El indicador nuestro de cada día
Por
Alejandro Montesinos Larrosa*
Tanto en el imaginario popular como en las estadísticas mundiales, cuando se habla sobre energía aparece una «sacrosanta» palabra: ¡petróleo!
Casi todo se resume en dos situaciones. Al referir el potencial energético acudimos a las «toneladas equivalentes de petróleo», y cuando queremos expresar una acción hacia la sostenibilidad energética preguntamos cuántas toneladas de petróleo ahorramos.
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Dicho de otro modo: a los formuladores de proyectos basados en las fuentes renovables de energía siempre se les exige que cuantifiquen las toneladas de petróleo ahorradas, además de la cantidad de dióxido de carbono dejada de emitir.
He aquí dos indicadores nuestros de cada día. ¿Cómo llegamos a esta ideología?
Como probable respuesta, citamos in extenso una idea de Antoine de Saint-Exupéry, expuesta en su obra El principito: «A los mayores les gustan las cifras. Cuando se les habla de un nuevo amigo, jamás preguntan sobre lo esencial del mismo. Nunca se les ocurre preguntar: “¿Qué tono tiene su voz? ¿Qué juegos prefiere? ¿Le gusta coleccionar mariposas?”. Pero en cambio preguntan: “¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos?
¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre?”. Solamente con estos detalles creen conocerle.
Si les decimos a las personas mayores: “He visto una casa preciosa de ladrillo rosa, con geranios en las ventanas y palomas en el tejado”, jamás llegarán a imaginarse cómo es esa casa. Es preciso decirles: “He visto una casa que vale cien mil pesos”. Entonces exclaman entusiasmados: “¡Oh, qué preciosa es!”».
Las largas cadenas de hidrógeno y carbono que conforman el petróleo —de ahí la denominación de «hidrocarburos»— existen desde hace millones de años. Tienen origen solar, ya que se formaron por la descomposición de organismos marinos y, en menor medida, terrestres; no obstante, no son sustancias renovables, desde la perspectiva de
la civilización humana —el tiempo histórico—, ya que requieren millones de años para formarse.
¿Qué son las «toneladas equivalentes de petróleo» (tep)? La energía contenida en el petróleo crudo es empleada como una base para hacer comparaciones de energía. Una medida muy común del petróleo es el barril (bbl), definido como 42 galones (159 litros). Una tep define la energía contenida en una tonelada de petróleo: una tep equivale a
7,35 bbl, por lo que un bbl es igual a 0,136 tep. Expresado en el Sistema Internacional (SI) de unidades, un tep equivale a cuarenta y dos gigajoule (42 GJ).
Veamos algunos conceptos básicos. La energía se define como la capacidad o habilidad para realizar trabajo, lo que significa mover algo contra una fuerza resistiva. Por lo tanto, el trabajo se define como el producto de la fuerza por la distancia (Trabajo = Fuerza x Distancia). La unidad de energía es, por tanto, newton x metro (N.m), lo que equivale a un joule (1 J).Por su parte, la unidad básica de potencia, o flujo de energía por unidad de tiempo, es el watt (W), el cual es equivalente al flujo de un joule de energía por segundo:
1 W = 1 J/s.
Una medida alternativa de la energía es el flujo de 1 W por una hora, es decir, un watthora (Wh). Una medida de la energía eléctrica usada comúnmente es el kilowatt-hora (kWh), que consiste en 1000 Wh; por tanto, 1 Wh = 3600 J.
Si 1 tep = 42 GJ; entonces, 1 tep = 11 666,666 Wh, lo que resulta una cifra muy difícil de recordar o utilizar en los cálculos.
Entonces, ¿para qué introducir el tep, si es más sencillo referirnos al joule, o al Wh, que son unidades legitimadas por el Sistema Internacional (SI)?
Una posible respuesta: ¿cómo vivir sin petróleo? Otra respuesta pertinente: ¿cómo mantener la producción de los bienes y el disfrute de los servicios contemporáneos, sin petróleo?
Los tatarabuelos de nuestras tatarabuelas vivieron sin petróleo y no disfrutaron de las virtudes de la electricidad (aunque existía como fenómeno físico). Y eso qué nos dice: ¿regresaremos a una sociedad sin televisión, aviones, computadoras, Wall Street, teléfonos inalámbricos, semillas transgénicas…, sin petróleo; es decir, sin energía?
Habría que precisar: las preguntas sobre energía no deberían contestarse con petróleo, sino con energía. El precio del petróleo sube, o baja (casi siempre para peor), pero el Sol se ofrece gratis. Ya algunos anuncian que la fórmula energía-electricidad-petróleo debe ser sustituida por la práctica de energía-vida-Sol.
El petróleo, como indicador de la energía, todo lo contamina. El petróleo, como indicador del poder, todo lo distorsiona.
El asunto ha llegado a tal grado de torcedura que uno de los indicadores analizados para otorgar las estrellas de los hoteles, es su gasto energético. Los hoteles que incorporan los postulados de la arquitectura bioclimática, junto al uso de tecnologías como los calentadores y secadores solares, podrían perder alguna «estrella» por no alcanzar el gasto energético (expresado en kilowatt-horas utilizados, o en tep) previsto en los «indicadores» para esos menesteres. La fórmula es: mientras más kilowatt-horas gastados (más tep), más estrellas.
¿Cuándo llegaremos a una sociedad que valore su desarrollo por la cantidad de radiación solar, viento, agua o biomasa incorporada en su funcionamiento?
Como norma prevalece el análisis de la energía primaria disponible, la que se encuentra libremente en la naturaleza, en lugar de ocuparnos de la energía final, la que presta un servicio directo, para solucionar asuntos concretos de la sociedad.
Por suerte ya comienzan a incluirse los molinos de viento como componentes de las matrices energéticas, aunque no produzcan electricidad. Lo que importa es su capacidad para bombear agua; es decir, para solucionar una necesidad humana.
Los tep deberían sustituirse por las horas-Sol, u horas-vida, hacia la solución de los grandes problemas humanos, al decir de Martí: «la conservación de la existencia, y el logro de los medios de hacerla grata y pacífica».
* Escritor y editor. Ingeniero Mecánico y Máster en Periodismo. Director de la Editorial Cubasolar y de la revista Energía y Tú.
tel.: (53) 77975179.
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