Los períodos de sequía en Cuba se han manifestado de forma cíclica desde épocas prehistóricas, durante la época precolombina y la colonización, y aún mucho después. Los fenómenos que se manifiestan como variabilidad climática, sin lugar a duda, han acortado estos ciclos y de manera muy particular convocan a reflexionar sobre el origen del discutido problema del cambio climático. No se niega que durante la evolución histórica éstos tuvieron un origen natural, pero las evidencias actuales aseguran la presencia indiscutible de un cambio climático de origen antrópico.
En 1771, según documento existente en el legajo 1080 (Papeles de Cuba. Sección Undécima. Cartas escritas por varios individuos de la Jurisdicción de Cuba, años 1770-1771. Archivo de las Indias, España), el Teniente Gobernador de Holguín (costa norte de la región oriental de Cuba), Bartolomé de Morales, le comunicó a Antonio María Bucarely, Capitán General de la Isla, que hay una epidemia que ha causado 54 muertos y 200 enfermos, además de mucha mortandad en el ganado, debido a que «….no llueve en esta jurisdicción formalmente en tres años…». En 1883 (Fondo 1700-1767, Archivo Museo Provincial La Periquera, Holguín), existe una comunicación que se refiere a una Circular del Arzobispo para que hagan rogativas para que llueva y el Señor «…nos mande la suficiente agua para que emanen los manantiales». Expresa que las autoridades deben asistir a la Rogativa. José Martí, el 13 de mayo de 1895, escribió en su Diario (solo seis días antes de morir en Dos Ríos): «Holguín, tierra seca que se bebe la lluvia…». También Ángela Peña nos informa que Aníbal Escalante, autor del libro Calixto García. Su Campaña en el 95, señala que hubo gran sequía y epidemias en Holguín y Banes, que al brotar las semillas, se tuestan; que en 1928 hubo una gran sequía en Antilla y que, con el hallazgo de un «dios llora lluvia» de los aborígenes, comenzaron las lluvias. Todo lo contrario sucedió —añade Calvera—, con los actuales residentes en el área Los Buchillones, en Punta Alegre, Chambas, que achacaban la larga sequía en esta región a la exhumación de un esqueleto aborigen durante las excavaciones arqueológicas efectuadas en el lugar, en el 2003 y el 2004, ya que decían que solamente volverían las lluvias cuando la osamenta fuera devuelta a su lugar de enterramiento.
Sin lugar a duda, la seguía en la región nororiental de Cuba es un tema de la climatología histórica, y no solo en Cuba, sino también en otras regiones del planeta es un tema estrella en términos periodísticos. En 1939, la revista Edén Tropical, de Holguín, expresa que a pesar de la sequía reinante, «en el comercio y la industria locales se observa verdadera prosperidad, pues se desenvuelven en un franco estado de bienestar económico».
Más recientemente, en noviembre de 2007, la tormenta tropical Noel batió registros sin precedentes en la región oriental, superando las lluvias provocadas por el huracán Flora, en 1963. Las afectaciones ocasionadas por Noel ascendieron a 1 868 millones de dólares. Estos acontecimientos de los últimos tiempos indican que marchamos hacia un cambio de origen antrópico, y sea quienes sean los autores del mismo, la humanidad ha de preocuparse y ocuparse ante tal fenómeno. Más de 500 especialistas del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (GIEC), dijeron en la apertura del foro que realizaron en París, en el 2007, que «la actividad humana terminó por modificar la composición de la atmósfera con severos daños». En ese mismo foro se vaticinó que, para el final del siglo, las transformaciones del clima provocarán que de mil cien a tres mil doscientos millones de personas sufrirán de escasez de agua, mientras las temperaturas se incrementarán entre dos y tres grados Celsius. Asimismo, de acuerdo con un enjundioso informe elaborado y que fue presentado a finales de 2007, entre 200 y 600 millones de personas más en todo el mundo, sufrirían la falta de alimentos en unos 70 años. El doctor Graham Rearman, de Australia, uno de los participantes en la elaboración del reporte, subrayó que el mensaje más claro es que cada región de la Tierra estará en riesgo si no se adoptan medidas radicales. La gravedad es tal que resulta predecible ver una disminución de las precipitaciones en las zonas agrícolas de China y Australia, con consecuencias desastrosas para la economía de esos dos grandes países. Mucho más reciente, a finales de agosto de 2011, la prensa reportaba los grandes contrastes de inundaciones y sequía a la vez en un gran país como China, ocasionando miles de muertes y millones de dólares en pérdidas a la economía de ese gigante asiático. A modo de conclusiones 1. Muchas son las evidencias, sobre todo las que datan de dos siglos atrás, que aseveran que el clima ha ido cambiando con el tiempo y que, sin lugar a duda, estos cambios son de origen no antrópico, con la inclusión de fenómenos contemporáneos que perfectamente se pueden enmarcar dentro de la variabilidad climática. 2. Las más recientes investigaciones, sin embargo, reflejan categóricamente que, a partir de la segunda mitad del siglo pasado, el deterioro del sistema climático, al que obligatoriamente ha habido que incluir un nuevo subsistema, el socioeconómico, es el responsable directo de los cambios que se están produciendo y de los que se avecinan. 3. Resulta imprescindible el desarrollo de una política ambiental legislada, no solo dirigida al gran público en general, sino también a los estados, y con ello a los tomadores de decisiones; desarrollar con toda fuerza las fuentes renovables de energía, por ser los combustibles fósiles uno de los principales causantes del deterioro del medio ambiente; realizar una gran campaña de información, pues ni la población, ni los que deben tomar las decisiones, tienen los conocimientos ambientales necesarios para estar preparados para convivir con la sequía. 4. Resulta una necesidad real aplicar rigurosamente todo lo establecido en función de la protección de los recursos naturales y el medio ambiente en sentido general.
* Licenciado en Meteorología, Profesor Titular e Investigador Titular del Centro de Investigaciones de Ecosistemas Costeros (CIEC), Ciego de Ávila.
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