Bosques, prioridad para el desarrollo cubano
Por
Juan José Paretas Fernández*
La preservación de los bosques, una garantía
para las futuras generaciones
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El patrimonio forestal constituye un recurso estratégico para el desarrollo de cualquier nación. Cuando los bosques son protegidos, manejados y explotados adecuadamente, pueden aportar diversos y cuantiosos bienes materiales a la sociedad y la economía, y contribuir significativamente al mejoramiento y sostenibilidad ambientales. Sobre el tema, Martí expresó: «Comarca sin árboles, es pobre. Ciudad sin árboles es malsana. Terreno sin árboles, llama poca lluvia y da frutos violentos»; «...hay que cuidar de reponer las maderas que se cortan, para que la herencia quede siempre en flor»; «...son, en una palabra, los árboles, además de un gran elemento de riqueza, los mejores amigos de la agricultura y la ganadería».
Contrario a ello, el acelerado desarrollo económico ocurrido después de la Segunda Guerra Mundial en los países del Primer Mundo, y la Revolución Verde con sus tecnologías intensivas en el sector agrícola, hicieron que la degradación ambiental creciera exponencialmente. En África, Asia y América Latina, el incremento de la explotación indiscriminada de sus riquezas naturales más importantes con tecnologías de todo tipo,
e importadas desde países con condiciones climáticas, económicas y sociales diferentes que buscaban principalmente su beneficio propio, trajo como consecuencia que «los pulmones del planeta» comenzaran a decrecer aceleradamente.
Lo anterior fue denunciado por Fidel de la forma siguiente: «Los bosques desaparecen, los desiertos se extienden, miles de millones de toneladas de tierra fértil van a parar cada año al mar. Numerosas especies se extinguen. La presión poblacional y la pobreza conducen a esfuerzos desesperados para sobrevivir aun a costa de la naturaleza. No más transferencias al Tercer Mundo de estilos de vida y hábitos de consumo que arruinan el medio ambiente».
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Teniendo conciencia de lo citado anteriormente, en Cuba, después de 1959 se ha trabajado para incrementar la superficie arbórea, considerada como un recurso vital para el progreso del país. Esta política se ratifica ahora con los Lineamientos aprobados durante el VI Congreso del PCC, específicamente en los números 196 y 204, en los que se expone que el desarrollo de un programa integral de mantenimiento, conservación y fomento de las plantaciones forestales, así como la actualización y ejecución de programas dirigidos a la preservación y rehabilitación de los recursos naturales, entre los que figuran los bosques, devienen objetivos fundamentales para el perfeccionamiento nacional.
Antecedentes
Una de las principales causas del deterioro ambiental a escala global viene dada por la destrucción irracional de los bosques, que se perdían en cifras superiores a los 11 millones de ha/año en la década de los ochentas, cifra que aunque muy alarmante, increíblemente ha seguido incrementándose hasta llegar a los 17 millones al principio del siglo xxi, según reportes de la investigadora Marta Jiménez.
Este problema, aunque está globalizado, es más agudo en las áreas tropicales y en los pequeños estados insulares. Por ejemplo, en Brasil, el profesor Francisco Caporal señala que la destrucción de los bosques brasileños comenzó hace 500 años, pero no hay duda de que el mayor daño se ha producido a partir del proceso de modernización del país iniciado en la década de 1960. El cultivo de soya, la ganadería, las plantaciones dedicadas a producir etanol, entre otros, son los factores que han posibilitado que en la mayoría de los estados brasileños la pérdida de las plantaciones originales alcance entre 54 y 91%. Para América Latina y el Caribe se ha reportado que la relación reforestación/deforestación es de 1:10 en zonas de bosques densos, y de 1:6 en zonas de bosques abiertos. Este proceso tan negativo se debe principalmente a la expansión de zonas agrícolas (84%), y en menor medida a la explotación forestal (12,5%).
La degradación medioambiental es tan rápida que los productores se ven obligados a abandonar rápidamente las áreas cultivadas y continúan en su devastador avance hacia el bosque virgen. Ello hace que en la actualidad más de 165 000 km2 de tierras deforestadas para la agricultura están abandonadas y en proceso de desertificación. Pese a ello, existen poderosos intereses neoliberales que sin medir las consecuencias pretenden reducir el área actual de la Amazonía —principal pulmón verde del mundo—, en más de 50%.
En Cuba, los españoles encontraron una superficie boscosa que ocupaba cerca de 90% de las tierras («se podía caminar de un extremo a otro de la isla bajo la sombra de los árboles», aseguró el Padre Bartolomé de Las Casas), pero fue eliminada sostenidamente y reducida a menos de 15%. Primero fue la tala y quema indiscriminada que se practicó en la época de la colonia (denunciada por Federico Engels en 1876), y posteriormente por la expansión de la industria azucarera y las fincas ganaderas en la época de la seudorepública. Los resultados negativos de tales prácticas se fueron acumulando y llegan a nuestros días, con evidencias significativas que pueden encontrarse en factores físicos, químicos y biológicos que limitan el potencial agroproductivo de los suelos, donde solo 15% son catalogados de muy productivos.
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Aunque los problemas se han acumulado durante siglos, la preocupación global por lograr un adecuado uso de los recursos naturales tuvo su máxima expresión en la Cumbre de la Tierra, celebrada en Río de Janeiro en 1992, en la que, entre otros documentos, se firmó la Declaración de los Principios Forestales, con lo cual se reconoce el papel protagónico de los bosques en la conservación de los procesos naturales y el equilibrio ecológico, y se demanda la necesidad de manejar este recurso sobre una base sustentable para responder a las necesidades sociales, económicas, ecológicas, culturales y espirituales actuales y futuras de la sociedad.
La Isla Verde
La práctica de la ordenación, como estrategia de desarrollo y gestión de los recursos forestales, requiere de la efectiva voluntad política e institucional, para su eficaz aplicación.
La Ley Forestal, aprobada por el Parlamento cubano en 1998, define la ordenación forestal como la «actividad que comprende operaciones de carácter administrativo, económico, jurídico, social, técnico y científico que se realiza para el adecuado establecimiento, manejo, conservación y utilización sostenible del bosque».
Cuba posee una cubierta forestal de 2 696 000 ha, de ellas, 2 308 000 son bosques naturales y 318 000 son plantaciones establecidas, a las que hay que adicionarles
125 000 ha de plantaciones menores de tres años que están en fase de establecimiento.
De acuerdo a su categoría, se clasifican 825 000 ha como bosques productores (31%
del total); 1 259 800 ha (46%) son bosques de protección, y las restantes 612 000 ha (23%) son bosques de conservación. Como puede observarse, la mayor parte de los bosques cubanos están dedicados a la preservación del medio ambiente.
La plantación de árboles en los asentamientos humanos, y como parte integrante de la arquitectura paisajista, se remonta a las antiguas civilizaciones de China, Asia Occidental y Grecia. Esta actividad también está concebida en el Programa Nacional de Agricultura Urbana y periurbana, teniendo en cuenta que la calidad de vida en una zona urbana depende en gran medida de la calidad y cantidad de los espacios verdes existentes.
En la actualidad se reafirman los criterios de que los árboles, además de aportar elementos estéticos al entorno, cada vez más demuestran su utilidad para mitigar o reducir la contaminación del aire y el agua, la elevación de las temperaturas y la acumulación de desechos. Es por ello que en Cuba se promueve el incremento de árboles y las zonas arboladas de las ciudades; árboles en jardines y huertos, en calles y parques, microbosques y árboles aislados en terrenos baldíos que hacen de la silvicultura urbana un instrumento útil para la salud y el enriquecimiento de la sociedad y la naturaleza.
Estos datos son un reflejo de la voluntad política de la Dirección del país dirigida a desarrollar, conservar y proteger los recursos naturales de la nación, en la cual los árboles y el bosque tienen una destacada participación por su incidencia favorable en el ecosistema y en el incremento de la biodiversidad, así como su contribución en el mejoramiento y purificación de las aguas, la conservación y mejoramiento de los suelos, el saneamiento del aire que respiramos y en el mejoramiento de la calidad de vida de la población.
El adecuado manejo de los recursos forestales, así como la repoblación en las zonas rurales y urbanas de toda la Isla, resultan indispensables para apoyar el desarrollo armónico y sostenible de todos los sectores nacionales. De ahí que el Programa Forestal del Ministerio de la Agricultura promueva para el año en curso la integración interdisciplinaria, el predominio de las buenas prácticas en cuanto al manejo de los bosques, y la disciplina tecnológica a favor de lograr un óptimo tratamiento del patrimonio forestal cubano.
No se trata de acometer la reforestación en términos de cantidad de superficie cubierta, como una meta o campaña a corto plazo, sino como un proceso integrado donde la responsabilidad, la cooperación institucional y el estudio de las condiciones medioambientales, actúen a favor de su adecuado manejo.
Hacia el futuro
Uno de los pocos países que podrán mostrar un resultado positivo en la venidera Cumbre Río + 20, es Cuba.
El Gobierno revolucionario, que heredó en 1959 un área forestal degradada en calidad y con solo 14,1% de áreas cubiertas, incrementó las áreas en 5,4% en 33 años antes de la Cumbre de Río, y posterior a ella, en solo 20 años, la superficie boscosa se elevó a 26,7%, y está planificado su crecimiento hasta ocupar 29,3% del territorio nacional para el 2015, lo que conlleva al incremento de nuevas áreas y la repoblación de más de 270 000 ha, con la finalidad de aumentar y diversificar los bosques productores, los de conservación y los dedicados a la protección.
Los bosques productores están dirigidos a satisfacer la demanda de madera y sus derivados para la economía nacional: producción de madera de bolo, obtención de madera rolliza para su uso directo (agricultura y construcciones rústicas), energético (leña para combustible, específicamente para los centrales azucareros, y producción de carbón, sobre todo para la exportación), entre otros. Los de protección son creados para la conservación y el mejoramiento de los recursos renovables existentes, como las aguas y los suelos, las cuencas hidrográficas, los litorales y las zonas costeras; y los bosques de conservación tienen como función principal la preservación de la biodiversidad.
El Programa Nacional para el 2012 incluye entre sus prioridades no solo la conservación de los bosques, sino también su biodiversidad y la de los ecosistemas, y con este propósito se adopta la medida de disminuir el aprovechamiento en las zonas costeras, frágiles y montañosas, y se potencian los bosques de protección y conservación.
Para respaldar los efectos de esa medida y posibilitar una solución para la demanda de recursos madereros en el país —mayor que los volúmenes que ofrecen los bosques—, desde el 2011 se practica en Cuba, además de la reforestación tradicional, la silvicultura con manejo intensivo conocida también como lignicultura, que permite obtener mayores volúmenes de madera en una superficie dada, lo que favorece la conjugación del manejo forestal sostenible con la demanda de la economía nacional.
Las especies utilizadas para el manejo intensivo deben cumplir diferentes requisitos, relacionados con el empleo de semillas genéticamente mejoradas, así como la proliferación de especies de crecimiento rápido que respondan satisfactoriamente a la calidad de los sitios seleccionados para establecer las plantaciones, además de proporcionar madera con características físico-mecánicas y tecnológicas acordes a los usos previstos. Hasta el momento, las especies seleccionadas en una primera etapa son el pino macho, el eucalipto, la majagua, la baría, la teca y la acacia.
Proteger y preservar los bosques es una garantía para las futuras generaciones. El bosque es vida, y los agricultores y la población en general tienen en sus manos el potencial suficiente para salvaguardarlo.
* Doctor en Ciencias, y Profesor e Investigador Titular. Asesor y especialista en I+D+i
para los sectores de agricultura y recursos naturales y ambientales.
e-mail: jparetas@catec.cu
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