Entre crisis y acciones


Por
Tanya Moreno Coronado*, Víctor Hugo Ventura**, Ernesto Fariñas Wong*** y Yanelys Delgado Triana***


Recomendaciones al sector energético cubano.

   


El sector energético en Cuba


Históricamente, Cuba tiene una gran dependencia de las importaciones de petróleo y sus derivados, y se caracterizaba por una gran disponibilidad de bagazo para su energía primaria (Fig. 1). La leña era otra fuente que se consumía en la industria azucarera, en el sector residencial y en la producción de carbón vegetal para las locomotoras de vapor.
En las últimas tres décadas creció la extracción de petróleo crudo y gas natural, a partir de programas gubernamentales que contaron con exploraciones realizadas junto a compañías extranjeras de Canadá, Francia, Brasil, Suecia, España, entre otras.

Al ser insuficiente la producción nacional de petróleo, la economía cubana depende de importaciones para garantizar su desenvolvimiento económico y social, con un mínimo porcentaje de importación de carbón mineral (menos de 1%). El petróleo crudo es empleado como materia prima en las refinerías para el procesamiento y obtención de sus derivados, y en la generación de electricidad. Antes de 1990 se presentó un crecimiento en la oferta, así como una gran demanda en petróleo de importación, debido a la producción industrial y al desarrollo del país (Fig. 1).

 
Fig. 1. Disponibilidad de energía primaria en Cuba.
Fuente: Elaboración propia con estadísticas del Gobierno.

 

En la década de los 90 se produjo una gran caída en la economía nacional, y consecuentemente en la importación de petróleo, así como en la producción de bagazo de caña, debido a la desintegración de la URSS. Por décadas, Cuba llegó a ser un importante productor de azúcar a nivel mundial, sector que consumía una gran cantidad de combustibles fósiles y, a su vez, empleaba tecnologías provenientes de países socialistas.

En lo que respecta a la energía secundaria, los dos rubros con mayor peso en la producción y el consumo, son los derivados del petróleo y la producción de electricidad.
En cuanto a los derivados del petróleo, de acuerdo con la figura 2 (en la página siguiente), se puede observar cómo el país con el paso del tiempo depende en gran medida de las importaciones, principalmente de fuel oil, que es utilizado en calderas y hornos para la producción de energía eléctrica y otros procesos industriales, y en segundo lugar, la importación del diésel, que es empleado en su mayoría en motores de combustión interna.

La crisis de los 90 se vio reflejada en la producción nacional, las importaciones se mantuvieron y el país tuvo que enfrentar altos costos para asegurar su desarrollo social y económico. Las importaciones se redujeron en la última década, y a su vez aumentó la producción nacional.En cuanto a la electricidad, de acuerdo con la figura 3, se observa que la generación por plantas termoeléctricas es la que presenta un gran porcentaje a nivel nacional, a pesar de que en la última década se ha incrementado la generación por otras tecnologías, como las de turbinas de gas, grupos electrógenos e inclusive por fuentes renovables de energía (FRE).

Los grupos electrógenos pueden consumir fuel, diésel o gas natural, y alrededor de 98% de su generación proviene de equipos interconectados al sistema. En cuanto a los sistemas autoproductores de electricidad, en su mayoría pertenecen a la industria del azúcar, utilizando, principalmente, el bagazo de caña. En cuanto al consumo de energía eléctrica, el sector residencial ha aumentado su porcentaje de consumo en la última década, pasando de 28,24% en 2000 a 38,7% en 2011, mientras que el sector industrial tuvo una ligera disminución, de 32,3% en 2005 a 26,5% en 2011; por otro lado, las pérdidas de energía eléctrica representan de 15 a 16% (ver Fig. 4 en página 32).

En 1989, las exportaciones e importaciones de bienes y servicios representaron 29 y 41% del producto interno bruto (PIB), respectivamente. En 1993, la situación se agravó y las productoras de alimentos se fueron reduciendo hasta quedar con pocos suministros para la población. En 1995 se tomaron nuevas medidas para aliviar la situación del país, fomentando y permitiendo la inversión extranjera e iniciativas privadas. A partir de 1996, hasta el 2011, el PIB ha tenido una participación constante en cuanto a los servicios básicos (principalmente de transporte, almacenamiento y comunicaciones, seguido de electricidad, gas y agua) y bienes (principalmente de industrias manufactureras y construcción, seguido de agricultura, silvicultura, pesca, exploración de minas e industria azucarera).

Debido a que en el período de 1994 a 1997 se produce una recuperación gradual de los niveles de actividad económica, con una tendencia al incremento del consumo de energía (en los sectores de la industria y los servicios) por encima del crecimiento del PIB, los esfuerzos para promover el ahorro energético fueron opacados producto del incremento del consumo en los servicios y actividades no industriales. Durante 1998 y 1999 disminuye el consumo energético, el cual crece por debajo del incremento del PIB, reflejando una mejor eficiencia energética. En el período 1995-1999 se invirtieron 300 millones de dólares en proyectos de ahorro energético para enfrentar la crisis económica y energética.

En la última década se tuvo un incremento en las actividades de extracción nacional de crudo y gas, permitiendo aligerar la factura petrolera, mejorar el suministro a la población de combustible doméstico y expandir la generación de electricidad, lo que facilitó un nivel de electrificación de 95% de los hogares. En el período 1998-2003 se benefició a
1,3 millones de personas en La Habana y Santiago de Cuba, con el suministro de gas como sustituto de otros combustibles domésticos dañinos, y en el 2003 la extracción doméstica de petróleo y gas permitió satisfacer la mitad de las necesidades totales del país.

 
Fig. 2. Derivados del petróleo en Cuba.
Fuente: Elaboración propia con estadísticas del Gobierno.

 


Dentro de las medidas que se promovieron para enfrentar la crisis energética, resaltan las siguientes: incremento del uso del petróleo nacional y del gas acompañante, reducción del coeficiente de importación de energía respecto al PIB, reducción de la intensidad energética, racionalización energética, ajustes en los horarios de los centros laborales y de estudio, restricción del riego agrícola a lo estrictamente necesario, interrupción de la actividad comercial a las 7:00 p.m. (excepto la gastronomía), paralización de equipos de climatización donde era posible hacerlo, paralización/desaceleración de actividades productivas cuya recuperación podía realizarse posteriormente, o sustituirse por importaciones (118 plantas industriales con producciones altamente consumidoras de energía como acero, cemento y papel), concentración de las actividades productivas fuera de los horarios de máxima demanda, financiación para programas de ahorro de energía, protagonismo de las variables financieras en la planificación energética (conjugado con el uso de instrumentos y mecanismos económicos), aprobación del Programa de Desarrollo de las Fuentes Nacionales de Energía en 1993, lanzamiento del Programa de Ahorro de Electricidad de Cuba (PAEC) en 1997 (programa que ha sido el de mayor impacto en la elevación de la eficiencia energética de la economía), y a su vez, la modernización de las centrales termoeléctricas y el aumento de la capacidad de generación.

En el transporte, la capacidad en el sistema público fue menor, por lo que se promovió el uso extendido de bicicletas, la tracción animal y la utilización de camiones con tráileres de ferrocarril para el transporte de pasajeros. Una medida complementaria para atender el problema del desplazamiento de los trabajadores, fue su reubicación en la cercanía a sus domicilios.

 
Fig. 3. Generación bruta de electricidad
por tipo de planta productora en Cuba.
Fuente: Elaboración propia con estadísticas del Gobierno.


 

En la política de precios, una de las medidas más significativas fue la obligación del pago en moneda libremente convertible (CUC) de los derivados del petróleo y de la electricidad para una serie de empresas autofinanciadas en CUC, a las que se suman año tras año empresas que exportan o venden en CUC en el mercado interno; se incluyeron también
las industrias que suministran bienes o servicios a empresas que, a su vez, venden en CUC (por ejemplo, las textileras que comercializan en las instalaciones turísticas).
Desde el punto de vista de los impuestos aplicados a los energéticos, solamente se gravan las ventas de gasolina y diésel en las estaciones de servicio, pagadas en CUC. Todos los demás suministros carecen de impuestos. El pago de los energéticos en divisas manifiesta una tendencia creciente y es una medida importante para promover el uso racional de la energía, aunque aún no incluye a todos los grandes consumidores de electricidad y derivados del petróleo. Para la parte de la economía que funciona en moneda nacional, se aplica una tarifa en dicha moneda, por lo cual se mantiene un nivel importante de subsidio.

Se estableció una tarifa eléctrica compuesta, que tiene en cuenta diferentes tramos de consumo; dicha tarifa está orientada a proteger a los sectores de menores ingresos, pero
a la vez no incentiva el uso racional de la energía, pues su cobro se realiza por consumo acumulado. En cuanto a los combustibles para transporte, los únicos energéticos que se pueden obtener libremente son la gasolina y el diésel para vehículos automotores particulares, y estos se deben pagar en CUC.

El financiamiento del Banco Nacional para proyectos de ahorro de energía ha sido clave para su promoción. Las entidades bancarias cuentan con programas de financiamiento
en divisas para inversiones que tengan pronta recuperación. A su vez, también existen empresas especializadas para promover el financiamiento en los proyectos energéticos.
El antiguo Ministerio de la Industria Básica (MINBAS), que tenía bajo su responsabilidad los sectores de energía, química básica, geología y minería, también contaba con un programa que autofinanciaba inversiones a partir de los ahorros obtenidos en períodos anteriores por concepto de compra de combustible e insumos. Dicho Ministerio desapareció, y en su lugar se creó el de Energía y Minas (MINEM).


Revolución Energética en Cuba

A pesar de la aplicación de las medidas mencionadas, el esfuerzo no fue suficiente y el país se enfrentó en 2004 y 2005 a cortes de energía eléctrica a nivel nacional, con las correspondientes afectaciones a la población y a las actividades productivas. Aunado
a esto, el complejo cañero-azucarero disminuyó significativamente su aporte de electricidad al Sistema Eléctrico Nacional (SEN), existiendo un deficiente estado en las instalaciones de distribución eléctrica, a lo que se unieron las afectaciones climatológicas y huracanes que dañaron las redes de transmisión y distribución de electricidad, generando mayores pérdidas de electricidad. En el período 2004-2005 existía una gran cantidad de electrodomésticos ineficientes en los hogares cubanos y 85% de estos cocinaba con queroseno; se contaba con un subsidio muy elevado en la tarifa del sector residencial y una insuficiente cultura de ahorro de energía. En el 2006 se estableció la nueva política energética denominada Revolución Energética Cubana (REC), que contó
con seis líneas nacionales de actuación:

1. Generación distribuida: se instalaron grupos electrógenos de generación con motores diésel y fuel, se crearon centros de investigación y se formó personal técnico.
2. Autosuficiencia energética: aprovechamiento del petróleo y gas natural nacional, investigación y prospección, mejoras tecnológicas.
3. Rehabilitación en las redes de transmisión y distribución: reducción de las pérdidas, sustitución de postes, acometidas y circuitos, sustitución de medidores analógicos eléctricos por electrónicos en el sector residencial, eliminación de zonas de bajo voltaje.
4. Incremento de la eficiencia: cambio masivo de electrodomésticos (refrigeradores, equipos de climatización, televisores y ventiladores), bombas de agua, bombillas eléctricas (incandescentes por fluorescentes); instauración del sistema de cocción eléctrico (hornillas, ollas multipropósito, arroceras, etc.), eliminando el uso del queroseno y el gas licuado de petróleo (GLP), y el consiguiente aumento en la tarifa eléctrica.
5. Participación y concienciación: participación de las brigadas estudiantiles y trabajadores sociales en la promoción de una cultura de ahorro de energía, concienciación en los medios de comunicación y por parte del Programa de Ahorro de Electricidad del Ministerio de Educación.
6. Energías renovables: promoción de la eólica, solar, hidráulica y biomasa, así como cooperación nacional e internacional para su desarrollo.

 
Fig. 4. Consumo de energía eléctrica por sector en Cuba.
Fuente: Elaboración propia.

 

Actualmente, Cuba tiene acuerdos energéticos regionales como la Alianza Bolivariana para las Américas, Petrocaribe y los acuerdos bilaterales con Venezuela.
Con estos acuerdos se aprecia una mejoría de la situación energética, y se han logrado esquemas de financiamiento con firmas extranjeras para revitalizar e incrementar las capacidades de refinación.

Sobre el acuerdo energético bilateral entre Venezuela y Cuba existen muchas opiniones,
y sobre todo falta de información; sin embargo, es considerado beneficioso por ambos gobiernos. Sus principales líneas establecen la venta a Cuba de 53 000 barriles diarios de petróleo (2,5 millones de toneladas anuales). Este acuerdo ha permitido a Cuba mantener un nivel energético estable sin los sobresaltos de las dos últimas décadas, y a Venezuela desarrollar amplios programas sociales de desarrollo humano en esferas de salud, educación, deporte, cultura y desarrollo comunitario.

En general, a continuación se refieren una serie de recomendaciones para el sector energético cubano:
• Desarrollar tecnologías avanzadas y eficientes, preferentemente que utilicen FRE.
• Crear y fortalecer centros de investigación especializados con redes nacionales e internacionales.
• Realizar estudios de potenciales de las FRE.
• Realizar estudios de vulnerabilidad energética ante el cambio climático y otros factores, en cada una de las tecnologías existentes.
• Buscar alianzas público-privadas, del mismo modo que se impulsaron las empresas,
para promover las FRE.
• Promover las FRE en el sector residencial, de gran consumo energético.
• Crear un centro especializado de desarrollo tecnológico energético, con el objetivo de promover el desarrollo de nuevas tecnologías nacionales de diversas escalas, de amplio uso en todos los sectores.
• Incentivar y promover el cambio tecnológico en los sectores de mayor consumo energético, o en sectores claves como la agroindustria azucarera.
• Promover leyes ambientales y energéticas para los que inviertan en la Isla.
• Resolver la falta de integración entre los productores y la ciencia aplicada al diseño,
así como la ausencia de espacios de intercambio entre los centros de investigación
y de producción, y entre los propios centros productivos, para difundir y generalizar las resultados y experiencias mejores.
• Agilizar los trámites burocráticos para la aplicación y compra de tecnologías, ya que para aprobar inversiones generalmente son complicados y dilatados. Es necesario flexibilizar los mecanismos de aprobación de inversiones destinadas a la reposición de equipamientos,
y a la adquisición de equipos de medición.
• Existe escasez en el mercado nacional de materias primas e insumos, por lo que se deben diseñar esquemas/programas que tiendan a resolver esta dificultad.
• Fortalecer la diversificación de productos exportables, considerando los problemas que
se enfrentan debido a la existencia de la doble moneda que complica hasta la formación
de precios, repercutiendo ello de forma adversa en la competitividad del producto en el mercado externo.
• Finalmente, se destaca que los canales de distribución de mercancías deben revisarse, pues encarecen los precios del producto al cliente final, debido al régimen fiscal de los mercados mayoristas que, además, no le confieren la prioridad requerida a los productos nacionales.

* Centro de Capacitación, Investigación y Desarrollo Tecnológico (CCIDTES), México.
** Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
*** Universidad Central de Las Villas (UCLV), Santa Clara, Cuba.
e-mail: tanya.moreno@ccidtes.org