La premura nuestra
de cada día
Por
Alejandro Montesinos Larrosa*
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Guarismos
En cada año común disponemos de quinientos veinticinco mil seiscientos minutos (si el año es bisiesto, deben añadirse mil cuatrocientos cuarenta minutos a esa cifra). ¡Qué peculio!
Sin embargo, al finalizar cada vuelta completa de la Tierra alrededor del Sol, casi siempre significamos que no nos alcanzaron los minutos para cumplir nuestras metas.
Si descartamos la abulia y las contingencias climatológicas, la razón del incumplimiento puede ser la formulación de planes superiores a nuestras posibilidades reales para tener éxito. La solución, evidentemente, sería ajustar mejor los planes. Ahora, ¿qué hacer con
las tareas que inevitablemente debemos incluir en los planes?
Tientos
Ya formulamos los vectores de nuestro socialismo: «próspero y sostenible». Eso, con sus matices, señala hacia un axioma martiano: «Los grandes problemas humanos son:
la conservación de la existencia, y el logro de los medios de hacerla grata y pacífica».
Junto a los temas tradicionales (defensa, educación, cultura, salud, deporte), al discurso político cubano se incorporan la soberanía alimentaria y la independencia energética.
En cuanto a esta última aspiración, habrá que fomentar, paralelamente con el ahorro de energía y la eficiencia energética, el uso intensivo y generalizado de las fuentes renovables de energía.
Cualquiera de esos temas exige sabiduría y constancia, y llegarán con arraigo a la praxis cuando el poeta arriesgue su verbo en esos asuntos, cuando el trovador ponga tensas sus cuerdas hacia esos menesteres, cuando el dramaturgo invoque esas apetencias en sus personajes, cuando el escultor capte las sinergias de los vientos y la luz solar, cuando
el sociólogo ya no duerma de tanta teoría por re-adecuar, cuando el economista re-invente nuevos indicadores para una realidad nueva y cambiante…, y cuando los jóvenes se sientan en el epicentro de esas urgencias; nadie escapa a tanta premura.
Designios
¿Para qué agredir a Venezuela e Iraq? Para acercar el petróleo a los centros del poder imperial. ¿Por qué impedir a Irán construir una central electronuclear? Porque los señores del Capital saben que en esas instalaciones se «cultiva» la materia prima para las bombas nucleares. Ya no se trata de un terrorismo de estado, sino de uno planetario, como carburador hacia la hecatombe total.
¿Cuál es el antídoto ante esas agresiones, para garantizar la necesaria «conservación de la existencia»? En cuanto al tema energético, fomentar las tecnologías y usos de las fuentes renovables de energía.
Para hacer «grata y pacífica» la existencia tendremos que cambiar la matriz energética basada en los combustibles fósiles y nucleares, por un sistema energético basado en las fuentes renovables, en todas sus manifestaciones, ámbitos y dimensiones. Esa es la fórmula, por mucho que los obstinados «petroleros» y «nucleares» le den vueltas y más vueltas a los argumentos.
En ese proceso habrá que fortalecer la conciencia de los decisores y del pueblo. Una tarea impostergable es, por tanto, el fomento de la comunicación y la cultura energéticas, hacia
el desarrollo sostenible, y consecuentemente en armonía con la naturaleza.
Cuando el hombre cotidiano —el imprescindible— comente con su progenie la necesidad de acercar el Sol a su cotidianidad, las leyes se formularán para obedecer sus designios, y los «formuladores» de presupuestos tendrán que optar por favorecer los procesos hacia una matriz energética con fuentes renovables. Y los políticos serán tales en la medida que satisfagan la premura del hombre cotidiano.
Plazos
Pareciera que los años cargan con muchos minutos. Pareciera suficiente cubrir con fuentes renovables 20% de las necesidades energéticas dentro diez años o más, como ya han anunciado muchos países.
La cuestión no es contender si es mucho o poco el porcentaje que se pretende alcanzar
en cuanto a la penetración de las fuentes renovables en la matriz energética; lo que urge
es saber cuál es el porcentaje que permitirá a los cubanos llegar al 2025, o al 2030, con prosperidad y sostenibilidad, y con socialismo, hacia una existencia «grata y pacífica». Esta tarea debe, inevitablemente, incluirse en los planes.
«Mañana será demasiado tarde para hacer lo que debimos haber hecho hace mucho tiempo», vaticinó Fidel Castro en 1992; y la Historia pudiera no absolvernos, porque después de la hecatombe universal no habrá ni siquiera historiadores. Tenemos premuras, para no llegar a ese punto de no retorno.
* Escritor y editor. Ingeniero Mecánico y Máster en Periodismo. Director de la Editorial CUBASOLAR y de la revista Energía y tú. tel.: (537) 7975179.
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