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Uno de los aspectos energéticos del Sol que demuestran que está

en continuo cambio es la llamada actividad solar.

                                                                                                   por Pablo Sierra Figueredo

 

Nuestro astro rey, el Sol, es una estrella muy común, y pudiéramos catalogarla hasta de "mediocre" debido a sus características físicas, dentro de la clasificación astronómica de las estrellas, todo lo cual ha permitido, entre otras muchas condiciones, que desde hace muchos millones de años comenzaran a surgir los primeros vestigios de vida en nuestro planeta y que posteriormente, tras un prolongado proceso evolutivo, apareciera la vida inteligente.

Como cuestión muy general podemos agregar que el Sol se encuentra, como promedio (debido a la órbita elíptica que describe la Tierra a su alrededor), a unos ciento cincuenta millones de kilómetros de nuestro planeta, el cual recorre su órbita en el período de un año terrestre (365 días).

La temperatura de la superficie solar (fotosfera) es de unos 6 000 K y, paradójicamente, un millón de grados en la corona especie de atmósfera solar compuesta por plasma muy caldeado sometido a intensos campos magnéticos y que se extiende hasta millones de kilómetros de la superficie solar. Podemos decir que vivimos dentro de la corona solar.

El Sol, por encontrarse a tal distancia de nosotros y no poder observarlo cotidianamente (a simple vista) con detalle, se nos presenta como un límpido disco brillante que nos alumbra y calienta con una regularidad impecable (la constante solar varía en el curso del tiempo en no más de fracciones de tanto por ciento).

El invento del telescopio por parte de Galileo (independientemente que desde la antigüedad, tanto en China como en otras antiguas civilizaciones, las manchas eran observadas durante los crepúsculos) permitió romper definitivamente con tal imagen equivocada del Sol inmaculado.

Muchos de nuestros lectores seguramente han leído o escuchado algo sobre el término de actividad solar. Este es el otro aspecto del Sol, al cual nos referiremos con algún detalle en este trabajo.

Se define como actividad solar a un conjunto de fenómenos físicos que ocurren continuamente en el Sol y que caracterizan diferentes estados del mismo.

Esto es, nos podemos referir convencionalmente a la misma como baja, media alta o hasta muy alta. Aun cuando la actividad solar es muy baja, allí están ocurriendo turbulentos fenómenos que sólo pueden ser observados con instrumentos especializados.

La forma más antigua y conocida de caracterizar la actividad solar es por el número de manchas en el disco y el área que cubren las mismas (en millonésima del disco), pero en la actualidad esto se hace también con el empleo de otros muchos parámetros, tanto ópticos (en toda la banda del espectro visible como en el infrarrojo y el ultravioleta) como radioeléctrico (con el empleo de radiotelescopios), entre otros muchos, todo lo cual ha permitido profundizar en los conocimientos generales acerca de las estrellas y de la Física Solar en particular.

Cuando decimos que el Sol está tranquilo, significa en primer lugar, que no hay manchas en su disco visible, que su corona (sólo visible durante eclipses totales de Sol o con el empleo de un instrumento conocido como coronógrafo) es muy uniforme alrededor del mismo, que no ocurren "explosiones" y no se observan formaciones ópticas que rompan la homogeneidad de su fotosfera, en la cual, con grandes telescopios, sólo es posible observar los llamados gránulos, que cubren toda su superficie.

Si registramos en este estado su actividad radioeléctrica, solamente podremos registrar una emisión continua sin ningún tipo de variación en la señal captada.

Ahora bien, cuando hay actividad solar, en primer lugar se observan manchas, las que pueden ser muy pequeñas y aisladas o grandes, formando complejos grupos; la corona se presenta deformada y sin homogeneidades, la actividad radioeléctrica se registra alterada al menos en alguna banda del espectro, pudiéndose registrar una alteración más o menos pronunciada en toda una serie de otros parámetros del espacio circunsolar.

¿Es acaso esporádica la modificación de la actividad solar?

De ningún modo. Ha quedado demostrada científicamente lo cíclico de este fenómeno. Se han encontrado varios períodos bajo los cuales se presentan las diferentes manifestaciones de la actividad solar.

El más conocido y completamente evidente, es el de 10 a 11 años (algunos científicos afirman que el fundamental es, en realidad, de 22 años), superponiéndose al mismo otros, unos más cortos y otros mucho más extensos.

De manera que ya en la actualidad, con fines prácticos, se emiten pronósticos a corto, mediano y largo plazo de la actividad solar.

¿Qué representa para la biosfera la existencia de este fenómeno?

Mucho. En primer lugar, cuando ocurren potentes explosiones (destellos solares), sus efectos (reforzamiento de la emisión radioeléctrica, rayos X, radiación gamma, eyección de potentes flujos de partículas) se propagan rápidamente hacia el espacio circunsolar, siguiendo las líneas del campo magnético interplanetario y alcanzando a nuestro planeta en pocas horas, como un viento solar reforzado con un intenso flujo de partículas muy energéticas.

Al interactuar el viento solar con la magnetosfera, provoca una significativa perturbación en diferentes parámetros geofísicos, (el más importante de ellos es el surgimiento de tormentas magnéticas) los que a su vez, pueden traer como consecuencia, en dependencia de su magnitud y duración, una temporal interrupción de las comunicaciones vía ionosférica, desastres en satélites artificiales de la Tierra, repentinos fenómenos atmosféricos, entre otras muchas consecuencias.

En segundo lugar, bien como consecuencia directa de la actividad solar o indirecta de las perturbaciones anteriormente mencionadas, se produce un complicado desajuste en una serie de procesos de la biosfera, cuya manifestación puede ser entre otras, el brote repentino de epidemias y plagas.

Desde finales del siglo pasado, pero con mayor auge a partir de los años veinte y treinta del presente, se viene investigando la influencia de la actividad solar en la biosfera terrestre.

Todo comenzó por las interrogantes que se hacían los científicos (sobre todo los naturalistas y médicos) de aquellos tiempos en cuanto al brote repentino y desarrollo de plagas, epidemias, epizootias y epifitias de forma simultanea en lugares geográficamente distantes, entre los cuales no se podía encontrar una vía de contaminación objetiva que justificara el fenómeno observado.

En estas búsquedas se encontró que en muchos de los casos señalados, aparecía empecinadamente un cierto ritmo en la aparición y desarrollo de los mismos, lo cual llevó a pensar a algunos de los más osados científicos, en que debía existir algún agente externo, de carácter cósmico que de alguna manera estimulaba o provocaba la aparición de estos fenómenos en diferentes regiones del planeta.

Sin restarle importancia al papel desempeñado por otras muchas figuras de la historia de las ciencias en lo concerniente al impacto medioambiental de la actividad solar, hay que destacar el gran desempeño del científico ruso L. A. Chizhevski en cuanto al establecimiento de una verdad científica tan novedosa, sobre la cual él mismo reconoció que sólo sería bien interpretada y asimilada por lo menos cincuenta años más tarde. Así ocurrió.

La trascendencia de los resultados de sus investigaciones, unidas a los novedosos descubrimientos de Vernadski, constituyen la ruptura de un paradigma en favor de otro.

El surgimiento, evolución y desarrollo de la vida en la Tierra es influido muy fuertemente por los fenómenos cósmicos y no es un proceso aislado que sólo dependa de lo que ocurra en nuestro planeta y su vecindad más próxima, como establecía el paradigma anterior.

Pensamos que el impacto ecológico de los fenómenos turbulentos que ocurren en el Sol y sus inmediaciones van más allá de lo que comúnmente se piensa. Hasta ahora ha sido estudiada una serie larga de fenómenos terrestres, biológicos o no que de una u otra manera se ven influidos por las variaciones periódicas o esporádicas de la actividad solar.

Los mismos van desde la frecuencia de ocurrencia de infartos del miocardio, y las crisis maníaco depresivas hasta los niveles de producción agropecuarios entre otros muchos renglones de la economía, lo que pudiera ser consecuencia de las variaciones del clima, que a su vez depende de la actividad solar, o bien del surgimiento de plagas o epifitias, que como mencionamos, se ve influido también por este factor.

De manera que no se trata de un fenómeno determinado, sino de una larga y ramificada cadena de ellos que hasta ahora sólo hemos podido explorar superficialmente.

"El Sol, como primer eslabón de la gran cadena energética de la vida terrestre, nos ofrece, además de luz y calor, ritmos motores de la vida".