Una trampa
para mosquitos
Por
Luis Bérriz Pérez*
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Crónicas de un círculo de interés sobre el desarrollo energético sostenible (XV)
Era el primer sábado de febrero. Nos tocaba el círculo de interés sobre el abastecimiento de agua y en este caso, con el uso de la bomba de soga, de cuerda o de mecate, como le dicen en México, Nicaragua y otros países centroamericanos.
El tiempo estaba muy extraño. En plena temporada de sequía se había pasado toda la semana lloviendo, incluso había inundaciones en muchos lugares de las provincias occidentales que provocaban pérdidas de cultivos de tomates, frijoles, tabaco y otros por exceso de agua. La zafra tenía grandes problemas. El clima estaba al revés, en tiempo de lluvia hubo sequía y ahora, en tiempo de seca, llueve. Sin duda, tenemos que prepararnos para el cambio climático que desgraciadamente no tiene causas naturales sino antropogénicas, o sea, producidas por el hombre. Son las consecuencias de un desarrollo no sostenible a escala mundial.
Desde el miércoles había terminado las pancartas de la bomba de soga y estábamos haciendo una maqueta funcional, pero el jueves por la tarde-noche me llamó Paco diciéndome que quería hablar conmigo. Eran más o menos las seis y media y le dije que si quería podía subir ahora, o si no, después del noticiero a las ocho y media. Paco me dijo que iba a subir enseguida y no solo, sino con dos personas más que yo conocía, pero sin decirme quiénes.
La llamada de Paco me puso a pensar pues nunca me llama y cuando lo hace es para algo importante. Pero además, un hombre como Paco con cerca más de 90 años y que se siga ocupando por todos, no es común. Sin dudas, merece todo nuestro respeto y apoyo.
Cinco minutos después de la llamada, oigo a Lilly y a Muso ladrar. Salgo y efectivamente, ya estaban en la puerta Paco y sus acompañantes. Eran Pepe, el vecino que vive en el mismo edificio que Paco pero en el piso de arriba, y Andrés, el padre de Camila.
—¡Adelante! —pasaron los tres, los saludé y entramos a la oficina.
—¡Siéntense! Debe ser algo importante cuando me caen en pandilla —les dije y me senté también.
—Vamos al grano —dijo Paco y continuó—: venimos por el zika. Es imposible que con tantas relaciones que tenemos con los países latinoamericanos y caribeños no nos llegue el zika, y lo peor del caso es que con estas lluvias se ha destapado una cantidad de mosquitos tremenda.
—Lo primero que tienen que hacer es cumplir con todos los consejos que nos dan por radio y televisión —les dije, e inmediatamente me contestó Pepe— yo cumplo con todo y hago mis recorridos diarios. No tengo un solo lugar donde pueda haber un foco de larvas de mosquitos, por lo menos, que yo sepa, pero parece que hay algún vecino que no cumple y tiene criaderos de mosquitos en su casa que infectan el barrio entero. A esta hora no se pueden tener las ventanas de la casa abiertas por la cantidad de mosquitos que entran.
—A mí me pasa lo mismo, pero tengo mallas en las ventanas y puertas —dijo Andrés y continuó—: Pero lo mío no es fácil. Tengo cinco hectáreas llenas de palmas, árboles frutales, plátanos y la casa está rodeada de plantas ornamentales como las dracenas, cuyas flores tienen olores exquisitos, pero sus hojas son criaderos de mosquitos. Sin embargo, veo que tienes un jardín lleno de dracenas, orquídeas, helechos y muchas más, y aunque la puerta está abierta no veo un solo mosquito aquí.
—El jardín lo atiende Mercedes. Tiene más de 300 especies, pero también tiene mucho cuidado para que no haya focos de larvas de mosquitos —les expresé y continué—: ¡Fíjense allí! Es un pomito para que los mosquitos pongan sus huevos. ¡Y allí! Esa es una trampa de mosquitos —señalé con el dedo y todos se quedaron mirando. Andrés se levantó, cogió la trampa, la puso sobre la mesa y preguntó cómo funcionaba.
Yo no contesté pues estaba buscando un material en la computadora y les dije:
—¡Espérense un momento! ¡Aquí! Este es un material que tengo hace varios años y es el secreto de por qué no hay mosquitos en el jardín. Es posible que alguno de ustedes ya lo conozca pues he podido ver este método en algunos lugares del país, principalmente en casas de campesinos. Vamos a leer este material que tiene solo una página —abrí un material que abordaba el uso del café para combatir el dengue (ver página siguiente).
—¡Muy interesante!, dengue, chicungunya o zika. Da lo mismo. Lo que tenemos que combatir es al mosquito —recalcó Paco.
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La campaña activectorial es solo una de las vías
para combatir al mosquito.
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—Bien, vamos a ver ahora la trampa —les dije, cogí la trampa y agregué—: Como ustedes saben por la práctica, es imposible acabar con los mosquitos. Por muy buen trabajo que se haga y se acaben muchos focos, siempre habrá focos que no sabemos que existen en casas de personas inconscientes o deshabitadas, en jardines, placeres, azoteas y en muchos lugares más. Podremos disminuir los mosquitos pero no acabarlos. Pues bien, con esos mosquitos inteligentes vamos a obrar de forma diferente: en vez de quitarles el agua vamos a ponerles vasijas con agua donde puedan poner sus huevos. Pero no van a ser vasijas indefensas sino con Abate y controladas por nosotros. De esta forma, mientras más huevos pongan en los recipientes controlados con larvicida, menos pondrán en los lugares no controlados que no sabemos dónde están.
—Además, vean esta trampa. Aquí, si entra un mosquito, no puede salir. ¡Vean cómo funciona!
Quité el nailon negro de la trampa y les enseñé las diferentes partes y su funcionamiento.
—¡Fantástico! —exclamó Pepe. ¡Estupendo! —susurró Andrés. ¡Qué sencillo! Esto hay que divulgarlo para que todo el mundo lo conozca
—dijo Paco y continuó—: Eliminando los focos, poniendo recipientes con larvicida controlados y atrapando a los supervivientes sí podremos ganarle la guerra a los mosquitos.
Yo me había ido un momento para traer unos vasos y brindarles té de moringa. Cuando regreso se callan y cuando sirvo el té dice Paco: —Hemos decidido por unanimidad solicitarte que en el próximo círculo de interés les enseñes a los muchachos a hacer una trampa de mosquitos. En este momento eso es muy necesario y la «salud sostenible» es lo más importante para lograr el desarrollo sostenible. Y si lo quieres ver desde el punto de vista energético —continuó con la sencillez de un sabio pero con la autoridad que le han dado los años y su historia— no hay nada que gaste más energía que una epidemia, ni nada que ahorre más que una sociedad sana.
El café en el combate al dengue
La bióloga Alessandra Laranja, del Instituto de Biociencias de la Unesp (Universidad Estatal Paulista brasileña), durante una investigación de maestría descubrió que la borra de café produce un efecto que bloquea la postura y desarrollo del mosquito Aedes aegypti.
El proceso es extremadamente simple: El mosquito puede ser combatido colocándose borra de café en las macetas, dentro de las hojas y en todo recipiente sospechoso. El café es consumido todos los días, en prácticamente todas las casas, el costo es Cero Pesos. El único trabajo es el de colocarla en las plantas, y arrojarla sobre el suelo del jardín y patio.
Los especialistas de salud pública, entre ellos médicos sanitaristas, están saludando el descubrimiento de Alessandra, toda vez que, además de la amenaza del dengue tipo 3, posible de suceder debido a las fuertes tempestades de fin de año, todavía surge otra amenaza proveniente del exterior: el dengue tipo 4.
De acuerdo a la bióloga, 500 microgramos de cafeína por mililitro de agua bloquean el desarrollo de la larva en el segundo de sus cuatro estadíos y reducen el tiempo de vida de los mosquitos adultos.
En su estudio ella demostró que la cafeína de la borra de café altera las enzimas esterasas responsables de los procesos fisiológicos fundamentales con el metabolismo hormonal del mosquito.
La solución con cafeína puede ser hecha con dos cucharadas soperas de borra de café por cada medio vaso de agua, lo que facilitaría el uso por parte de toda la población y puede ser aplicada en platos.
El mosquito se desarrolla hasta en una película fina de agua que a veces se forma sobre la tierra endurecida de los predios y huertas, y de otros recipientes con agua estancada como llantas, latas, botellas, etc.
«La borra no precisa ser diluida en agua para ser usada» —dice la bióloga. Puede ser colocada directamente en los recipientes, ya que el agua que corre después de regar las plantas diluye la borra.
Ella sugiere, en fin, que la borra de café comience a ser usada, también como un abono ecológicamente correcto. ¡¡¡Actualmente, el método usado en el combate contra el dengue es altamente tóxico!!! Para el hombre, animales y plantas...
Así que gracias al café, podemos combatir el dengue.
¡Por favor divulguen este consejo! ...Juntos somos más fuertes... para su exterminio.
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—No tienes que convencerme de eso. Agua, alimentación y energía son inseparables pues son los pilares de una vida saludable y un verdadero desarrollo sostenible —les dije y continué—: Estoy de acuerdo con ustedes. En estos momentos es muy importante contribuir con la campaña contra el mosquito y todo lo que podamos hacer es poco.
Mientras se levantaban, a modo de despedida me dice Paco: —Bueno, nos vemos el sábado.
Los acompañé hasta la puerta y los despedí. Sin duda, esa noche del jueves cambió el tema programado del círculo de interés. Pero valía la pena.
Faltaban todavía diez minutos para empezar el encuentro con los muchachos. Había terminado de contestar algunos correos y apagué la computadora. Cogí la trampa que tenía en la oficina, cinco pomos plásticos de litro y medio de los cuales uno contenía un litro de agua, cinco pedacitos de nailon negro que ya había cortado convenientemente, un recipiente con una libra de azúcar prieta, un rollito de cinta adhesiva, dos cuchillas y un paquetico con cinco gramos de levadura en polvo que me habían regalado. Todo esto lo metí en una bolsa menos la levadura que llevaba en el bolsillo de la camisa y la trampa que llevaba en la otra mano, y me dirigí al círculo. En el momento en que iba a salir llegaban Julio y Paco.
—Venimos para ayudarte —dijo Paco (les recuerdo que Paco ya cumplió 90 años) y continuó diciendo—: te traje unos cuantos curiosos que quieren aprender a hacer la trampa, así que el círculo va a estar concurrido.
—¡Julito! ¡Ayúdame a llevar esa mesita! —señalé para una mesa que había en el portal y le di a Paco la trampa de mosquitos— ¡Vamos!
Efectivamente. Cuando nos acercábamos conté más de 25 personas presentes entre viejos, hombres y mujeres no tan viejos y jóvenes. Además, mis ocho muchachos, miembros del círculo de interés.
—¡Buenos días! —dije cuando estaba llegando.
—¡Buenos días! —contestaron todos.
—Vayan colocándose alrededor de esta mesita de tal forma que puedan ver todos, que según veo, son unos cuantos —les dije y continué—: ¡Sepárense un poco! ¡Abran el círculo para que todos puedan ver!
Esperé unos segundos para que se acomodaran y cuando vi que más o menos todos podían atender, les dije: —Hoy vamos a seguir tratando sobre el agua, pero de una forma muy especial: ¡Cómo utilizar el agua para acabar con los mosquitos! —oí murmullos y sonrisas— ¡Seguimos! Ustedes conocen cómo está la situación en América Latina y el Caribe y también en Cuba. Tenemos que tomar todas las precauciones para mantener la salud del pueblo. La semana pasada la doctora dio una charla muy interesante sobre el dengue, el chicungunya y el zika y sobre todo lo que debemos hacer. Es muy importante cumplir todas las orientaciones que nos dan, tanto directamente como por radio y televisión. No creo que aquí nadie quiera lamentar una desgracia ni de nosotros ni de nuestros vecinos ni de nadie. Pero sin duda, por muy buen trabajo que hagamos tratando de eliminar todos los focos de mosquitos, es muy difícil acabar con ellos. Lo sabemos por experiencia. A veces hay casas y locales cerrados que son criaderos de mosquitos. Otras veces, los techos, solares y placeres yermos, e inclusive jardines y terrenos cultivados, cuando llueve, se llenan de posibles focos de larvas de mosquitos en lugares donde es muy difícil descubrirlos.
—Precisamente para estos lugares les hemos traído un documento que se llama: «El café en el combate al dengue» que por su importancia, lo vamos a leer. ¡Pongan atención que es muy corto! —le di el papel a Julio y le pedí que lo leyera. Todos escuchaban con mucha atención mientras Julio leía el documento. Cuando terminó, se oyeron murmullos por todos lados.
En ese momento Miguelito se para, pide la palabra y dice: —Pero el café de la bodega es chícharo y el experimento se hizo con café café.
Cuando Miguelito dijo eso, los comentarios subieron de tono y les dije:
—El café mezclado no lo inventamos nosotros. Siempre se ha usado, principalmente en Europa con la achicoria como complemento. Nuestro café mezclado tiene 50% de café puro. Hemos probado la borra de nuestro café durante varios años con muy buenos resultados.
—Bien. ¡Vamos a continuar! —les dije en voz más alta que lo común—. Aquí traje 10 copias del documento. No pensé que iban a venir tantas personas, pero si alguien necesita alguna, pasen luego por la casa.
Se seguían oyendo comentarios pero los dejé, pues me pareció que ese intercambio entre ellos, era positivo. Era evidente que entre tantas personas adultas, no podía impedir tan fácil que conversaran. Yo aproveché para acercarme a Paco y le pregunté si hasta ahora se había entendido lo que había dicho. Paco me contestó que sí y me pidió cinco copias del documento.
—¡Bien! ¡Pasemos a la segunda parte del círculo! A las trampas de mosquitos. Ya habíamos dicho que era muy difícil acabar con todos los mosquitos solo con eliminar los focos. Siempre iban a existir focos en lugares inaccesibles o desconocidos. Para esos mosquitos que se escapan es necesario usar otras variantes, y en este caso, en vez de quitarles todas las posibilidades de poner huevos, vamos a dárselas.
—En primer lugar, vamos a poner pomos o vasos con agua en varios lugares de la casa, pero estos van a estar bien controlados por nosotros y con Abate. Como ustedes conocen, el Abate es la marca de un larvicida muy bueno usado a nivel mundial en campañas de salud pública para el control de larvas de mosquitos en sus criaderos, especialmente de los géneros Anopheles, Aedes, Culex y otros vectores de enfermedades que afectan al ser humano, tales como el paludismo, el dengue, el tifus, el chicungunya y el zika. «Mientras más huevos pongan en los recipientes que nosotros controlamos, menos van a poner en lugares que no controlamos» —les dije, recalcando las palabras.
—Lo otro que vamos a hacer es ponerles trampas para exterminar a los adultos que queden.
Seguía oyendo murmullos en diferentes lugares y realmente me molestaba, pues quien hablaba cuando yo lo hacía, no estaba atendiendo. Los adultos que trajo Paco no estaban contribuyendo al círculo, sino al contrario. Por un problema de ética me era muy difícil mandarlos a callar, pero era lo que quería hacer. En ese momento me llené de paciencia y les dije a todos:
—Les ruego que hagan silencio.
—Vamos a continuar el círculo de la manera siguiente: Yo les voy a explicar cómo funcionan las trampas y cómo se hacen. Después nos vamos a dividir en cuatro grupos y cada uno va a hacer una trampa. Al final, nos volvemos a reunir para ver el trabajo de todos y si queda alguna duda, trataremos también de eliminarla. ¿De acuerdo?
—Bien. ¡Atiendan aquí! —subí la trampa para que se viera bien y le quité el nailon negro que la cubría—. Esta es la trampa. Fíjense que está hecha de un «pepino» o pomo plástico de agua mineral o refresco. Se pueden usar los pomos de litro y medio o dos litros. Este pepino está picado un poquitico por encima de la mitad y la parte de arriba puesta boca abajo, como es natural, sin tapa. Dentro tiene agua con azúcar prieta y una pizca de levadura para que empiece la fermentación.
—El funcionamiento de la trampa es muy sencillo. Los mosquitos se dirigen hacia las personas cuando perciben el CO2 que despide su respiración. En este caso, el mosquito es atraído por el CO2 que emite la fermentación del azúcar, entra en la trampa, se percata de que no es un humano, pero después no sabe salir y muere.
—Para hacer esta trampa necesitamos los materiales siguientes: ¡Fíjense aquí!
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Conjunto de materiales e ingredientes para hacer
la trampa de mosquitos.
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• Un pomo plástico (pepino) de 1 1/2 o 2 litros.
• Un vaso de agua de 200 mililitros.
• Tres cucharadas de azúcar prieta (50 gr).
• Una pizca de levadura (1 gramo).
• Un pedazo de nailon negro.
• Un pedacito de cinta adhesiva.
• Una cuchilla bien afilada.
—Vamos ahora a ir por paso —les dije.
—El primer paso es cortar el pomo por encima de la mitad, de tal forma que la parte de arriba cortada se pueda meter en la de abajo y quede espacio suficiente para el agua —utilicé la cinta adhesiva para rodear el pomo por encima de la mitad para poder cortarlo con exactitud y facilidad. Después, corté el pomo con la cuchilla.
—El segundo paso es agregar las tres cucharadas de azúcar en el vaso con agua y diluirla bien.
—El tercer paso es verter el agua con azúcar en el pomo cortado y agregarle la levadura.
—El cuarto paso es ponerle al pomo cortado la parte de arriba pero boca abajo, como si fuera un embudo.
—Y el quinto paso y último es tapar el pomo con este nailon negro y pegarlo con esta cinta adhesiva. Ya está lista. Ahora podemos ponerla en un rincón de la casa y dejarla unos 15 días.
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—A los 15 días debemos abrirla con cuidado para que no quede ningún mosquito vivo, limpiarla y volverla a preparar. Si lo hemos hecho bien, podemos usar la madre del líquido como levadura, o sea, no necesitamos levadura nueva.
—¿Está todo entendido? Bien. Vamos a separarnos en cuatro grupos y cada uno va a hacer una trampa.
Como eran ocho los miembros del círculo y yo llevaba cuatro pomos más, le di uno a cada pareja y les dije que buscaran un banco para hacer la trampa. Como tenía solo dos cuchillas, les dije que se las prestaran y que buscaran el agua y la levadura con Julio. También les entregué un pedazo de nailon negro y un pedacito de cinta adhesiva para que taparan la trampa. Les agregué a los demás presentes que se unieran a ellos formando cuatro grupos.
Estuvieron trabajando unos 10 minutos y el primer grupo que llegó fue en el que estaban Miguelito y Yamila. El segundo fue el de Camila y Raúl. El tercero el de Marianita y Ernesto y el último el de Yanisleidy y Yusbán. Cuando estaban todos les dije: —Bien. Vamos a ver lo que hicieron.
Fui revisando una a una cada trampa y vi que todas estaban bien hechas. Sin duda, habían entendido bien la clase.
—¡Muy bien! —les dije—, se han graduado como buenos soldados para luchar contra el mosquito y por la salud del pueblo. ¡Los felicito! Terminamos, pero acuérdense de que lo que aquí aprendieron, deben enseñarlo a todos los que puedan.
* Doctor en Ciencias Técnicas. Presidente de Cubasolar.
e-mail: berriz@cubasolar.cu
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