Acceso a la tierra


Por
Juan José Paretas Fernández*

...al progreso agrícola deben enderezarse todos los esfuerzos, todos los decretos a favorecerlo, todos los brazos a procurarlo, todas las inteligencias
aprestarle ayuda.
José Martí

 

Uno de los principales problemas que enfrenta la mayoría de los países, sobre todo los del Tercer Mundo, es que la mujer y el hombre que más trabajan y necesitan de la tierra son los que precisamente no pueden acceder a ella, y mucho menos a las riquezas y alimentos que ellos mismos ayudan a producir.

Con relación a Cuba, en La historia me absolverá Fidel denuncia la pobreza imperante en las zonas rurales de la pseudorepública, donde reinaba el latifundio y su secuela de injusticia social, desalojos, hambre y desnutrición, enfermedades y analfabetismo, y se realizaba un inadecuado manejo de los recursos naturales.

Para trasformar esa situación, la primera Ley que aprobó el Gobierno revolucionario, el 16 de mayo de 1959, fue precisamente la de Reforma Agraria. El propósito de esta Primera Ley, y de la Segunda dictada en 1963, fue rescatar para el país su más preciado tesoro —la tierra—, distribuir más de un millón de hectáreas a los campesinos que la trabajaban y elevarles su seguridad y calidad de vida.

 



 

Antecedentes

Siempre es oportuno acudir al Apóstol, quien nos legó, entre otros importantes pensamientos, los relacionados con la agricultura y la posesión de la tierra. Veamos los siguientes:

«En los pueblos que han de vivir de la agricultura, los gobiernos tienen el deber de enseñar preferentemente el cultivo de los campos. Se está cometiendo en el sistema de educación de América Latina un error gravísimo en los pueblos que viven casi por completo de los productos del campo, se educa exclusivamente a los hombres para la vida urbana y no se les prepara para la vida campesina. Y como la vida urbana solo existe a expensas y por virtud de la campestre y de traficar con sus productos, resulta que en el actual sistema de educación se está creando un gran ejército de desocupados y desesperados, se está poniendo una cabeza de gigantes en un cuerpo de hormigas».

«Y detrás de cada escuela un taller agrícola, a la lluvia y al sol, donde cada estudiante sembrase un árbol. En textos secos y meramente lineales, no nacen, no, las frutas de la vida».

«Un país que se dedica a varios cultivos siempre tendrá oportunidad de colocar sus productos en países que, por su naturaleza y su clima distinto, no los producen, mientras reciben los que ellos cultivan, y con ese intercambio sano y fecundo se aseguran la prosperidad, la comodidad y la riqueza».

En Cuba antes de 1959, 25% de la tierra pertenecía al capital extranjero —principalmente norteamericano—, nueve grandes latifundistas azucareros cubanos concentraban 20% de la tierra, y en general solo 9% de los propietarios de entonces concentraban más de 70% de toda la tierra, fundamentalmente las de mejor situación geográfica y condiciones para la explotación agropecuaria.

Teniendo en cuenta que en esa época la agricultura era la principal fuente de riqueza del país, y que la misma fue diseñada para exportar productos primarios —sobre todo azúcar— e importar maquinarias y otros alimentos, básicamente de Estados Unidos, es evidente que además de subdesarrollada, deformada e injusta, la economía cubana de la época resultaba totalmente dependiente de las reglas que imponía el mercado norteamericano.

Después de dictadas las dos leyes de Reforma Agraria ya mencionadas, la mayor cantidad de tierra (más de 70%) quedó en manos del Estado (su organización ha pasado de agrupaciones agropecuarias, granjas del pueblo, cooperativas cañeras, hasta las empresas estatales actuales), y otra parte importante en manos de los campesinos que se organizaron en algún tipo de cooperativa, principalmente las de producción agrícola (CPA) y las de créditos y servicios (CCS).

A ello se sumó la modernización del sector y la intensificación de los sistemas de producción, con la consiguiente diversificación y elevación de la producción agropecuaria; no obstante, el modelo comenzó a debilitarse a mediados de la década de los años 80,
y dejó una secuela importante sobre los recursos naturales e indicadores del medio ambiente.

Ya en la década de los 90, y para enfrentar la crisis económica producto de la caída del campo socialista europeo y el recrudecimiento del bloqueo norteamericano, una buena parte de las empresas estatales fueron entregadas en usufructo a sus trabajadores,
y convertidas en unidades básicas de producción cooperativa (UBPC).

Recientemente, y cumpliendo lo establecido en el Decreto Ley 259, el Estado cubano ha puesto la tierra —en usufructo— en manos del que esté dispuesto a trabajar (más de cien mil cubanos), más de un millón de hectáreas. Estas dos medidas, más las tierras pertenecientes a las CPA y CCS, cambiaron el patrón de tenencia de la tierra en Cuba, ya que el Estado hoy solo posee alrededor de 20% de los suelos dedicados a la agricultura,
y las cooperativas y los productores particulares poseen más de 70%.

Situación actual

Las nuevas formas de tenencia de la tierra, nuevos sistemas de producción más diversificados en los que se privilegian los procesos sobre los insumos, el uso y la recirculación de productos locales, la utilización de bioproductos para mejorar la fertilidad del suelo, la nutrición de las plantas y el control de plagas y enfermedades, y la fundación hace 15 años del movimiento de Agricultura Urbana (para aprovechar tierras ociosas dentro y en la periferia de las ciudades y pueblos), dotado de 32 programas de producción o para complementarla, y la orientación reciente de llevar este movimiento hasta las áreas suburbanas (hasta 10 km de las poblaciones), han insuflado nuevas energías al sector agropecuario cubano, e incorporado nuevos actores en su realización.

Para que esta energía y los actores reincrementen, perfeccionen, sostengan y se conviertan en la fuente principal que permita enfrentar el gran propósito de acercar el país a su sostenibilidad alimentaria, debemos buscar soluciones a varios problemas fundamentales, entre ellos:

• Suelo y clima. El fondo de tierra para producir alimentos es de 0,11 hectárea/persona; 76% de los suelos son pocos productivos, se observan diferencias y disminución de las precipitaciones, se elevan las temperaturas y disminuye la relación entre las diurnas y nocturnas.
• Fuerza de trabajo. En Cuba la relación población urbana/rural es aproximadamente de 4/1, con solo 8% de ella trabajando en la agricultura, aunque no directamente en la producción. En la actividad de los cultivos varios, cada trabajador debe producir alimentos para 47 personas.
• Recursos. Hay que incrementar la disponibilidad y el acceso a tecnologías, semillas mejoradas y adaptadas, equipos, implementos e insumos varios, y manejarlos todos con armonía y eficiencia y sin agredir el medio, ni la calidad de las cosechas.

En esta vía, fueron aprobados varios Lineamientos en el VI Congreso del PCC, entre ellos: Implementar la eliminación ordenada de la libreta de abastecimiento (Lineamiento 162); lograr que el sector aporte progresivamente a la balanza de pagos del país para dejar de ser un importador neto de alimentos, sustituir importaciones y disminuir la alta dependencia de financiamiento que hoy se cubre con los ingresos (Lineamiento 166); adoptar un nuevo modelo de gestión a tenor de una mayor presencia de formas productivas no estatales, promover una mayor autonomía de los productores, incrementar la eficiencia, posibilitar una gradual descentralización hacia los gobiernos locales (Lineamiento 167); independizar las distintas formas de cooperativización, de la intermediación de la empresa estatal, e introducir en forma gradual las cooperativas integrales de servicio en las actividades industriales locales (Lineamiento 169); adecuar la producción agroalimentaria a la demanda (Lineamiento 170); reestructurar el actual sistema de comercialización de insumos y equipamientos, brindando acceso directo a estos recursos, y en la organización de la producción deberá predominar un enfoque territorial dirigido a los abastecimientos, con énfasis en la ejecución de programas de agricultura suburbana que deberá extenderse en todo el país (Lineamiento 171); para alcanzar la organización de la fuerza laboral en colectivos, hay que lograr la completa vinculación del hombre al área, y resultados finales que aseguren el aumento de la productividad de los trabajadores agropecuarios para que mejoren sus ingresos y calidad de vida (Lineamiento 182).

 



 

Futuro

Paralelo al acceso a la tierra, que en Cuba se ha facilitado e incrementado, los agricultores cubanos deben:

• Alejarse de los principios en que se sustentó la revolución verde: más insumos externos y menos procesos para dar prioridad a las máquinas y los productos químicos.
• Acercarse a las experiencias locales y hacer uso de tecnologías integrales que privilegien el uso y la recirculación de los recursos de la finca; que favorezcan la biodiversidad y el uso de bioproductos, los policultivos y la rotación de cultivos; que integren y diversifiquen la producción y que prioricen la siembra y explotación de árboles multipropósitos, en todos los casos buscando optimizar el uso de la tierra, la vegetación, el agua, la energía y los productos e insumos importados.

• Alejarse de las leyes que aún sustenta el agronegocio —producir alimentos para ganar dinero, sin importar los hambrientos, ni los efectos negativos sobre los recursos naturales y el medio ambiente—, disminuyendo hasta casi erradicar la importación de alimentos —sobre todo los que pueden producirse en Cuba—, teniendo en cuenta que la oferta de los mismos tiende a reducirse y su comercialización es cada vez más especulativa, al estar relacionada directamente con el precio siempre en alza de las fuentes energéticas
y las tecnologías, y además, porque al suministrador lo que más le interesa es la ganancia y no la necesidad del cliente.

• Acercarse a sistemas de producción y uso eficiente de los recursos con la finalidad de cosechar, conservar y comercializar los alimentos que satisfagan la necesidad de la población, y producirlos y ofertarlos con presencia y calidad, que sean sanos, nutritivos
y en armonía con el medio social y natural que los sustenta.

* Doctor en Ciencias, y Profesor e Investigador Titular. Asesor y especialista en I+D+i para los sectores de agricultura y recursos naturales y ambientales, Cuba.
e-mail: jparetas@catec.cu