Tal como el neoliberalismo tiende a la privatización desenfrenada, y difícilmente entregue sus armas sin combatir, de igual modo el sistema energético basado en los combustibles fósiles y nucleares intentará afianzar su predominio en las profundidades de los yacimientos petrolíferos y de uranio. En su obra La compleja muerte del neoliberalismo, el economista e intelectual Osvaldo Martínez nos alerta: «No habrá derrumbe como simple resultado de una crisis económica. Siempre la economía capitalista puede resurgir por precarias que sean las condiciones en que lo haga y por profundo que sea el daño ocasionado. Dejadas a su espontaneidad, las relaciones mercantiles siempre harán su reproducción, lo cual implica que no habrá derrumbe económico, sino que el sistema debe ser derrumbado por el accionar social concertado, por acciones de naturaleza política que rompan con la tradicional "política" desgastada». El capitalismo no morirá de muerte natural: «¡Proletarios de todos los países, uníos!», clamó Marx. De igual modo, el petróleo no se acabará nunca, porque antes desapareceremos como civilización si continuamos quemando hidrocarburos, o fisionando átomos, para que los flujos de electrones lleguen a nuestros artefactos electrodomésticos desde las termoeléctricas carboneras o petroleras, o desde las centrales electronucleares. Concertada ha de ser la acción social y política para dotarnos de un sistema energético basado en las fuentes renovables de energía, desde lo local, hacia lo nacional y universal. ¿Cuál basamento teórico marxista-leninista esgrimir cuando la producción de energía sea descentralizada, casi individual; es decir, cuando los ciudadanos produzcan su propia energía a partir de fuentes renovables, y el Estado ya no sea el único generador de potencia eléctrica? Habría que precisar que el cambio de la matriz energética centralizada (con petróleo, carbón y uranio), por otra basada en las fuentes renovables, con diversidad de productores, incluso individuales, no tiene el mismo signo de las privatizaciones neoliberales, sino que constituirá uno de los basamentos del verdadero poder popular. El pueblo, y sus instituciones, producirán su propia energía, y el acceso a la energía prefigura el poder fáctico, en tanto es una de las principales fuerzas productivas. Cuba se re-estructura. Si lo ministerial y lo empresarial se desarrolla, equivocadamente, hacia el centralismo, y no hacia lo tendente a la descentralización —lo gubernamental local, con desarrollo endógeno—, entonces la brecha aumentará entre lo estatal centralizado y lo estatal municipal y local. Hasta el momento, sobre los territorios (municipios y comunidades) gravitan las decisiones nacionales y persiste la dependencia de la estructura política y administrativa nacional, con poco margen para que desde lo territorial se re-construya y re-vitalice lo nacional. Los Lineamientos… convocan a cambiar. Casi todo, también hasta ahora, se estructura y funciona desde fuentes energéticas exógenas al municipio. El municipio ha sido, en la práctica, un consumidor pasivo de los recursos y servicios energéticos «planificados» desde «arriba», y un simple ejecutor del mandato, legal y estructural, de los órganos superiores del Gobierno. Como norma, no había recursos financieros para las fuentes renovables de energía porque los disponibles, o previsibles (planificados), estaban hipotecados para el petróleo. Y el municipio poco podía hacer con sus abundantes recursos energéticos renovables, aunque ahorrara o gestionara de manera eficiente el «petróleo» asignado centralmente: todo lo ahorrado tendía a ser «rebajado» en la asignación del próximo período del plan, ya fuese anual o perspectivo. A los hogares cubanos llegarán los paneles fotovoltaicos, los aerogeneradores, los calentadores y secadores solares, las microhidroeléctricas, los biodigestores…, del mismo modo que irrumpieron las videocaseteras o las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, incluida Internet. Debemos construirnos, en lo teórico y en la praxis, un modelo cubano de gestión energética participativa, popular (desde lo local), con todos y para el bien de todos. Al municipio lo que es del municipio; y en ese espacio territorial-administrativo viven los individuos, con apego a lo individual y lo nacional. Al individuo, también, lo que es del individuo. Y, como vaso comunicante, un nexo socialista: el poder popular. Vivimos en un país con ciudadanos conscientes de su integridad territorial y cultural: ni Fuenteovejuna de Lope, ni Macondo de Márquez, ni Comala de Rulfo. Aquí se ama el terruño y el Archipiélago, hacia el ser humano: «Patria es humanidad», nos enseñó Martí, desde el terruño, hacia todos los puntos cardinales. * Escritor y editor. Ingeniero Mecánico y Máster en Periodismo. Director de la Editorial CUBASOLAR y de la revista Energía y tú.
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