Millenium Por Ariel Cruz¿Será una catástrofe informática la llegada del año 2000?
¿O un pánico más fabricado por las transnacionales con fines comerciales? |
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Cuando el reloj haga clic marcando el inicio del próximo año, la humanidad entrará en el último año del segundo milenio de la presente era.
Sin embargo, los relojes insertados en millones de chips de silicio alrededor del mundo, desafiando toda lógica, retrocederán hacia el 1 de enero de 1900. Este desliz ha sido llamado "Error del Milenio" por parte de los científicos, técnicos y comisiones gubernamentales empeñados en hacerle frente.
Las consecuencias del Error del Milenio aún no están del todo claras, pero se dice que surgirán dificultades, tales como que millones de ciudadanos se encontrarán conque sus equipos electromécanicos (incluyendo automóviles) se niegan a arrancar, convencidos de que su último mantenimiento fué hace 99 años. Para que esto no suceda, ¡cómprese equipos y automóviles nuevos!
Los usuarios del servicio telefónico de larga distancia podrían recibir una cuenta de varios millones de dólares. Las cuentas de gas, electricidad, acueducto serían susceptibles a aparecer con cifras similarmente extravagantes, ¡algunas en números negativos! Programar televisores y videocassetteras podría resultar imposible (claro que esto es lo de menos, para casi todo el mundo esa faena ha sido imposible desde siempre).
El Error del Milenio es un problema inusitado, pero muy real. Quienes vivimos la Guerra Fría solíamos especular en el ámbito de la ciencia ficción qué pasaría si "un" chip fallara en alguna parte y el mundo hiciera bang. Ahora, ¿qué pasará cuando, con el cambio de año, millones de chips se vuelvan locos a la misma vez?
Durante los últimos meses, con paciencia, los especialistas han explicado el problema una y otra vez ante medios masivos y comisiones gubernamentales. Resulta decepcionantemente simple. Dejando la jerga técnica a un lado, viene quedando así:
Los chips actuales son los descendientes de artefactos que vieron la luz por primera vez en las décadas de los cincuenta y sesenta.
En aquellos días, las computadoras eran ejemplares costosos y raros en demasía, y tenía mucho sentido ahorrar algunos preciosos bytes de memoria interna reduciendo la información del año a los dos últimos dígitos, dando el "19__" por sentado.
Los programadores de entonces utilizaban lenguajes como ALGOL y COBOL. Con el paso del tiempo, técnicos e ingenieros crearon mejor hardware y mejores lenguajes, pero nunca se encontró el momento adecuado para reescribir totalmente la programación de los chips.
Más bien, se apilaron nuevas capas de programa, hundiendo el problema, sin corregir, en las entrañas de silicón de las nuevas generaciones.
Hoy en día la memoria interna es barata, y añadir dos cifras más a la fecha no produciría un cambio significativo en los recursos de ninguna máquina.
Hoy, sin embargo, ALGOL y COBOL están muertos y enterrados, y sus complejidades no le son familiares a ningún programador vivo. Ubicar el problema es encontrar una aguja en un pajar. Resolverlo en su totalidad no es algo imposible, pero costará. Quizá tanto como cinco mil millones de dólares, centavos más o menos.
Casi todos los países desarrollados han creado comisiones gubernamentales especiales para subsanar el problema. Ello responde a una lógica inexorable: los más afectados serían ellos, si de pronto los chips se rebelan contra sus creadores, a la manera de Frankenstein.
Por previsión, Suecia piensa apagar para ese día todos sus generadores nucleares. Inglaterra lo hará con cuatro de ellos por resultar "sospechosos". Las compañías de seguros retirarán su protección a las líneas aéreas por un período de 14 días. Desde ya, British Airways ha anunciado que no volará el primer día del año 2000. |
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Altos ejecutivos de la Secretaría de Defensa de los Estados Unidos se retiraron prematuramente en el otoño de 1998, y actitudes paralelas se han reportado en importantes puestos corporativos.
Los desertores han dado a entender claramente que no quieren ser responsabilizados con posibles incidentes relativos al Bug Y2K (Error A2K-Error del Año 2000)
Mucho menos, a partir de la revelación del Pentágono de que no podría garantizar a tiempo la confiabilidad de todo su software. Parte de ese software, huelga decir, controla poderosas armas de destrucción masivas.
Son dos los tipos de chips vulnerables al Error del Milenio. El primer tipo se encuentra instalado en aparatos que la gente reconoce específica-mente como "computadoras": PCs de escritorio, mainframes servidores de red, laptops, palmtops.
Estos equipos se renuevan constantemente, y casi todos serán compatibles con el cambio de fecha antes del año 2000. Muchos de ellos lo son en estos momentos.
El segundo tipo de chip se encuentra oculto formando parte de sistemas de uso más específico, y se les conoce como "chips incorporados".
Los chips incorporados se dedican a automatizar funciones tanto en cafeteras automáticas y vehículos deportivos como en cajas contadoras y refinerías de petróleo. Hoy hay en el mundo alrededor de cincuenta mil millones de chips incorporados.
Es imposible censarlos y comprobarlos todos, por no mencionar sustituir los que puedan fallar a causa del Bug. Si cabe esperar algún problema serio, es de aquí de donde saldrá. Se espera que de 3 a 5 % de ellos falle. Ello implicaría unos dos mil millones de fallos para el Día de Año Nuevo.
Por supuesto que muchos chips trabajan tremendamente bien, aún sumergidos en una olímpica ignorancia acerca de la fecha, y eso es un alivio. Por lo general se trata de aquellos que realizan funciones más humildes. Aun cuando fallaran, sus efectos tendrían más de inconveniente que de catástrofe.
Otros causarán que las computadoras se "congelen" y simplemente dejen de funcionar. En la industria de la informática todo el mundo tiene experiencia en lidiar con esto.
Cualquiera sabe que para que una computadora personal se congele no se necesita algo tan trascendente como un año 2000. Basta conque alguien estornude cerca.
Lo que los especialistas realmente temen es el escenario de una computadora conectada a otras miles de "semejantes", y que no se congela, sino que sortea el problema enganándose a sí misma de algún modo extravagante.
Esta máquina "loca" comienza a producir datos no confiables, y a alimentarlos a sus compañeras. Sus compañeras de banda, aun aquellas compatibles con la nueva fecha, asimilan sin sospechas esa información corrupta y la reprocesan, extendiendo el problema a alas velocidades en dimensiones y complejidad.
Hace poco se decía que un problema de este tipo afectaría pronto al Sistema Global de Localización (GPS), una red planetaria de satélites geodésicos. En este caso no sería el Día de Año Nuevo, sino el 22 de agosto de 1999. El GPS utiliza un calendario diferente, el cual daría ese día un salto equivalente al del cambio de marras.
Los científicos esperaban sacar de esa "pequeña catástrofe" experiencias útiles para lidiar con la "catástrofe madre". Los antecedentes existentes de momento no eran nada alentadores. Sin embargo, nada pasó. No se acabó el mundo.
En la mayor parte de las agencias gubernamentales y de negocios la fecha es vital. Se espera que, a medida que se acerque el momento crucial, la recurrencia de tales inconvenientes aumente de forma exponencial.
En 1980, un chip cuyo costo era menor de un dólar falló en una computadora NORAD, en Colorado.
La pastilla se descalabró de una forma tal que hizo creer a los militares y al resto de las computadoras que se estaba efectuando un ataque nuclear soviético en la zona del Polo Norte. Sólo el descubrimiento fortuito del error en la computadora impidió a tiempo que el hemisferio norte se convirtiera en una caldera.
A finales de diciembre de 1996, le tocó a dos plantas de aluminio ubicadas en Nueva Zelandia y Tasmania, respectivamente. En ambos casos, y con un par de horas de diferencia, la red de computadoras se desconectó a la medianoche, sin previo aviso.
Las computadoras regulaban las temperaturas en los hornos, y al salirse de servicio, los hornos se sobrecalentaron y se destruyeron.
El bug (error) particular en estos casos residía en que 1996 fue un año bisiesto. El software de ambas plantas no estaba preparado para enfrentarse a la anomalía de un año con 366 días.
Parece ridículo, y lo es. Los especialistas han recalcado, aprovechando la oportunidad, algo que muchos de nosotros tendemos a olvidar con facilidad.
Las computadoras en que la civilización contemporánea ha confiado su seguridad "no son" lo que parecen. Sus espectaculares potencialidades esconden a máquinas deliberada y genuinamente estúpidas.
Un error de una letra hace que la computadora no entienda lo que se le está diciendo, aún cuando a cualquier humano, o incluso a un chimpancé despierto, le sea evidente. Las máquinas no tienen sentido común, simplemente.
Cualquier instalación industrial usa hoy cientos de microprocesadores incorporados y no incorporados. Aún cuando sólo una mínima población de ellos fuera vulnerable al Error, los resultados podrían ser catastróficos. Las válvulas de plataformas de perforación petrolera podrían causar derrames. Las refinerías podrían pasar por alto filtraciones de sustancias tóxicas, o abrir válvulas en el momento inoportuno.
Las estaciones de control de ferrocarriles podrían (¡horror!) enviar sus trenes por las vías equivocadas. Y el sistema de navegación de los supertanqueros podría quedar patas arriba.
En vista de la posibilidad de un fallo global en las redes de suministro de energía, se ha sugerido que buques de guerra se sitúen cerca de las grandes ciudades portuarias para servir como plantas de energía emergentes y apoyar los hospitales, comedores populares y guarniciones. De pronto, no se puede confiar en ningún chip.
Sin embargo, este no es un problema cuya solución esté exclusivamente en manos de los gobiernos, ni de los científicos. Como el frente de onda de un terremoto, las ramificaciones del Error del Milenio dependerán en buena medida del entorno regional que encuentren a su paso. Del entorno humano, en este caso particular.
El uso de generadores eléctricos a partir de combustibles fósiles podría contribuír a la contaminación sónica y del aire en las pocas zonas bien conservadas que quedan. Hay que recordar que el cambio de fecha atrapará a los países solventes en pleno invierno.
Unos grupúsculos de fanáticos no han perdido tiempo en dejarse contagiar por el "síndrome de fin de siglo". En esta nueva versión postindustrial, cibernética y globalizada, utilizan sus laptops y teléfonos celulares para anunciar el regreso de Elvis en una nave alienígenas, con el propósito de recoger a los elegidos y llevarlos al Paraíso.
A las autoridades canadienses no les preocupa
demasiado una potencial travesura de El Rey (le han dejado ese "muerto" a sus
colegas de Estados Unidos), pero por si acaso pondrán en alerta a más de 32 000 soldados
para contrarrestar el caos que se supone ocurra en las primeras horas del año 2 000. La policía británica no tendrá vacaciones en los primeros 4 días festivos del año, por aquello de que vale más precaver. |
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A fin de cuentas, razonan algunos, las computadoras surgieron el otro día, pero los fines de siglo han llegado acompañado de crisis desde que hay historia escrita.
No es justo terminar este espeluznante recital sin hacer un llamado a la razón. ¿Sabe una cosa? También es posible que no ocurra absolutamente nada. Los rumores y el pánico pueden crear sus propias catástrofes.
Los pequeños comerciantes también tratan se sacar algunas ventajas de esta propaganda del efecto del "año 2000"
Entre las buenas ideas que recomiendan están las de que todo individuo debe almacenar comida suficiente para dos semanas, organizarse por adelantado con los vecinos para responder como una comunidad a cualquier situación, hacerse de un radio portátil y de baterías, así como de una bicicleta en buenas condiciones para viajes cortos, y otras más.
Más del 80 % de la población mundial ni sabe ni sabrá nunca del efecto del "Año 2000". Los problemas del Tercer Mundo, son otros.
En el próximo número: Cuba y el efecto A2K .