Fábula de dos economías

Por: Donella Meadows

Ilustración: Anto

 

El primer mandamiento de la economía es: Crece; crece continuamente. La compañías deben hacerse más grandes. Las economías nacionales deben hincharse un porciento determinado cada año. La gente debe querer más, hacer más, ganar más, gastar más, siempre más.

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El primer mandamiento de la Tierra es: Basta. Tanto de esto y no más. Tanto de suelo. Tanto de agua. Tanto de luz solar.

Todo lo nacido de la Tierra crece hasta su medida apropiada y se detiene ahí. El planeta no se hace más grande; se hace mejor. Sus criaturas aprenden, maduran, se diversifican, evolucionan y crean una sorprendente belleza y novedad y complejidad, pero viven dentro de límites absolutos.

Cuando hay una inconsistencia entre la economía humana y las leyes del planeta Tierra, ¿quién creen ustedes que ganará?

La economía dice: Compite. Sólo midiéndote frente a un oponente de valor sacarás buena eficiencia de tí mismo. La recompensa por el éxito en la competencia será el crecimiento. Te comerás a tus oponentes, uno por uno, y mientras lo haces incorporarás los recursos para seguir haciéndolo.

La Tierra dice: Compite, sí, pero observa los límites de la competencia. No aniquiles. Toma sólo lo que necesitas. Deja a tu oponente lo suficiente para que viva. Donde sea posible, coopera. Polinícense mutuamente, creen refugios mutuamente, construyan estructuras firmes que eleven especies más pequeñas a la luz. Pasen los nutrientes, compartan el territorio. Algunas facetas de la excelencia surgen de la competencia, otras surgen de la cooperación. No estás en una guerra. Estás en una comunidad.

¿Cuál de estos mandatos genera un mundo donde vale la pena vivir?

La economía dice: Consume rápido. No te preocupes por reparar; tanto más pronto algo se desgaste, cuanto antes comprarás otro. Ello mantiene el Producto Nacional Bruto en movimiento. Tira las cosas cuando te hartes de ellas. Tíralas a un sitio donde serán inútiles. Gasta materia prima y energía en hacer más. Desmonta los bosques cada 30 años. Extrae el petróleo de la tierra y quémalo. Crea empleos para que la gente pueda hacer dinero, y así puedan comprar más artículos que botar.

La Tierra dice: ¿Cuál es el apuro? Tómate tu tiempo generando suelos, bosques, arrecifes coralinos, montañas. Tómate siglos o milenios. Cuando una pieza se desgaste, no la arrojes lejos, conviértela en materia prima para otra cosa. Si se necesitan cientos de años para que un bosque crezca y millones para comprimir petróleo, quizás sea ese el paso a que deberían ser utilizados.

La economía rebaja el valor del futuro. Dentro de diez años, $2 valdrán solamente $1. Uno podría invertir ese dólar al 7 por ciento y duplicarlo en 10 años. Tómalo ahora. Conviértelo en dólares.

La Tierra dice: Tonterías. Esos dólares invertidos incrementan su valor sólo si algo que valga la pena comprar incrementa también el suyo. La Tierra y sus tesoros no se duplicarán en 10 años. ¿En qué gastarás tus dólares duplicados si hay menos suelo, menos petróleo, aguas más contaminadas, menos criaturas, menos belleza?

La regla de la Tierra es: Entrega al futuro. Deposita una fracción de pulgada de suelo superior cada año. Alimenta lo que viene surgiendo. Nunca tomes más en tu generación de lo que entregas a la que siguiente.

La regla de la economía es: Haz lo que sea que dé resultado en términos monetarios.

La Tierra dice: El dinero no mide otra cosa que el poder relativo de algunos humanos sobre otros humanos, un poder mezquino comparado con las fuerzas del clima, los océanos y las incontables multitudes de organismos unicelulares que crearon la atmósfera, que reciclan los desechos, que han perdurado durante 3 mil millones de años.

El hecho que la economía que ha perdurado quizás unos 200 años asigna un valor cero a estas cosas significa solamente que la economía no sabe nada sobre valor o sobre perdurabilidad.

La economía dice: Preocúpate, lucha, se inconforme. La condición permanente de la humanidad es la escasez. La única salida a la escasez es acumular y atesorar, aunque ello implique, desafortunadamente, que otros tendrán menos. Es una lástima, pero no alcanza para todo el mundo.

La Tierra dice: ¡Disfruta! Has nacido en un mundo de abundancia autosostenida e increíble belleza. Siéntela, saboréala, maravíllate ante ella. Si te detienes en tu lucha y alzas los ojos el tiempo suficiente para ver las maravillas de la Tierra, para jugar y bailar con las glorias que te rodean, descubrirás lo que realmente necesitas. No es tanto, realmente. Hay suficiente. Basta que controles tus números, y habrá suficiente para todos durante todo el tiempo que puedas imaginar.

No podemos escoger qué leyes las de la economía o las de la Tierra prevalecerán al final. Pero podemos escoger personalmente acorde a cuáles vivir y cómo hacer nuestras leyes económicas consistentes con las planetarias.

O averiguar qué pasa si no lo hacemos.

Título original: A Tale Of Two Economies

Traducción: Ariel Cruz

 

Donella Meadows es profesora adjunta del Darmouth College. Tomado de Earth Island Journal, Otoño 1997 (hemisferio norte).

El texto apareció originalmente en la columna sindical "El Ciudadano Global".