Crónica de un encuentro hacia el desarrollo sostenible
Por
Luis Bérriz Pérez*
El agua como factor básico para el logro
de la soberanía alimentaria y la seguridad energética.
Era el jueves 7 de noviembre. Concluía el III Taller Nacional de «Tecnologías para el abasto de agua y uso de fuentes renovables de energía», más conocido por «AGUAFRE», que había empezado el día anterior, organizado por el Centro Integrado de Tecnologías del Agua (CITA), del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos, con el apoyo de CUBASOLAR. Estábamos todavía en el salón de recepción del edificio principal del CITA, que da hacia la Circunvalación Norte de la ciudad de Camagüey. |
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La organización de eventos, conferencias, talleres o encuentros a cualquier nivel, ya sean internacionales, nacionales, provinciales, municipales e inclusive, de centros de trabajo o de estudio, donde exista la posibilidad de los intercambios de experiencias y de criterios, es una de las vías más efectivas para el aumento de la cultura energética con respeto ambiental.
Soy de la opinión de que no hay nada más importante en el desarrollo del conocimiento que tener la oportunidad de intercambiar criterios y experiencias entre todos los que de una forma u otra los hayan adquirido, y en este evento, a mi entender, se había logrado una magnífica comunicación.
El Taller se celebró con el objetivo de contribuir a la implementación de tecnologías limpias para el abasto de agua, socializando las experiencias que contribuyan al desarrollo de innovaciones en el contexto competitivo actual, y la transferencia de tecnologías dirigidas a apoyar la sustitución de importaciones y el uso racional del agua.
En espera del transporte que nos iba a llevar a un recorrido, nos sentamos en el salón. Se oían por diferentes lados comentarios sobre el evento. A mi lado estaba Juan, el bayamés que le decía a Pedro: —La conferencia tuya estuvo muy buena. Yo opino que ese molino desarrollado aquí por ustedes tiene mucho futuro, pues es muy sencillo y puede ser muy económico.
Pedro es un investigador del CITA y su ponencia versaba sobre el desarrollo de un molino de viento para el bombeo de agua, cuya característica era precisamente la sencillez y la eficiencia. En la conversación, Pedro comentaba: —Esta primera serie experimental salió con algunos defectos pues no hicieron lo que estaba en el proyecto. En las pruebas ya los hemos detectado y los vamos a corregir. Y agrega: —Las sugerencias de Félix son muy valiosas y fáciles de aplicar. Tú vas a ver que los próximos que hagamos, tendrán una alta calidad.
Me gustó que en su comentario Pedro se refiriera a Félix, y sentí que lo hizo con cariño.
Félix es una persona admirable. Oriundo de Báez, en la actual provincia de Villa Clara,
vive actualmente en Regla y tengo el privilegio de conocerlo. Es una persona de cerca de ochenta años, y ya quisieran muchos jóvenes tener su dinamismo y juventud mental.
Es un excelente mecánico, pero, como dice el dicho, «más sabe el diablo por viejo que por diablo». Sabe de todo. O de casi todo.
Hace pocos meses, el CITA le entregó a Félix uno
de los molinos de la serie experimental para que lo probara y le diera sus criterios y sugerencias, y efectivamente, lo probó en su estado original, le hizo algunas modificaciones, lo volvió a probar y llevó sus experiencias a este evento. Todas sus observaciones fueron muy sencillas y fáciles de resolver, pues los recursos necesarios están al alcance de todos, como dijo el propio Félix: «en todas las esquinas».
Cuando oí que Pedro decía que los próximos molinos saldrían con alta calidad, quise intervenir.
Para mí —les dije—, lo que se discutió sobre el molino debemos tenerlo en cuenta todos y no solo para el molino, sino para muchas cosas. Muchas veces, por querer resolver, permitimos que no se respete el diseño, se utilicen materiales que no son los adecuados, o que se hagan las cosas mal hechas, y eso no debe ser. |
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Instalaciones solares en el CITA. |
Lo mismo nos pasó con los secadores solares. No pudimos conseguir 500 dólares para poner el sistema de control automático que llevaba y «resolvimos como pudimos porque somos unos bárbaros», y como es natural, la calidad fue pésima. Pero dimos pie a que se dijera que el secador cubano era malo y se decidiera comprar un secador en España por 150 mil dólares. Criticamos la decisión, pero ¿no tenemos nosotros también algo de culpa? La calidad es lo primero que debemos exigir. Si no se pueden hacer las cosas con los recursos necesarios y con calidad, no debemos permitir que se hagan.
—Ese molino —continué—, si exigimos que se haga como debe ser, estoy seguro que va a ser mejor, más eficiente y más económico que los que estamos importando. ¡Fíjense bien! Me inclino un poco hacia adelante y digo: —En su intervención en la Conferencia Mundial de Energía Eólica, celebrada hace unos meses en La Habana, el Ministro de Energía y Minas dijo que en estos años nos hace falta montar 16 mil quinientos molinos de viento para el bombeo de agua. Cada molino ahorra aproximadamente una tonelada de petróleo al año. Los que estamos importando y haciendo en parte en Cuba, se pagan con el ahorro de combustible en unos tres años, pero si logramos hacer este molino con alta calidad, podemos hacer que la inversión se recupere en solo dos años. Y recalco: —Solo en la inversión podemos ahorrarnos 600 dólares por molino, o sea, varios millones de dólares en total. Pero tenemos que exigir que se hagan con calidad. Ahí se juega nuestro prestigio y nuestro éxito. —Y, además, es nuestro y fabricado totalmente en Cuba —reafirma Pedro y concluye: —Ustedes verán que en unos meses tendremos resuelto el problema y se empezarán a fabricar en serie los molinos y montarlos en toda Cuba. Vamos a lograr una calidad tal que podamos pensar inclusive en exportarlos.
Sin darnos cuenta, se habían incorporado otros compañeros.
En eso, el profesor Cuello, que estaba a mi lado me dice: —Me gustó mucho la conferencia de Leopoldo, principalmente cuando planteó que el abasto de agua es uno de los grandes consumidores de energía en el país, llegando en algunos municipios a ser el primer consumidor, pero yo oí que tú te referiste a que hasta 50% de la electricidad se gastaba en el país en el suministro de agua. ¿Oí mal? Pues a mí me parece que es demasiado.
Efectivamente. El evento había comenzado con una conferencia magistral del compañero Leopoldo Gallardo, presidente de CUBASOLAR en la provincia de Camagüey, en la que dijo que «el uso eficiente del agua está estrechamente ligado a la energía, pues el preciado líquido en Cuba es el segundo consumidor de energía, e inclusive en varias provincias ocupa el primer lugar».
—Cuando me referí al consumo energético del agua y específicamente al consumo eléctrico —le contesto a Cuello, pero para que todos oyeran—, estaba hablando de que las dos principales prioridades del país en estos momentos eran la soberanía alimentaria
y la seguridad energética, y que en ambas el factor agua era básico. Con relación al gasto energético del agua me refería no solo al abastecimiento sino también al uso de la misma. Oye bien: consumo de agua tal como nos llega; pero también consumo de agua fría, inclusive en forma de hielo, y consumo de agua caliente, inclusive en forma de vapor.
Hago una pausa y digo: —Déjame ver cómo lo puedo explicar mejor, porque veo que lo que dije se presta a confusión, y entender la relación estrecha entre la soberanía alimentaria, la seguridad energética y el agua es fundamental para poder seguir.
—¿Qué entendemos por soberanía alimentaria? A mí me gustó mucho una definición que se utilizó en un foro sobre soberanía alimentaria celebrado en Roma hace ya más de
10 años, que precisamente tengo en este folleto. Abro el folleto y leo: —«La soberanía alimentaria es el DERECHO de los pueblos a definir sus propias políticas agrícolas, pesqueras, alimentarias y de tierra que sean ecológica, social, económica y culturalmente apropiadas a sus circunstancias únicas. Esto incluye el verdadero derecho a la alimentación y a producir los alimentos, lo que significa que todos los pueblos tienen el derecho a una alimentación sana, nutritiva y culturalmente apropiada, y a la capacidad para mantenerse a sí mismos y a sus sociedades».
Cierro el folleto y continúo: —Fíjense que este concepto implica la seguridad alimentaria
y es parte sustancial del desarrollo sostenible. No se refiere solamente a la producción de alimentos, sino también a «una alimentación sana, nutritiva y culturalmente apropiada»,
y además, a la capacidad de los pueblos de mantenerse a sí mismos. ¡Qué interesante! Esto incluye desde la preparación de la tierra o medios de cultivo hasta que el alimento esté listo para comer y servido en la mesa— concluí.
—E implica que tengamos mucho dinero para comprarlos, mucha agua para prepararlos y mucha energía para cocinarlos— dijo alguien que no sé cómo se llama. Solo sé que es de La Habana.
—Así es. Mucha agua, o más bien, mucha agua y mucha energía requiere la soberanía alimentaria— le dije a manera de completar lo que él dijo. Y continué dirigiéndome a él:
—Fíjate en este detalle. Más de la mitad del consumo eléctrico en Cuba es doméstico y de este, la mitad se gasta en cocinar, esto es, «agua y energía». |
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Molino de viento CITA-Steere, con pequeñas modificaciones, instalado en el Proyecto
«Parcela solar», en La Habana. |
Si seguimos vinculando el uso del agua con la energía, debemos agregar en el gasto energético el del agua fría que tomamos e inclusive, el del agua caliente que utilizamos para bañarnos. Además, el gasto energético en hervir el agua si seguimos los consejos de la televisión. Y la energía utilizada en cada casa para conservar los alimentos, o sea, el consumo de nuestros refrigeradores.
Y agrego: —No sé por cuál porcentaje vamos, pero todavía no hemos hecho referencia
al agua y a la energía que se utiliza en nuestras fábricas de producción de alimentos.
Ni tampoco a la energía de los frigoríficos. —Ni tampoco al agua y a la energía que utilizamos en la producción de la «Tínima», la mejor cerveza del mundo, y no lo digo por que estoy en Camagüey— añade Félix, y todos se echan a reír.
El médico me tiene prohibido tomar cerveza —continúa Félix—; solo me permite tomar ron y no siempre, solo cuando estoy despierto.
Sin duda, Félix no tiene remedio. Una conversación tan seria como la que teníamos la tiró a broma. Yo no sabía si echarme a reír como todos, o reprenderlo, pero por el respeto que le tengo, me eché a reír. En ese momento, se aumenta el murmullo en el salón.
Ya estaban llamando para las guaguas y ya listos todos para partir, les dije: —Tenemos que irnos, pero antes quiero decirles que piensen en esto: ¿Podremos tener soberanía alimentaria sin agua y sin seguridad energética? ¿Podremos tener seguridad energética sin independencia energética, o sea, importando petróleo? ¿Podrá existir un desarrollo sostenible quemando el futuro, contaminando el ambiente y que no sea basado en el uso de las fuentes renovables de energía? ¡Nos veremos!
* Doctor en Ciencias Técnicas. Presidente de CUBASOLAR. Autor del libro Secadores solares para productos agropecuarios e industriales y coautor del
Manual para el cálculo y diseño de calentadores solares.
e-mail: berriz@cubasolar.cu
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