Venezuela no dejará morir a su Maestro del siglo XXI. Cuba tampoco. Y en las urgencias de la contemporaneidad seguirá con la adarga al brazo, porque Chávez «tiene que hacer en América todavía». Le sentimos —en la cotidianidad y la memoria— líder, cantante, soldado, historiador, hermano, constitucionalista, comandante, pelotero, latinoamericano, amante, bolivariano, paracaidista, orador, amigo, fidelista, artillero, rebelde, presidente, revolucionario…: hombre «franco, fiero, fiel, sin saña», como Martí. Ya se extiende en llaneros y pescadores, en los hidrocarburos redimidos, en los cerros y la sabana, en el abrazo y el canto, en la fe y el ingenio, en la Venezuela redescubierta y vital…, hacia todos los amores y rocíos. Los niños corean: —Dame la ce. —C. —Dame la hache. —H. —Dame la a. —Á. —Dame la uve. —V. —Dame la e. —E. —Dame la zeta. —Z. —¿Qué dice? —¡Pueblo! —Más alto, que no se oye. —¡Patria! Y los jóvenes proclaman, desde lo lúdico y cercano: CheHas cheta chela chevic cheto cheria chesiem chepre. CheChá chevez chevi cheve. Desde la vigilia, le decimos, como cantó Guillén al Che: «Espéranos. Partiremos contigo. Queremos / morir para vivir como tú has muerto, / para vivir como tú vives»: porque ya entró, fúlgido, a la cultura solar el Chávez nuestro de cada día. * Escritor y editor. Ingeniero Mecánico y Máster en Periodismo. Director de la Editorial CUBASOLAR y de la revista Energía y tú.
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