en Cuba (tercera parte)
Por José Altshuler
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Electrificación de la industria azucarera Cuando, a mediados de la década del ochenta del siglo xix, se instalaron los primeros sistemas de alumbrado eléctrico en varias fábricas de azúcar cubanas, pudo contarse con una fuente de fuerza motriz barata para impulsar las dínamos, pues por entonces hacía tiempo que el uso del vapor se había generalizado en la producción de azúcar. |
Turboalternador trifásico de 12,5 MVA instalado en tallapiedra. |
Pero no fue sino hasta bien entrado el siglo xx, que se electrificaron los motores de los centrales azucareros. En 1911 se instaló en un central de propiedad norteamericana, enclavado en la zona oriental de la Isla, una planta eléctrica con capacidad suficiente para satisfacer tanto las necesidades del alumbrado y los motores del propio central y su batey, como las de dos centrales vecinos.
Posteriormente, la propia fábrica de azúcar se convirtió en el suministrador de energía eléctrica a varios pueblos vecinos, así como a las ciudades de Gibara y Holguín, para servir a una población total de unos diez mil habitantes. Por aquella época más de 75 % de las instalaciones eléctricas de los centrales azucareros era de fabricación General Electric.Otro central el Hershey desempeñó un papel especial en la electrificación del país durante los años veinte.
Emplazada unos 40 km al este de La Habana e inaugurada en 1919, contaba esta fábrica, de propiedad norteamericana, con una planta eléctrica propia dotada de alternadores trifásicos que, aparte de entregar la energía eléctrica necesaria para el funcionamiento de las máquinas de la fábrica y para su batey, suministraba la requerida para un ferrocarril eléctrico destinado al transporte de pasajeros y carga todavía en funcionamiento, que el mismo propietario había terminado de construir entre 1921 y 1922.
El ferrocarril se extendía a lo largo de unos 85 km, desde las orillas de la bahía de La Habana hasta las inmediaciones de la de Matanzas, pasando por el central.
Seguramente fue el primero del mundo en que se usó la tracción eléctrica tanto para trasladar caña hasta la fábrica, como para transportar hasta los puertos de embarque el azúcar producido.
A mediados de la década de los veinte, su planta eléctrica brindaba servicio a la ciudad de Matanzas, así como a 9 ciudades y pueblos cercanos a la línea del ferrocarril.
Hacia 1925, 76 centrales, responsables de más de 60 % de toda la producción de azúcar del país, estaban electrificados total o parcialmente, y tenían instalados casi 200 turbogeneradores.
Su capacidad generadora conjunta era de unos 162 MW, en tanto que la dedicada al servicio público en todo el país totalizaba poco más de 108 MW, de los cuales correspondían 7,5 MW a la Havana Central Railroad Company, 6 MW a la Hershey Cuban Railway Company, y 75 MW a la Havana Electric Railway, Light & Power Company.10
El servicio eléctrico monopolizado
Tras la terminación de la Primera Guerra Mundial se inició una recesión económica en la mayor parte del mundo, que sólo se manifestó en los Estados Unidos como una interrupción, en 1921, de un período de gran prosperidad y expansión industrial que duró hasta fines de la década de los veinte.
Un factor considerable en aquella prosperidad fue la expansión de la industria eléctrica norteamericana, cuyo control quedó fundamentalmente en manos de un grupo reducido de grandes corporaciones, entre las cuales destacaba la Electric Bond & Share Company, Inc. Ésta se había organizado en 1905 con el respaldo de la banca Morgan, e íntimamente vinculada, al principio, con la General Electric como una compañía tenedora de acciones de otras ("holding") para financiar la multiplicación y el desarrollo en los Estados Unidos de las empresas de servicio público de electricidad sobre una base monopolística.
A comienzos de la década de los veinte, la Electric Bond & Share decidió extender sus operaciones fuera del territorio norteamericano, y una de sus primeras acciones en este sentido fue darse a la tarea de concentrar en sus manos el negocio del servicio público de electricidad en Cuba.
Al efecto, procedió a adquirir las instalaciones existentes, comenzó con Santiago de Cuba en 1923 y terminó con La Habana en 1926-1928.
El 31 de diciembre de 1928, la corporación estadounidense había establecido el monopolio del servicio eléctrico en la mayor parte del territorio nacional, con una capacidad de generación instalada total de algo más de 135 MW y unos 4 500 km de líneas de transmisión y distribución.
Por entonces suministraba toda la energía eléctrica consumida por más de 165 poblaciones, a 4 de las cuales les suministraba asimismo agua, hielo a otras 8, y gas a la capital.
Formalmente, todas aquellas propiedades pertenecían a la llamada Compañía Cubana de Electricidad, que, por supuesto, de cubana sólo tenía la denominación, puesto que se había organizado a fines de 1927 con arreglo a la legislación del estado norteamericano de la Florida y era una subsidiaria de la American & Foreign Power Company, Inc., creada a fines de 1923 y subsidiaria a su vez de la Electric Bond & Share.
Vinculada a la tiranía imperante en Cuba entre 1925 y 1933, objeto de reiteradas huelgas de consumidores antes y después de la caída de aquélla, enfrentada a la Federación Sindical de Plantas Eléctricas, Gas y Agua, e intervenida a comienzos de 1934 por el Estado, la Compañía Cubana de Electricidad jamás logró librarse de su impopularidad en el país. No obstante, el número de poblaciones servidas por la empresa pasó de 165 en 1928, a 207 en 1933, sin que tuviese necesidad de incrementar su capacidad de generación instalada.
Esta situación se mantuvo durante el resto de los años treinta y los de la Segunda Guerra Mundial, que fueron de baja demanda de electricidad en el país.
Planta eléctrica de un central azucarero de Cuba, hacia 1911.
A la terminación de las hostilidades, en 1945, se produjo un incremento extraordinario de los ingresos nacionales debido al alza de los precios del azúcar en el mercado mundial, circunstancia que, entre otras, indujo un crecimiento acelerado de la demanda de energía eléctrica.
No obstante, la gran cantidad de encargos de equipos acumulada a nivel mundial, que se traducía en largos plazos de entrega, así como la renuencia del capital privado norteamericano a realizar inversiones en el extranjero, hicieron que se retrasara la ampliación de la capacidad generadora que se requería.
Pasado un tiempo, el problema financiero se resolvió sobre la base del financiamiento aportado por el gobierno cubano y el Banco de Exportación e Importación de Washington. Durante el decenio 1948-1957 aumentó de 149 a 362 MW, aproximadamente, la capacidad de generación instalada de la Compañía Cubana de Electricidad, empresa que en 1957 vendía más de 90 % de la energía eléctrica producida con fines comerciales en el país. El resto del consumo comercial lo cubrían, fundamentalmente, distintas plantas eléctricas aisladas. Casi toda esta energía eléctrica se producía en plantas de vapor o Diesel, que utilizaban como combustible derivados del petróleo de importación.11,12
En 1958 la Compañía Cubana de Electricidad había elevado su capacidad generadora efectiva instalada a casi 430 MW y contaba con unos 10 200 km de líneas de todos los voltajes.13
Sus instalaciones y equipos se repartían entre dos grandes sistemas independientes, uno de los cuales abarcaba la mayor parte de la zona centro-occidental de la Isla, y el otro, mucho menos extenso, cubría una par-te de la zona oriental.
Existían, además, casi 60 sistemas aislados, generalmente pequeños, que eran servidos por plantas eléctricas locales, algunas de ellas en centrales azucareros.
En total, el servicio eléctrico se prestaba por entonces solamente a 56 % de la población de Cuba, estimada en unos 6 500 000 de habitantes, pero no llegaba a numerosísimas áreas rurales pobres y de baja densidad de población, porque la creación de las redes requeridas no podía justificarse desde un punto de vista estrictamente económico.14
El servicio eléctrico nacionalizado
La nacionalización de la Compañía Cubana de Electricidad, en agosto de 1960, y la de los centrales azucareros y otras empresas de propiedad privada, puso en manos del Estado el control de la totalidad del ser-vicio eléctrico a comienzos de la década de los sesenta.
A partir de entonces el suministro comercial de energía eléctrica dejó de considerarse un negocio al uso, para concebirse como un servicio público manejado de forma que coadyuvase al logro de las nuevas metas económicas y sociales trazadas para todo el país.
Empero, la puesta en práctica de aquella concepción tropezó de inmediato con serios obstáculos cuando el gobierno de los Estados Unidos estableció un estricto embargo/bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba, que entre otros muchos efectos negativos, tuvo el de impedir en gran medida la adquisición de piezas de repuesto para el material eléctrico instalado en el país, en su mayoría de fabricación norteamericana.
Pese a la seriedad de este obstáculo, que se acompañó de la pérdida de muchos de los técnicos más experimentados, se logró mantener el servicio en esta etapa de transición gracias a la inventiva y el empeño desplegados por el personal técnico y de apoyo que permaneció vinculado a la empresa.
Además, se consiguió terminar el montaje de algunas instalaciones pendientes, pero el plan de instalación de nuevas capacidades de generación quedó prácticamente interrumpido por más de un lustro a partir de 1961-1962.
La situación mejoró a partir de 1966, cuando pudo reanudarse la ampliación del sistema con materiales y equipos adquiridos en las entonces Unión Soviética y Checoslovaquia,15 y comenzaron a incorporarse a la industria los primeros ingenieros, unos adiestrados en el extranjero y otros en los centros nacionales de educación superior, cuyos planes de estudios habían sido renovados a comienzos de la década de los sesenta.16
Los ambiciosos planes de desarrollo económico y social del país trazados por la Junta Central de Planificación, incluían un incremento considerable tanto en la producción de energía eléctrica, como en la extensión de las redes de transmisión y distribución.
Ello dependía fundamentalmente no sólo de la instalación de nuevas capacidades de generación y de transmisión, sino de que pudiera conseguirse un suministro estable de combustible a precios razonables.
Las ventajosas relaciones de intercambio comercial establecidas en aquel entonces entre Cuba y otros países socialistas, especialmente la URSS, permitieron contar con tales posibilidades hasta fines de la década de los ochenta.
Cuatro nuevas centrales termo-eléctricas se construyeron en este período, cada una con una capacidad final mayor que la total instalada en 1958 para prestar servicio público, y se incrementó la capacidad instalada en varias de las antiguas.
Con la entrada en funcionamiento, en 1973, de las dos primeras líneas de transmisión a 220 kV, con una longitud total de 275 km, se inauguró el Sistema Electroenergético Nacional.
Éste estaba destinado a interconectar los dos grandes sistemas aislados de la empresa eléctrica que existían en la Isla, y la generalidad de las plantas eléctricas importantes, entre ellas las de todos los centrales azucareros del país (156), de los cuales 68 eran capaces de entregar energía al sistema.17
La capacidad total interconectada llegó en 1980 a 2 212 MW, y en 1992 a 3 676 MW. De este último valor, correspondían 544 MW a plantas industriales (488 MW en centrales azucareros), y 3 132 MW a unidades generadoras atendidas por la Unión Eléctrica.
De toda la energía eléctrica producida en el país, 88,4 %, era generada por las unidades de la Unión, mientras que el resto se obtenía por cogeneración de centrales azucareros, fábricas de fertilizantes, y otras industrias.18 Por entonces, la electrificación llegaba a 95 % de la población.19
Con la notable excepción de las plantas eléctricas de los centrales azucareros, que suelen utilizar fundamentalmente bagazo de caña como combustible durante los meses de zafra, y unas pocas plantas hidroeléctricas de escasa capacidad,20 el grueso de la producción de electricidad del país se ha basado siempre en el uso de portadores energéticos importados.
Del carbón, dominante en los primeros tiempos, se pasó a los derivados del petróleo, principalmente el fuel oil. Ello fue consecuencia de la insuficiente disponibilidad de los recursos energéticos del país, incluidos los de origen hidráulico,21 así como del precio relativamente bajo que durante muchos años tuvo el petróleo en el mercado mundial.
A partir de 1960 prácticamente todo el petróleo que se necesitaba se adquiría en la Unión Soviética, sobre la base de las condiciones de intercambio comercial muy favorables a Cuba, que se establecieron entre ambos países.
Esta circunstancia evitó que resultase en una catástrofe nacional la extraordinaria elevación del precio del petróleo en el mercado mundial producida a partir de 1973.
No obstante, el nuevo panorama obligó a reconsiderar los planes de desarrollo a largo plazo de la electrificación del país, y a tomar de inmediato algunas medidas importantes al respecto.
Se emprendió una lucha contra el despilfarro de la energía eléctrica en todas sus formas. Por una parte, se introdujeron tarifas tendientes a desalentar los altos consumos de electricidad y, por la otra, se puso un énfasis particular en disminuir lo más posible el consumo específico de combustible en las plantas termoeléctricas, aumentar los voltajes de transmisión para disminuir las pérdidas en las líneas, y reajustar el régimen de operación de plantas y consumidores industriales.
Capacidad de generación de las plantas eléctricas de la Compañia Cubana de Electricidad en 1957.
Otras medidas que debieron considerarse seriamente fueron el aumento de la extracción de petróleo en el país, el aprovechamiento al máximo de los recursos hidroenergéticos disponibles, y el uso de fuentes de energía no convencionales y renovables dondequiera que fuese practicable.
Con todo, se estimó inevitable recurrir a la instalación de centrales electronucleares como plantas base del Sistema Electroenergético Nacional, con centrales hidroacumuladoras que tomaran lo fundamental de las cargas pico.22
Al efecto, para la central electronuclear que habría de construirse en Juraguá, cerca de Cienfuegos, se contrató con la Unión Soviética la adquisición de 4 reactores del tipo VVER, para una capacidad total instalada de más de 1 600 MW, que se calculaba habría de representar 20 % del potencial eléctrico total instalado en Cuba y un ahorro de 2 400 000 t de petróleo anuales, cuando la central entrase en pleno funcionamiento, a comienzos de la década de los noventa.
En 1983 comenzó a construirse el primer reactor, y el segundo en 1985. 23
Referencias10 McGovern (1927): "La electricidad en Cuba", Revista Bimestre Cubana, 22(6): 833-840.11 Marrero, L. (1957): Geografía de Cuba, 3ra ed., p. 318, Selecta, La Habana.
12 García Menocal, S. (1958): "La planificación de la Compañía Cubana de Electricidad en relación con el desarrollo del país", Ingeniería Eléctrica, 2(1): 33-41.
13 Compañía Cubana de Electricidad (1959): Memoria anual 1958, CCE, La Habana.
14 Ministerio de la Industria Básica (1993): Industria Eléctrica, MINBAS, La Habana.
15 Las primeras unidades de 50 MW, soviéticas se instalaron en febrero de 1966 en las centrales de Mariel (provincia Habana) y Renté (Santiago de Cuba).
16 Altshuler, J. (1989): "La especialización en telecomunicaciones y la reforma de 1960 del plan de estudios de Ingeniería Eléctrica en la Universidad de La Habana", En CEHOC: Estudios de Historia de la Ciencia y la Tecnología, pp. 11-49, Ed. Academia, La Habana, 1994.
17 Ibáñez Zamora, J. (1989): Mapa 5 (Electroenergética). En Instituto de Geografía de la Academia de Ciencias de Cuba: Nuevo atlas nacional de Cuba. Instituto Geográfico Nacional, España.
18 Unión Eléctrica (1992): Datos de interés de la actividad eléctrica, Unión Eléctrica, La Habana.
19 Unión Eléctrica (1993): Cuba en la XIV Conferencia Latinoamericana de Electrificación Rural: Avances de la electrificación rural en el país y programas perspectivos, Taller Gráfico de la Unión Eléctrica, La Habana.
20 La mayor era la del salto del río Hanabanilla, proyectada originalmente para una capacidad
de 28,5 MW a partir de 1959.
21 De la Vega, A. (1952): "La planta hidroeléctrica de Cuba" (Comparación económica con la planta electrotérmica), Revista de la Sociedad Cubana de Ingenieros, 3/Extr.: 119-157.
22 Delgado Guerra, E. (1984): XVIII Congreso Panamericano de Asociaciones de Ingeniería: Principales resultados del desarrollo energético de la República de Cuba en los últimos 25 años, Ministerio de la Industria Básica, La Habana.
23 Castro Díaz-Balart, F. (1990): Energía nuclear y desarrollo: Realidades y desafíos en los umbrales del siglo XXI, Ed. Ciencias Sociales, La Habana.