Los jóvenes y la solidaridad
Por Enrico Turrini
Ilustraciones: Anto
Nosotros, que vivimos en los países del neoliberalismo, nos lamentamos a menudo de la falta de ideales de los jóvenes de hoy, de su fragilidad frente a la seducción de la droga, de su incapacidad para entusiasmarse.En la escuela se señalan conductas de violencia entre estudiantes, intercambio de ofensas sin razón, falta de sensibilidad frente a los otros, en una palabra: egoísmo. ¿Cómo es posible todo esto en muchachos que se abren a la vida?
Podemos encontrar una respuesta examinando con cuidado y realismo la sociedad en la cual estos jóvenes crecen. ¿Qué tipo de alimento reciben para su desarrollo intelectual y psicológico? Se refiere a menudo a la sociedad del neoliberalismo como a la sociedad de libre mercado, de la libre competencia, es decir, de la libertad.
Si fuera así, ya se debería reprobar a la inmoralidad de esta elección, pues se trataría de la libertad de los más poderosos, de los más inteligentes, de los que tienen más suerte. En la realidad, la elección del neoliberalismo es mucho peor.
El neoliberalismo, si se lo mira bien a la cara, como explica Luis Javier Garrida, un profesor mexicano de Ciencias Políticas, es una dictadura que quiere imponer un modelo único con medidas de proteccionismo de los países ricos y que condena el sur del mundo a la esclavitud y el hambre.
¡Ese es el tipo de solidaridad que la sociedad de consumo propone a los jóvenes! Pero hay más. El sistema de educación y de información deja mucho que desear.
La educación que debería ser laica y gratuita está siempre en las manos de particulares, que la educación superior controla más de 50 % en países del sur como Brasil y Colombia, una educación para los ricos, por supuesto, no libre sino dirigida. Además, la información está en las manos de unos grupos de poder que la difunden y la falsean como les agrada.
Así se comprende que esta propaganda del neoliberalismo golpea a los jóvenes en fase de formación y utilizando una expresión de la ingeniería genética, modifica su ADN psicológico y los transforma en personas hechas a imagen y semejanza de los modelos deseados por los gestores de la globalización cultural.
¿Porqué maravillarse de la conducta antisocial de los jóvenes nacidos en el mundo del neoliberalismo?
¿Se encuentran hoy día en el mundo situaciones diferentes?
En todos los lugares se encuentran jóvenes con fuerte personalidad, aislados o en grupitos, que logran vivir con los valores de la solidaridad y el altruismo. Pero siempre se trata de una minoría.
Un país anómalo es Cuba. La sociedad de esta islita revolucionaria es una sociedad muy solidaria, pues nació y se desarrolla con una revolución popular, que se funda en el compromiso con los demás y el altruismo, es decir, que se funda en el amor.
No es por casualidad que al triunfo de la Revolución se puso en marcha la Campaña de Alfabetización para liberar a un pueblo en estado de esclavitud, dando a todos una educación adecuada.
Los alfabetizadores, por lo general jóvenes entre 12 y 20 años de edad, se dedicaron voluntariamente a enseñar. Igual de voluntario fue el compromiso que tomaron quienes querían aprender a leer y escribir. Ya en el año 1961 se liberaron de la carga del analfabetismo 700 000 personas.
En los años posteriores la educación, junto a la salud, fue un pilar del trabajo revolucionario. Hoy, a pesar del duro bloqueo impuesto por quien no acepta la solidaridad, la educación tiene en Cuba absoluta prioridad y todos son libres de elegir y cumplir gratuitamente el tipo de estudio deseado.
Los revolucionarios cubanos repiten a menudo: estamos listos para soportar dificultades, pero la educación no puede padecer. Los resultados hablan por sí mismos. En los últimos años tuve la oportunidad de visitar muchas escuelas de todos los tipos y en los lugares más aislados.
Siempre pude vivir y comprobar la alegría de los estudiantes, su capacidad de comunicarse y de amar, su madurez social y política. Niños ciegos, sordos, paralíticos son cuidados con competencia y amor. En un lugar de la Sierra Maestra una profesora da clases a un niño paralítico en su casa porque él no puede salir.
¿Se trata de un país soñador?
Es simplemente un país que traduce su sueño altruista en realidad, haciendo la vida hermosa y atrayente para todos. Esto debería ser la regla. Anómala es en mi sentido, la conducta de los países del neoliberalismo, donde privilegiados y oprimidos, aunque por razones diferentes, no pueden conocer la alegría verdadera.
La contribución de los que trabajan para desarrollar una transformación de la sociedad que quiere tener en una sociedad que quiere ser (ver a Cuba) es una señal de esperanza para los jóvenes de hoy, mujeres y hombres de mañana.