Con el pie en el acelerador


Por
Mario Alberto Arrastía Ávila*


El sector del transporte es responsable de una parte apreciable de las emisiones contaminantes que afectan
la calidad del aire y provocan el calentamiento global



 

Desde que se creó el primer vehículo con propulsión a vapor en 1771, por el ingeniero militar francés Joseph Cugnot, la capacidad de los seres humanos para trasladarse de un lugar a otro ha crecido considerablemente. El explosivo aumento de la movilidad ha sido uno de los factores que más ha contribuido a cambiar el mundo en los últimos cien años, favoreciendo un flujo creciente de personas y mercancías. Los colonizadores españoles necesitaban varias semanas para completar una travesía transatlántica usando embarcaciones a vela, en las que viajaban unas decenas de personas. Hoy en día unos trescientos pasajeros pueden atravesar de norte a sur el Océano Pacífico, cubriendo la distancia entre las ciudades de Vancouver en la costa oeste de Canadá y Sydney en Australia, en unas 15 horas y media en un Boeing 767. Sin embargo, disfrutar de estos avances requiere del uso de ingentes cantidades de energía, y tiene un notable impacto ambiental. Al sector del transporte se le responsabiliza por 23 % de las emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEI). Los autos de pasajeros provocan 41 % de las emisiones asociadas al transporte en general, según dio a conocer el Consejo Mundial de Energía en su informe Global Transport Scenarios 2050.


Transporte terrestre por carretera

El transporte por carretera tiene el mayor número de equipos y abarca a los autos de pasajeros, vehículos comerciales ligeros, camiones ligeros y pesados, microbuses, ómnibus y vehículos de motor especializados como los de usos militar e industrial. Según la Organización International de Fabricantes de Vehículos de Motor (OICA, por sus siglas en francés), una entidad creada en Francia en 1919 que defiende los intereses de productores, ensambladores e importadores de vehículos de motor de todo el mundo, al final del 2013 circulaban poco más de 1183 millones de vehículos motorizados. Cerca de 865 millones eran autos de pasajeros.

Según la OICA, la tasa mundial de motorización era de 174 vehículos de motor por mil habitantes en el 2013, un crecimiento de 21% respecto al año 2005. Estados Unidos de América, sede del «Vaticano de la religión del automóvil», parafraseando al escritor uruguayo Eduardo Galeano, tiene 790 vehículos de motor por mil habitantes. Por las calles, autopistas y carreteras del país norteño circula 21,4 % de los vehículos de motor que existen en el mundo. Sin embargo, Puerto Rico es el territorio con la mayor tasa de motorización a escala global, con 813 vehículos motorizados por cada mil habitantes, de acuerdo con cifras de la OICA.

En el 2011 todas las modalidades del sector del transporte demandaron aproximadamente 2445 millones de toneladas equivalentes de petróleo, 18,6 % del suministro global de energía, según la Agencia Internacional de Energía. Tres cuartas partes de esa demanda energética corresponden al transporte terrestre.

En el primer semestre de 2015 salieron de las líneas de producción de vehículos motorizados más de 45 millones de unidades. La República Popular China produjo 26,5 % de los vehículos motorizados fabricados en el mundo en el primer semestre del 2015. La tasa de motorización en China es de 91 vehículos por cada 1000 habitantes. Si China tuviese la tasa de motorización de Estados Unidos con vehículos a base de diésel y gasolina, el petróleo que existe en el mundo duraría muy poco tiempo y el aire en muchas ciudades de ese país sería irrespirable.

   

De acuerdo con la Administración de Información de Energía de Estados Unidos (EIA, por sus siglas en inglés), se espera que la actividad de transporte crezca de manera significativa en todos los países en los próximos 25 años. Se pronostica que durante las próximas dos décadas se duplicará la cantidad de propietarios de vehículos en todo el mundo, y la mayor parte del aumento se producirá en los países fuera de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). La EIA proyecta que la utilización de energía en el transporte en los países no OCDE se incrementará en un promedio de 2,8 % al año hasta 2040, y disminuirá en un promedio de 0,3 % anual para los países de la OCDE.


Alternativas energéticas

El sector del transporte utiliza mayoritariamente derivados del petróleo, lo que provoca un alto impacto ambiental. En menor cuantía se emplean los biocombustibles, la electricidad, el gas natural y el hidrógeno. En Brasil, por ejemplo, el etanol procedente de la caña de azúcar es ampliamente utilizado mezclado con derivados del petróleo, o usado directamente en los llamados autos flexibles que aceptan cualquier tipo de mezcla combustible, o 100 % de etanol. En Sydney y otras ciudades de Australia, circulan ómnibus que usan gas natural. En Estados Unidos son populares los autos híbridos Toyota Prius, que funcionan con gasolina y electricidad. En algunas ciudades europeas circulan ómnibus que emplean hidrógeno como combustible.

Según un estudio del Instituto de Física de Londres, divulgado por Cubadebate en julio de 2013, la contaminación provocada por la actividad humana, origina la muerte anual de más de dos millones de personas en todo el mundo. El informe fue publicado por la revista Environmental Research Letters, plantea que la presencia en el aire que respiramos de partículas muy finas debido a la actividad industrial y al transporte, provoca más de 2,1 millones de muertes al año. El cáncer y las enfermedades respiratorias son las causas más frecuentes. Otro artículo publicado recientemente reseña que el número de decesos causados por la contaminación del aire podría llegar a siete millones.

Las emisiones vehiculares abarcan las categorías siguientes: dióxido de carbono (CO2), monóxido de carbono (CO), compuestos orgánicos volátiles (VOC), óxidos de nitrógeno (NOx) y material particulado (PM). El CO2 es un resultado inevitable de la combustión de los combustibles fósiles; este gas no afecta directamente nuestra salud, pero es un gas de efecto invernadero. El monóxido de carbono se produce debido a la combustión incompleta del combustible; es un gas venenoso en altas concentraciones. Los Compuestos Orgánicos Volátiles son combustible no quemado; afectan la salud de las personas con deficiencias respiratorias y contribuyen al «esmog fotoquímico». Los óxidos de nitrógeno, también conocidos como óxido nitroso, provocan irritación pulmonar y contribuyen a la formación de las lluvias ácidas y el esmog fotoquímico. Finalmente, el material particulado está formado por partículas microscópicas, procedentes fundamentalmente del carbono no quemado en la combustión que ocurre en el motor. Dichas partículas afectan la salud humana, particularmente las vías respiratorias. La solución ante el problema de la contaminación ambiental que provoca el transporte, y en particular por carretera, debe ser una combinación de la aplicación de normas de emisiones más exigentes y el cambio paulatino hacia fuentes energéticas alternativas, incluyendo las renovables, entre otras medidas.

Los fabricantes han sido forzados a construir autos que cada vez emitan menos dióxido de carbono por kilómetro recorrido, debido a las exigencias impuestas por las normas de emisiones. Japón, la Unión Europea e India tenían al cierre del 2012 las normas que exigen las menores emisiones a los vehículos automotores, con cifras que varían entre 128 y 138 gCO2/km (gramos de dióxido de carbono emitido por kilómetro recorrido). En México, Australia y EE.UU. los vehículos pueden emitir entre 198 y
205 gCO2/km.


¿Cuánto contamina mi auto?

Los combustibles fósiles son mezclas de hidrocarburos, es decir, sustancias formadas por cadenas de átomos de carbono e hidrógeno. La gasolina, al igual que el diésel y el combustible de aviación, son derivados que se obtienen al refinar el petróleo y también están formados por cadenas de átomos de carbono e hidrógeno. En el artículo «Los hidrocarburos y la atmósfera», publicado en el No. 33 de la revista Energía y Tú, la Dra. Elena Vigil Santos plantea que la molécula de gasolina tiene ocho átomos de carbono, y en el lenguaje técnico se dice que es «octano». Después de algunos cálculos químicos sencillos se puede comprender que en la combustión ideal de un litro de gasolina se producen más de mil litros de CO2. Pero como la combustión nunca es ideal, uno
puede asumir que solo se llega a producir 10 % de ese volumen de CO2, o sea, unos 100 litros. Si un auto que funciona a base de gasolina recorre 15 km por cada litro de gasolina, y usted se desplaza una distancia de 100 km, entonces la combustión de la gasolina provocará la emisión de 667 litros de CO2, así como partículas de hollín, monóxido de carbono y otros contaminantes que afectan la salud humana y el entorno. Sin embargo, estas cifras no parecen cambiar la idea de muchas personas de cualquier país, que desearían comprarse un auto para ganar en movilidad. Y después de todo, quién le pone el cascabel al gato...

En la práctica, en aquellas ciudades donde se restringe la circulación de vehículos automotores, las medidas son de algún modo coercitivas. En Beijing, por ejemplo, existe una especie de «lotería automovilística» para tener derecho a comprar un auto nuevo. La persona que desea adquirir un auto debe entrar en esa lotería, y si su número gana entonces obtiene derecho a adquirir el auto. Pero el nuevo propietario deberá respetar las medidas de limitación de circulación vehicular establecidas por la ciudad para enfrentar el problema de la contaminación del aire, y no podrá circular todos los días.


Otras formas de movilidad

De acuerdo con la experta en temas energéticos Laurie Guevara Stone, del Rocky Mountain Institute, un tanque pensante en temas de eficiencia energética ubicado en Colorado, Estados Unidos de América, el uso del transporte público está creciendo en el mundo. En 2012 los habitantes del país norteño tomaron mil millones de viajes más en transportes públicos que en el 2000.

Añade la mencionada experta que el crecimiento en el uso de los teléfonos inteligentes y de aplicaciones basadas en el uso de Sistemas de Posicionamiento Global (GPS, por sus siglas en inglés), contribuye a facilitar el transporte y el tráfico vehiculares. Estas aplicaciones pueden indicarle al usuario cuál es el camino más corto y eficiente para llegar a su destino y los horarios de los autobuses o trenes, así como las paradas más cercanas al lugar donde este se encuentra ubicado. De esta forma, la movilidad se hace más segura y rápida, al mismo tiempo que se consume menos combustible y se emite menos contaminación.

Otra modalidad de transporte que está tomando auge en algunos países desarrollados, es la de compartir los autos o car sharing. Algunas personas prefieren compartir automóviles en lugar de comprarse uno nuevo. Las compañías que ofrecen el servicio de car sharing garantizan a sus asociados total acceso durante el año entero a una flota de autos estacionados en diferentes puntos de las ciudades. Los usuarios de este tipo de servicio pueden contratar el mismo durante horas o por un tiempo determinado, e incluso cuando viajan de un país a otro donde se ofrezca el mencionado servicio. Otro modo de ahorrar dinero en combustible y evitar emisiones en el transporte que se pone en práctica en Estados Unidos, es el de compartir el auto propio con otras personas que van en la misma dirección. A esta modalidad se le conoce como carpooling. En el carpooling una persona que viaja con frecuencia de una ciudad a otra, anuncia mediante Internet u otra vía su recorrido y los asientos de que dispone, mientras que otros que van en esa dirección se lo informan para que los recoja, y entre todos pagan el combustible. En las frecuentemente congestionadas autopistas de ese país, los autos que viajen en la modalidad de carpooling tienen la prioridad de transitar por un carril específico, lo que les garantiza mayor rapidez. Así llegan más rápido a su destino gastando menos dinero y contaminando menos. En India también se favorece el transporte público colectivo, al asignar carriles solo para la circulación de ómnibus.

La puesta en práctica de los Inspectores Populares del Transporte en la década de los años 1990 (y que prácticamente han desaparecido de nuestras calles y carreteras), fue una alternativa utilizada en nuestro país para favorecer la transportación de la población en los medios de transporte estatales. Los «amarillos», como popularmente se les conocía por la coloración de su uniforme, facilitaron la transportación de millones de pasajeros en todo el país en los años en que estuvieron en servicio. Esto los convirtió además en una vía para mitigar el impacto ambiental del transporte, al evitar que los autos y otros medios de transporte estatales viajasen vacíos.


Motorización en Cuba

Las calles y carreteras cubanas son un verdadero museo automotriz. En ellas coexisten vehículos motorizados que salieron de las líneas de ensamblaje en la primera mitad del siglo xx, con otros de reciente factura. Los turistas extranjeros se asombran del grado de conservación de muchos autos que circulan en nuestro país. Algunos son verdaderas joyas automovilísticas, aunque el estado técnico de muchos de ellos es deplorable. No existen datos públicos ofi-ciales en el sitio web de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información, sobre el número de automóviles que existen en nuestro país. Sin embargo, según la OICA, en el 2013 Cuba tenía 463 mil vehículos de motor y una tasa de motorización de 41 vehículos por millar de habitantes, semejante a la del continente africano que en su conjunto es de 42 vehículos por millar de habitantes. El 48 % de los vehículos que según la OICA había en nuestro país en el 2013, eran autos de pasajeros.
Como en el resto del mundo, en Cuba el sector del transporte es responsable en parte de los problemas de calidad del aire. Según la Dra. Leonor Turtós Carbonell, experta del Centro de Gestión de la Información y Desarrollo de la Energía, «la información sobre el estado de la calidad del aire de la atmósfera en Cuba es incompleta. Aun así, la información existente permite asegurar que se emiten en el país altos niveles de contaminantes desde fuentes fijas y móviles. Estas emisiones son las causas principales de que existan ciudades y zonas industriales con calidad del aire deficiente». Las fuentes móviles son los vehículos de motor en circulación. Con frecuencia vemos autos de pasajeros, camiones y ómnibus circulando por las calles y carreteras del país, que «vomitan» casi en nuestras narices un humo negro que mucho daño provoca en la salud humana.

   

Varios países han establecido normas sobre las cantidades de gases y partículas que pueden emitir los diferentes tipos de vehículos. En ese sentido se han establecido regulaciones para las emisiones de NOX, HC, CO y partículas para diferentes tipos de medios de transporte como automóviles, camiones, trenes, tractores y barcazas. Se excluyen los barcos y los aviones.

La Unión Europea comenzó en 1993 el control de emisiones, con la implantación de la norma conocida como Euro-1, y hoy ya está vigente la Euro-6. Por su parte, Estados Unidos inició este proceso en 1998 con la Tier-1, y en la actualidad tiene establecida la Tier-4. En las carreteras de los países de la Unión Europea es frecuente encontrar agentes del servicio medioambiental, que realizan controles de emisiones a los vehículos motorizados. La introducción de normas que regulan la reducción de gases de escape ha impuesto cada vez mayores exigencias a las empresas fabricantes de vehículos automotores. Cuba, sin embargo, no tiene aún establecido ningún tipo de norma para el control de las emisiones del sector del transporte.

   

Las emisiones contaminantes de los vehículos automotores en Cuba no son significativas en el contexto global, pero afectan la calidad del aire que respiramos. Eso es más evidente en determinadas vías y en ciertos horarios, especialmente en la capital del país. El mal estado técnico de los vehículos, los malos hábitos de conducción de algunos conductores y la poca efectividad de las medidas para el control de las emisiones de los vehículos motorizados, son aspectos que influyen en que algunos vehículos de motor emitan altos niveles de contaminantes. Este es un problema que debe ser atendido con urgencia. La economía, el medioambiente y la salud pública lo demandan. Según datos aportados por autoridades del Ministerio de Transporte, en el periodo 2009-2012 el sector evitó, gracias a la gestión de flota, la emisión de cientos de miles de toneladas de GEI a partir del ahorro de 115 407,5 toneladas de combustible.

Al igual que hicimos una revolución energética en el ámbito de la electricidad, necesitamos revolucionar el sector del transporte, buscando más eficiencia y alternativas menos contaminantes alejadas de los combustibles fósiles. Los biocombustibles producidos sin comprometer la producción de alimentos, como el biodiésel a partir de Jatropha curcas, pueden ser una solución. El biogás, la electricidad y las celdas combustible a base de hidrógeno, forman parte también del abanico de soluciones para mitigar las emisiones del sector del transporte.

* Profesor de Física, autor de libros y conferencista sobre temas energéticos,
y miembro de la Junta Directiva Cubasolar de La Habana.
E-mail: arrastia59@nauta.cu