El municipio de energía positiva
Por
Luis Bérriz Pérez*
La generación puntual
de energía garantiza
y acelera el desarrollo
sostenible local, territorial
y nacional |
|
 |
En un artículo publicado en el número 67 de Energía y Tú, titulado «Soberanía energética, medio ambiente y desarrollo local sostenible», tratábamos sobre la importancia de la generación energética puntual en el desarrollo local, territorial y nacional. En aquel artículo decíamos que no era concebible un desarrollo sostenible basado en fuentes contaminantes de energía, y mucho menos importadas.
Es lógico, pero ¿será posible un desarrollo sostenible basado en las fuentes renovables de energía? Con relación a la energía existen todavía muchos conceptos equivocados que nos fueron inculcando desde niños y cambiarlos va a resultar muy difícil.
Cada vez que vamos a un municipio y preguntamos sobre la energía que disponen, me contestan que para este año tienen en el plan tantos megawatt-hora de electricidad, tantas toneladas de petróleo, tantas de gasolina, etc. Son muy pocos los que piensan en sus propios recursos energéticos.
Si pregunto cuáles son las principales fuentes renovables de energía con que disponen, muchos me responden que los residuales porcinos para hacer biogás, otros que el marabú y otros refieren la caña de azúcar, y muy pocos mencionan el viento y el agua. Casi nadie me habla del sol.
Es muy difícil que se entienda que todas las fuentes renovables de energía provienen del Sol, ya sea por efecto de la radiación solar (energía eólica, hidráulica, de la biomasa, de las olas, solar térmica, solar fotovoltaica, etc.), o por su efecto gravitatorio (energía de las mareas).
En el territorio cubano, con alrededor de 111 111 km2, se recibe cada día una radiación solar equivalente a la energía que pueden producir cincuenta millones de toneladas de petróleo. O sea, la radiación solar que recibe Cuba, en un solo día, es mayor, en su valor energético, que todo el petróleo que consume durante cinco años.
Dicho de otra forma: en Cuba se recibe 1800 veces más energía solar que la del petróleo que consume. Esto lo hemos dicho muchas veces pero no podemos dejar de repetirlo, hasta que nos demos cuenta de que somos un país rico en energía.
Por otro lado, la radiación solar varía muy poco de un lugar a otro del territorio y de un mes a otro del año, teniendo un valor promedio de 5 kWh por metro cuadrado al día.
Las otras fuentes como el viento, la biomasa residual, el agua de presas y ríos y otras, aunque dependen del lugar, en muchos municipios basta una de ellas para lograr su autoabastecimiento energético.
Sin duda, las fuentes renovables de energía disponibles en cada lugar son mucho más que las necesarias para garantizar un verdadero desarrollo sostenible. En el mismo artículo hacíamos referencia al esfuerzo del Estado cubano para ir cambiando la matriz energética con la generación de electricidad a partir de las fuentes renovables de energía, e ir aumentado poco a poco la independencia energética. Hacíamos referencia a los planes de 755 MW en biomasa cañera, 633 MW en eólica, 700 MW en fotovoltaica,
56 MW en hidroenergía y 27 MW en biogás.
Y nos preguntamos: ¿Qué más se puede hacer? Sin duda alguna, mucho podemos hacer. Lo primero es cambiar nuestra forma de pensar. Muchos pensamos todavía como netos consumidores. Nos limitamos nosotros mismos pues nos hacemos dependientes de las cuotas que nos asignan y de los recursos que nos manden. No nos damos cuenta de que podemos convertirnos en productores de la energía que necesitamos, tanto para la subsistencia como para el desarrollo.
Es muy importante estar conscientes de que tenemos todas las fuentes energéticas que nos hacen falta en nuestro territorio, e inclusive en nuestros propios centros de trabajo y en nuestras propias casas.
¿Será posible convertir los puntos consumidores de energía (escuelas, hospitales, comercios, frigoríficos, acueductos, industrias locales, viviendas, etcétera), en puntos de energía positiva, o sea, donde la energía que se produzca sea mayor que la que se consuma? ¿Cuáles son los recursos que nos hacen falta para lograrlo?
Si logramos determinar los recursos que nos faltan, ¿hacia dónde debemos dirigir nuestros principales esfuerzos?
Son muchas las variantes posibles y dependen de cada lugar, de sus necesidades y de sus posibilidades, pero solo a manera de ejemplo vamos a referirnos a una vivienda, por ser el elemento más pequeño y a la vez más abundante:
• Una vivienda promedio en Cuba consume entre 150 y 200 kWh al mes.
• Una vivienda bien equipada (ver Tabla 1), con refrigerador, televisor, DVD, ventiladores, plancha, lavadora, bombillos ahorradores, lámparas fluorescentes, calentador eléctrico, cocina eléctrica, olla arrocera y olla Reina, consume 186 kWh mensual como valor promedio.
En la tabla 1 se expone una posible situación actual, a partir de un estudio realizado por la Oficina Nacional para el Control del Uso Racional de la Energía (Onure).
Tabla 1
Equipos del sector residencial (situación actual) 
Durante el comienzo de la Revolución Energética en Cuba se sustituyeron muchos equipos electrodomésticos ineficientes por otros de más eficiencia. Ahora se hace evidente la conveniencia de continuar con los cambios, pues tanto las luces como los televisores, las cocinas y los refrigeradores son mejores y mucho más económicos en su consumo de electricidad. Además, también se hace evidente que el calentador solar es la solución, así como el uso del biogás para la cocción de alimentos en todos los lugares donde se pueda.
Una situación posible se expresa en la tabla 2.
Tabla 2
Equipos del sector residencial (situación posible)

Fíjense que el consumo de electricidad disminuye de 186 kWh a 87 kWh mensuales, o sea, a menos de 50 %. Si en esta situación, en esa vivienda se instala un panel fotovoltaico de un kilowatt de potencia, el cual generaría 140 kWh al mes, la producción de electricidad sería mayor que el consumo, o sea, se convertiría la casa en un «punto de energía positiva».
Pudiera parecer esto una utopía o un proyecto antieconómico; no obstante, la tabla 3 demuestra lo contrario.
Tabla 3
Período de recuperación de la inversión
por convertir una vivienda normal
en una de energía positiva

Es decir, la inversión necesaria para convertir una vivienda normal en una de energía positiva se recupera en menos de 5 años.
Este ejemplo de la vivienda puede ser llevado a todos los puntos de consumo energético: escuelas, áreas de salud, oficinas, frigoríficos, comercios, industrias locales, otras áreas de servicios y cooperativas, y de esta manera lograr un municipio de energía positiva.
Lo que dijimos en aquella oportunidad, lo recalcamos hoy: Es muy importante tener conciencia de que la generación puntual de energía con recursos energéticos propios es un complemento «imprescindible» para garantizar y acelerar el desarrollo sostenible local, territorial y nacional.