Reciclar:
ahorro y beneficio ambiental




Por
Leida Santamarina Valdés

Un ejemplo práctico de reciclaje de desechos, realizable en las escuelas.

La etapa de familiarización con los problemas ambientales, de su percepción como amenazas reales y cada vez más cercanas, para nada imaginarias y abstractas, es decisiva para la concientización del tema.

 

Este es un proceso que se recomienda llevar a cabo en grupos de alumnos, debido al valor educativo y formativo que tal ejercitación colectiva trae consigo. De esta manera los estudiantes podrán interactuar entre ellos, llenando espacios del conocimiento que por lo general no suelen ser captados individualmente, a la par que pueden ser debatidos también de forma grupal, lo que conlleva a una mejor aprehensión del contenido.

Resulta necesario que esta etapa inicial sea guiada por un personal debidamente calificado con respecto a los asuntos ambientales. Su exposición comenzará por la importancia de la higiene personal, así como la del entorno más o menos cercano.
Abordará seguidamente lo dañino que resulta el vertimiento indiscriminado de residuales sin tratamiento, líquidos y sólidos, hacia ríos, mares y lugares no apropiados; mencionando los residuales industriales, los agropecuarios y los domésticos o urbanos. Mención particular se hará también a los residuales altamente tóxicos, y a los no biodegradables.

El residual líquido urbano, o albañal, es hoy en día una importante fuente para la obtención de agua reutilizable en varios usos, y de lodos orgánicos de gran valor como biofertilizante. Sin embargo, en muchos casos el albañal se vierte sin tratamiento a ríos y costas, creando graves contaminaciones.

La disposición final de los desechos urbanos sólidos, o basura doméstica, también es un serio y creciente problema en numerosas ciudades de todo el mundo. A los alumnos se les explicará la práctica cada vez más generalizada de su clasificación al momento de su desecho en el propio hogar, para facilitar en lo adelante su manejo, tratamiento y reciclado. Una primera clasificación permitirá separar los desechos putrescibles y los no putrescibles; los primeros, luego de un tratamiento simple, pueden ser reutilizados para ciertas prácticas agrícolas, como fertilizantes orgánicos y mejoradores de suelos. Los no putrescibles tendrían que ser sometidos, primero, a nuevos procesos de clasificación (ferrosos y no ferrosos, plásticos, vidrios blancos, vidrios coloreados, y otros), y después, cada uno de esos tipos de desechos se someterá a un proceso específico de tratamiento industrial, a fin de lograr el grado de calidad necesario para su reuso.

Los desechos y residuales industriales están caracterizados por su especificidad, y su tratamiento y reciclado conllevará la realización de procesos igualmente específicos para cada uno en particular.

En lo concerniente a la problemática ambiental de los desechos es fundamental llegar a comprender que en la naturaleza todo desecho se reutiliza; que en el medio natural la basura como tal no existe, y que todo desecho o residuo es tan sólo la materia prima para el inicio de un nuevo proceso. Que la basura es un producto estrictamente humano. Y que mediante las tecnologías de separación, tratamiento y reciclado de los desechos, lo que hace el hombre en realidad no es más que tratar de reproducir lo que sucede en la naturaleza.

Lograr que los alumnos interioricen este concepto, simple y complejo a la vez, resulta de la máxima importancia para el objetivo de cualquier proyecto de educación ambiental y, por supuesto, tendrá gran utilidad posterior para ellos, en cuanto a su comprensión de este aspecto clave de la problemática ambiental.

Mediante el Proyecto que proponemos, los alumnos realizarán manualmente un proceso de tratamiento y reciclado de un desecho específico con gran volumen de vertido y conocida cotidianidad: el papel. Es conveniente recordar que la materia prima del papel proviene de la madera, y esta a su vez de los árboles. Una gran parte de la dramática deforestación que sufre nuestro planeta es debida precisamente a la producción de pulpa de madera para fabricar, a partir de ella, el tan utilizado e imprescindible papel (y el cartón).

 

 

Pero sucede que los desechos de todo papel y cartón son reciclables, como materias primas para producir nuevamente papel y cartón de tanta calidad como los originales.
La generalización de esta práctica, por tanto, evitaría la destrucción de extensas áreas forestales en todo el mundo, y con ello, también, la desaparición de los animales y plantas que viven en esos ecosistemas. Además, son conocidos los grandes beneficios que aportan los bosques, como son la producción de oxígeno, la captación de gases tóxicos, la conservación de la biodiversidad y muchos otros.

Es precisamente por esas características del papel, su uso masivo, diverso y cotidiano, el gran volumen de sus desechos y su fácil disponibilidad, que este Proyecto lo toma como objeto/recurso, cuya realización permitirá la visualización y comprensión del problema/ciclo: materia prima-uso-desecho-reciclado, con el consiguiente resultado de su solución real, y, sobre todo, posibilitando la concientización práctica de quienes lo lleven a cabo, es decir, los estudiantes. Estos podrán comprender, en definitiva, por medio de este Proyecto concreto, que el reciclado es una forma de ahorrar recursos, que su práctica beneficia al medio ambiente, y que todo ello es una acción concreta hacia la sostenibilidad.

Una secuencia resumida de los pasos que habrán de seguir los alumnos para la realización de este Proyecto práctico, mediante el cual procederán a la elaboración de papel reciclado, es la siguiente:

• Recolección de todo tipo de papel, cartulina y cartón desechado en la propia escuela, en las casas y en los centros de trabajo de los padres y del barrio, y proceder a su almacenamiento como materia prima.

• Picado de esa materia prima en pedazos pequeños, y colocarlos en depósitos con abundante agua durante unos dos días, período durante el cual dicha masa será removida varias veces con el propósito de uniformarla lo más posible.

• Conformar un colador con una malla (de tela metálica fina, por ejemplo), en el que se verterá la masa de papel hidratada, a fin de extraerle la mayor parte del agua que contenga, y poder retener en la malla/filtro la masa de papel ya más seca. Una cierta presión sobre la masa en el colador será conveniente para acelerar esta operación y lograr una masa lo más seca posible.

• Luego de disponer de la masa de papel escurrida en el colador, se extenderá la misma sobre una superficie lisa (mesa, mostrador), para proceder a su laminado con un rodillo u otro utensilio cilíndrico similar (trozo de tubo, botella).

 

• Una vez lograda una lámina de un milímetro aproximado de espesor, se dejará secar al aire o al sol durante uno o dos días, en dependencia de las condiciones ambientales específicas del lugar.

• Finalmente se corta la lámina en pedazos para formar hojas del tamaño deseado. Su aspecto final será aproximadamente similar al que mostraría el papiro egipcio, un tipo de papel muy demandado, por ejemplo, por algunos artesanos, debido a su apariencia o acabado de objeto antiguo de fabricación manual, no industrial.

Al terminar esta actividad, los alumnos tendrán una idea concreta acerca del tratamiento a aplicar a un desecho para proceder a su reciclado y obtendran como resultado material un nuevo producto utilizable.

Las nuevas hojas fabricadas por ellos podrán utilizarlas, por ejemplo, para escribir e ilustrar en ellas el proceso realizado y sus consiguientes beneficios ambientales, a fin de darlo a conocer a los restantes alumnos de la escuela, en sus casas y en los centros de trabajo donde hubieran recogido los papeles desechados originales.

Publicado en Energía y tú,
No. 35, jul.-sep., 2006

* Licenciada en Educación Laboral e Informática, La Habana, Cuba.
e-mail: santamarina@cubarte.cult.cu