Contra las bombas de grafito:

El camino del Sol

 

Aunque cotidianamente el capitalismo utiliza la energía como una formidable palanca de poder, una vez más el imperialismo se apoya en la guerra energética para tratar de doblegar y destruir a los pueblos.

La destrucción de las reservas petroleras, de las plantas generadoras de electricidad y calor, el bloqueo a todo suministro de combustibles; en fin, la paralización total del país por falta de energía, es la estrategia nuevamente usada por el imperialismo y sus lacayos, esta vez contra Yugoslavia y Europa.

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Una nueva arma, la bomba de grafito, está siendo utilizada en apoyo a esta política, disfrazada de "arma humanitaria" pues, según dicen, sólo destruye las redes de distribución de electricidad, y no a la población civil.

¿A quiénes pretenden engañar? Sólo a los que se quieren dejar engañar.

Un país, acostumbrado a un suministro energético se ve, de pronto, privado del mismo.

Dejan de trabajar los hospitales, las escuelas, los círculos infantiles, todas las instituciones sociales y culturales. Se paralizan las fábricas de alimentos, de productos esenciales para la vida, todas las fábricas en general. Se paraliza el transporte y las comunicaciones.

Se interrumpen todos los medios de información a la población, la televisión y la radio, los periódicos, etc. Se termina el suministro de agua a la población.

¿Quiénes sufren? ¿Los cables y los postes eléctricos?

Con esta política se pretende solamente doblegar a un pueblo matando masivamente de hambre, sed y enfermedades a sus niños, ancianos, mujeres y en general a todo ser viviente. ¿Es esta una política humanitaria?¿Son tan inofensivas las bombas de grafito?

¿Cómo podemos los pueblos prepararnos contra esta repugnante política genocida del imperialismo?

Imaginémonos países con sistemas energéticos descentralizados. Con muchas pequeñas hidroeléctricas y minihidroeléctricas funcionando. Con miles de pequeñas plantas de bagazo, paja de caña y otras biomasas productoras de electricidad. Con muchos sistemas fotovoltaicos que suministren electricidad a hospitales, escuelas, instalaciones turísticas e incluso, viviendas. Con miles de molinos de viento y aerogeneradores.

Imaginémonos países con miles de celdas combustibles que suministren electricidad a partir del hidrógeno producido con energía solar a determinadas fábricas e instalaciones comerciales y sociales y que puedan mover un transporte que aproveche las ventajas de la transportación marítima, ferroviaria y cualquier otra vía de transportación colectiva y que como transporte individual, utilice, preferentemente, la bicicleta y la motobicicleta solar.

Imagine miles de instalaciones solares que suministren energía para procesos de calentamiento de fluidos y secado de productos agrícolas e industriales y climatización de locales, con un sistema de comunicaciones energizado puntualmente con energía solar.

Países que en vez de obligar al consumismo y al despilfarro, tengan una política energética de ahorro y uso racional de los recursos, consecuentemente avalada por una legislación, normas y tarifas diferenciadas que aseguren el verdadero desarrollo sostenible.

Imaginémonos en fin, países que siguiendo el camino del Sol, que no es más que el camino que nos indica la Revolución socialista, serían energéticamente indestructibles, porque al Sol, no se le puede ni destruir ni bloquear.