También Ángela Peña nos informa que Aníbal Escalante, autor del libro Calixto García. Su Campaña en el 95, señala que hubo gran sequía y epidemias en Holguín y Banes, que al brotar las semillas, se tuestan; que en 1928 hubo una gran sequía en Antilla y que, con el hallazgo de un «dios llora lluvia» de los aborígenes, comenzaron las lluvias. Todo lo contrario sucedió —añade Calvera—, con los actuales residentes en el área Los Buchillones, en Punta Alegre, Chambas, que achacaban la larga sequía en esta región a la exhumación de un esqueleto aborigen durante las excavaciones arqueológicas efectuadas en el lugar, en el 2003 y el 2004, ya que decían que solamente volverían las lluvias cuando la osamenta fuera devuelta a su lugar de enterramiento.

Las creencias en torno a los fenómenos naturales y extremos han estado muy ligadas al hombre en su afán de ver mitigadas sus necesidades y, en ocasiones, al sentirse impotente —interviene el meteorólogo. En la lengua aruaca, con la que se comunicaban los aborígenes de Las Antillas, llamaban behique al más viejo de la tribu, que vivía en el caney más alto, fumaba cohíba, curaba a los enfermos y anunciaba el tiempo, y al que le atribuían poderes de brujo, así como llamaban huracán a un ser mitológico responsable de los vientos tempestuosos, y Aumatex al Dios de los vientos, según apuntó José Manuel Guarch Delmonte, en 1986.

 

Sin lugar a duda, la seguía en la región nororiental de Cuba es un tema de la climatología histórica, y no solo en Cuba, sino también en otras regiones del planeta es un tema estrella en términos periodísticos. En 1939, la revista Edén Tropical, de Holguín, expresa que a pesar de la sequía reinante, «en el comercio y la industria locales se observa verdadera prosperidad, pues se desenvuelven en un franco estado de bienestar económico».

También ha dejado huellas en el tiempo de tipo espiritual: el 7 de septiembre de 1957, en Banes, ante la inmensa sequía que padecían los pobladores de aquel municipio, el párroco del pueblo organizó una procesión rogativa para que lloviera, que terminó en un triste desenlace al deslizarse un automóvil sin conductor que embistió contra la procesión, dejando a su paso un saldo de 7 muertos, 27 heridos y más de 50 lesionados (para colmo, el auto era propiedad del párroco).

Por otro lado, los acontecimientos de las postrimerías del pasado siglo hasta la actualidad, hacen presumir que estamos en presencia de un proceso hacia un cambio climático acelerado, en el cual los fenómenos extremos que se están produciendo, y que los meteorólogos los sitúan dentro del campo de la variabilidad climática, el hombre tiene gran parte de responsabilidad.


¿Qué hacer ante tales evidencias?

Hoy se pierden incontables vidas en una lucha feroz por repartirse el mundo de los hidrocarburos fósiles, los que, según los pronósticos más halagüeños, apenas nos quedan unos diez años para que comience su extinción. Se desatan guerras que tienen gran responsabilidad en la destrucción del medio ambiente, y por consiguiente, acrecientan el proceso del cambio climático. Hoy son los hidrocarburos fósiles, mañana será el agua.

En Cuba se ha podido mitigar en algo la sequía meteorológica a un precio nada despreciable, pues ha sido a golpe de huracanes, y aún hay regiones que no han logrado recuperarse.

La temporada ciclónica del 2005, que superó incluso la de 1933, fecha en la cual el hombre ni siquiera pensaba en el cambio climático, satisfizo las necesidades.

 


Más recientemente, en noviembre de 2007, la tormenta tropical Noel batió registros sin precedentes en la región oriental, superando las lluvias provocadas por el huracán Flora, en 1963. Las afectaciones ocasionadas por Noel ascendieron a 1 868 millones de dólares. Estos acontecimientos de los últimos tiempos indican que marchamos hacia un cambio de origen antrópico, y sea quienes sean los autores del mismo, la humanidad ha de preocuparse y ocuparse ante tal fenómeno.

Más de 500 especialistas del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (GIEC), dijeron en la apertura del foro que realizaron en París, en el 2007, que «la actividad humana terminó por modificar la composición de la atmósfera con severos daños». En ese mismo foro se vaticinó que, para el final del siglo, las transformaciones del clima provocarán que de mil cien a tres mil doscientos millones de personas sufrirán de escasez de agua, mientras las temperaturas se incrementarán entre dos y tres grados Celsius.

Asimismo, de acuerdo con un enjundioso informe elaborado y que fue presentado a finales de 2007, entre 200 y 600 millones de personas más en todo el mundo, sufrirían la falta de alimentos en unos 70 años.

El doctor Graham Rearman, de Australia, uno de los participantes en la elaboración del reporte, subrayó que el mensaje más claro es que cada región de la Tierra estará en riesgo si no se adoptan medidas radicales. La gravedad es tal que resulta predecible ver una disminución de las precipitaciones en las zonas agrícolas de China y Australia, con consecuencias desastrosas para la economía de esos dos grandes países. Mucho más reciente, a finales de agosto de 2011, la prensa reportaba los grandes contrastes de inundaciones y sequía a la vez en un gran país como China, ocasionando miles de muertes y millones de dólares en pérdidas a la economía de ese gigante asiático.


A modo de conclusiones

1. Muchas son las evidencias, sobre todo las que datan de dos siglos atrás, que aseveran que el clima ha ido cambiando con el tiempo y que, sin lugar a duda, estos cambios son de origen no antrópico, con la inclusión de fenómenos contemporáneos que perfectamente se pueden enmarcar dentro de la variabilidad climática.
2. Las más recientes investigaciones, sin embargo, reflejan categóricamente que, a partir de la segunda mitad del siglo pasado, el deterioro del sistema climático, al que obligatoriamente ha habido que incluir un nuevo subsistema, el socioeconómico, es el responsable directo de los cambios que se están produciendo y de los que se avecinan.
3. Resulta imprescindible el desarrollo de una política ambiental legislada, no solo dirigida al gran público en general, sino también a los estados, y con ello a los tomadores de decisiones; desarrollar con toda fuerza las fuentes renovables de energía, por ser los combustibles fósiles uno de los principales causantes del deterioro del medio ambiente; realizar una gran campaña de información, pues ni la población, ni los que deben tomar las decisiones, tienen los conocimientos ambientales necesarios para estar preparados para convivir con la sequía.
4. Resulta una necesidad real aplicar rigurosamente todo lo establecido en función de la protección de los recursos naturales y el medio ambiente en sentido general.


* Licenciado en Meteorología, Profesor Titular e Investigador Titular del Centro de Investigaciones de Ecosistemas Costeros (CIEC), Ciego de Ávila.
** Doctor en Ciencias Históricas, Profesor Titular y Académico Titular del CIEC.
e-mail: batista@ciec.fica.inf.cu